Último Tango en París censurada: absurda cancelación de la película de Bertolucci en la ciudad donde fue filmadaOPINIONPor Claudia Peiró

“El orden puritano está en marcha. En nombre de la igualdad y de la justicia, las progresistas y las neofeministas persiguen la menor desviación, la transgresión, la expresión de la fantasía. La sexualidad debe responder al imperativo de la transparencia y las relaciones varón/mujer a un estatuto aséptico”, escribía hace un par de años la periodista francesa Elisabeth Lévy, jefa de redacción de la revista Causeur.

La tendencia sigue viento en popa y ha llevado a la Cinemateca francesa a autocensurarse en prevención de posibles escraches y sabotaje a la proyección, en el marco de un homenaje a Marlon Brando, del clásico de Bernardo Bertolucci, “Último tango en París”.

La decisión fue precedida por una semana de furiosa campaña en las redes sociales. “Con el fin de apaciguar los espíritus, y dados los riesgos de seguridad enfrentados, la Cinemateca francesa cancela la proyección de Último Tango en París. La seguridad de nuestro personal y de nuestro público está por encima de cualquier otra consideración”, decía el comunicado, cuyo tono da la medida de la virulencia de las críticas recibidas.

El cuestionamiento de las activistas feministas que amenazaban con impedir la proyección por la fuerza se resume en esta frase de la periodista Chloé Thibaud, una de las principales acusadoras de los responsables de la Cinemateca: “Este film tiene un único olor: el de la cultura de la violación”.

La pregunta que surge ante esta frase es si Thibaud vio la película, porque Último Tango en París dista mucho de ser la historia de una relación abusiva.

[Para quienes aún no la han visto, aviso que daré detalles]: Paul, el personaje que encarna Marlon Brando, es un viudo profundamente afectado por el suicidio de su esposa -y por el absurdo de la vida en general- que busca desahogo o quizás sólo aturdimiento en un vínculo sexual con una joven desconocida (intrerpretada por la actriz María Schneider) de quien no quiere saber nada, ni siquiera el nombre de pila. Aunque está de novia, ella acepta el juego y se suceden los encuentros con el viudo en un departamento vacío que está en venta.

En uno de esos encuentros se produce la célebre relación anal, mantequilla mediante, que es la que se califica como violación, lo cual es dudoso (vean el film). Muchos años después, la actriz María Schneider atribuyó a esa escena -que no estaba prevista en el guión- el hundimiento de su carrera y los muchos trastornos mentales que jalonaron su vida bastante breve -murió de cáncer a los 58 años-. La relación fue obviamente fingida, no real. Parece mentira que haya que aclararlo y sin embargo miren lo que dice actualmente la Wikipedia en su entrada sobre la película: “Maria Schneider fue violada (sic) en una escena, en la que se utilizó mantequilla para facilitar la penetración. Este hecho la llevó a consumir drogas ….”, etc., etc.

María Schneider no fue violada. La relación fue fingida como corresponde en el cine. En la escena, ambos protagonistas están vestidos.

Pero además, y es lo que lleva a pensar que la mayoría de los detractores de la película no la han visto, pese a la diferencia de edad de los personajes -el viudo está en la cuarentena y ella tiene 20- no se trata de un vínculo de dominación de un varón abusivo sobre una mujer desvalida. A la escena famosa le sigue otra en la cual los roles se invierten y el sodomizado es Paul. Más aun, el desenlace del vínculo es decidido por ella, una joven de buen pasar que prefiere la comodidad de un matrimonio convencional con el bobo de su novio que la locura a la cual finalmente la quiere arrastrar su amante trastornado. Cuando éste abandona el principio de limitar la relación al sexo y quiere ahondar en el vínculo, ella lo rechaza y ante la insistencia de Paul acaba matándolo de un disparo sin mayor justificación. A la policía le dice que no lo conoce y que se estaba defendiendo de un intento de violación.

Marlon Brando y María Schneider
Marlon Brando y María Schneider en una escena de la pelicula «El último tango en París». EFE/Central Press Photos/Archivo

Más allá de la censura a la que el feminismo actual es tan proclive, los argumentos en este caso están totalmente fuera de lugar y no reflejan la trama del film. Más bien son signo de la regresión puritana que promueve este movimiento cuyo fin último es el apartheid sexual.

Con el argumento de que lo personal es político -lema del feminismo radical- la nueva inquisición de género pretende meterse en las sábanas de todo el mundo.

El último libro de la ensayista Claude Habib, crítica del feminismo, desafía este principio desde el título: “Lo privado no es político”. Denuncia el intento de convertir el hogar, la familia, en terreno de combate entre el varón, siempre verdugo, y la mujer, eterna víctima.

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