Un año de intervencionismo «liberal»OPINIONPor Roberto Cachanosky

Dicen que Carlos Menem dijo en una oportunidad: “Si decía lo que iba a hacer, no me votaba nadie”. Tal vez si Javier Milei hubiera dicho lo que realmente iba a hacer, no habría llegado a la Presidencia. O tal vez sí, porque la gente estaba cansada de la política tradicional y apostó por un outsider.

Repasemos algunas de sus promesas de campaña:

Veamos el punto 1. En la campaña, Milei afirmó que tenía USD 10.000 millones asegurados por un gran fondo de inversión. Cuando un periodista le preguntó si ese dinero estaba garantizado para rescatar la base monetaria, respondió: “¿Querés que te muestre mi celular?”. Posteriormente, aseguró que muchos fondos lo llamaban para aportar a la dolarización, pero nunca reveló nombres, argumentando acuerdos de confidencialidad.

Lo cierto es que nunca aparecieron ni los USD 10.000 millones ni los USD 30.000 millones, y tampoco se concretó la venta de bonos del BCRA para cancelar los pasivos remunerados, como sostuvo en algún momento.

Tras ganar las elecciones, anunció que Emilio Ocampo sería el presidente del BCRA para llevar adelante la dolarización y cerrar la entidad. Sin embargo, a los pocos días desplazó a Ocampo y nombró a Santiago Bausili. La política monetaria pasó a ser exactamente lo contrario a lo prometido, dejando a muchos con la sensación de que habían comprado la ilusión de ganar en dólares.

De afirmar categóricamente que “el cepo no solo recorta la libertad y ataca la propiedad privada, sino que además atenta contra el crecimiento y es una fábrica de pobres e indigentes”, Milei pasó a decir en el Council of the Americas en agosto, ya como Presidente, que es falso que no se pueda crecer con el cepo. Esta afirmación fue repetida en varias ocasiones por el ministro Luis Caputo.

Quizás lo más contradictorio de su gestión sea que, mientras sostenía que el Estado era su enemigo y que los precios debían ser libres, mantuvo medidas intervencionistas. En campaña, Milei calificó a los impuestos como una rémora de la esclavitud, pero en los hechos su administración intervino intensamente en la economía.

El BCRA no solo continúa regulando la tasa de interés y el cepo, sino que además mantiene el control de cambios, obligando a los exportadores a liquidar sus dólares al tipo de cambio oficial, un precio fijado arbitrariamente. Esta medida confiscatoria sirvió para financiar gran parte del ajuste.

En otras palabras, los exportadores no pueden vender sus dólares libremente a quienes deseen importar, viajar al exterior, girar dividendos o simplemente ahorrar en divisas. El gobierno libertario obliga a los exportadores, como cualquier gobierno intervencionista, a liquidar sus dólares al precio establecido.

¿Qué hizo Eduardo Duhalde en su momento? Salió de la convertibilidad, generó una llamarada inflacionaria y licuó buena parte del gasto público. También aumentó impuestos -como los derechos de exportación- y postergó pagos de intereses de la deuda pública.

Por su parte, Milei generó una llamarada inflacionaria en diciembre mediante una devaluación, otra medida intervencionista. Tampoco liberó el mercado de cambios, fijó un precio arbitrario para el dólar, aumentó impuestos y postergó pagos a importadores y a Cammesa. La diferencia principal es que Duhalde tuvo la suerte de contar con un aumento en los precios internacionales de las commodities, mientras que Milei no tuvo ese viento de cola.

En campaña, Milei prometió dolarizar la economía, combatir a “la casta” y no aumentar impuestos. En los hechos, no solo no dolarizó, sino que pasó de afirmar que el peso era “excremento” a declararlo como un símbolo nacional en el lanzamiento de su partido político.

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