Un giro más que bienvenido ante un escenario muy difícil

El anuncio de baja de los Derechos de Exportación (DEX) que formuló el ministro de Economía, Luis Caputo, acompañado por el secretario de Agricultura, Sergio Iraeta, representa, como mínimo, un gesto de audacia por parte del Gobierno.

Aunque la reducción a los principales cultivos es de carácter temporal, hasta fin de junio próximo, lo cierto es que hasta ahora el Gobierno se mantenía inflexible en su programa para estabilizar las variables de la economía.

Por supuesto, surgen numerosos reparos: que la medida es temporal, que persisten otras dificultades como los costos en alza o que el nivel del tipo de cambio no favorece a la producción, pero lo cierto es que hay una reacción positiva tras los crecientes reclamos.

La escasez de lluvias que afecta a gran parte de la región pampeana y la baja respecto del año pasado de los precios internacionales de los granos conformaban un escenario de tormenta perfecta. La mayor parte de los márgenes, particularmente en campos alquilados, daba una situación de quebranto. Se verá cómo responde el mercado de granos a partir del lunes: si la reducción de los DEX se traslada al precio que percibe el productor, sobre todo para el momento de cosecha.

Hay quienes quieren ver en esta medida un paralelismo con el “dólar soja” creado durante la gestión de Sergio Massa al frente del Ministerio de Economía. Se abría y se cerraba la canilla de la cotización especial de la oleaginosa con el fin de conseguir una venta masiva de soja y la posterior liquidación de divisas por parte de los productores en un contexto de aguda crisis de dólares. No hay que descartar que Caputo haya tenido en cuenta el factor de la necesidad de reforzar la entrada de la divisa norteamericana en los próximos meses. Pero ahora no hay un invento a contramano de las reglas de la economía como con el tipo de cambio diferencial, es una baja tributaria consistente.

Hay otros ángulos para tener en cuenta. Además del factor sequía, que provoca una incertidumbre sobre el volumen de producción, la baja de precios no configuraban una voluntad vendedora de los productores. El escaso número de ventas de soja de la campaña 2024/25 reflejaba ese comportamiento. Pero aún tomando en cuenta ese factor, el ministro de Economía está pendiente de la columna de los ingresos fiscales y, claramente, se verán reducidos con la poda de los DEX. Hay una decisión diferente de la que tomaba la anterior gestión.

Muchos observadores, además, conjeturan que una vez que llegue a su fin esta baja temporal, el 1° de julio, va a ser muy difícil al Gobierno volver a incrementar las retenciones. Eso es unas semanas antes de la Exposición Rural de Palermo y unos meses antes de las elecciones de medio término en las que el presidente Milei pretende plebiscitar su gestión. Quizás sea cierto, pero no dejan de ser especulaciones.

Lo evidente es que el presidente Milei empieza a cumplir con su promesa de campaña electoral de eliminar los DEX al campo porque entendía que consistían en un mecanismo de robo a los productores. De esta manera renueva el contrato electoral con quienes lo apoyaron en la campaña.

El riesgo que enfrentaba era decepcionar al propio público. ¿Hubiera tenido eso un reflejo en las urnas? El peso específico de los productores en el padrón electoral no es determinante como para cambiar el resultado de la elección. Algunos años ha coincidido el ánimo del productor con el de la población general del interior, que tiene visiones urbanas, no siempre en la misma sintonía con las de los productores, pero en otros períodos el voto recorrió el mismo sendero. El Gobierno enfrentaba el riesgo de que el malestar de los productores se trasladara al de los pueblos del interior. Las declaraciones de los gobernadores de Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos anticipaban esa posibilidad. Las palabras tenían un impacto político.

En todo caso, si el Gobierno ha entendido, con medidas concretas, que bajar la presión impositiva representa una oportunidad para que el sector privado pueda expresar su potencial, también abre una oportunidad para que el crecimiento de la economía comience en el interior del país.

Por supuesto, es obvio que la reducción no es suficiente, que quedarse con el 26% de los ingresos por la soja o el 9,5% del maíz, por mencionar los cultivos principales, no está bien, pero el Gobierno mostró con esa decisión que está comprometido con un sendero, lo que hasta antes del jueves no parecía.

Claramente descomprime una situación que se estaba tornando demasiado apremiante. Es un giro más que bienvenido.

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