Trump y las encuestas: una tibia luna de miel con varias señales de alarma


Donald Trump quiere ganar el premio Nobel de la Paz y ajustar cuentas con los aliados internacionales que –cree- se aprovechan de Estados Unidos. Los norteamericanos, por su parte, quieren comprar huevos más baratos.

La docena de huevos alcanzó el miércoles pasado su mayor precio promedio histórico, 8,2 dólares, más del doble que en diciembre. La escalada responde a la fiebre aviar que asola a Estados Unidos y que obligó a sacrificar más de 100 millones de pollos desde 2022. Y se convirtió en el ícono de la persistente inquietud de los norteamericanos por el costo de vida, una preocupación que ya impidió que los demócratas retuvieran la Casa Blanca en noviembre.

Trump ganó entonces por y con la promesa de domar el costo de vida en apenas días, si no semanas. Pero desde que asumió, el 20 de enero, el mandatario dedica sus horas en el Salón Oval a otras banderas de campaña: la paz y el superávit comercial.

El presidente republicano quiere negociar la paz en Ucrania y en Medio Oriente un poco para evitarle costos a Estados Unidos y otro poco, cuentan sus funcionarios, para ganar el Nobel de la Paz, un premio que dice merecer más que Barak Obama, que lo recibió en 2009. Trump también ocupa sus horas con las amenazas de aranceles a cuanto socio se le cruce para revertir el déficit comercial que caracteriza la relación de Estados Unidos con el resto del mundo.

Desde hace casi 50 días, la relación de los norteamericanos con Trump transcurre entre la obsesión de unos y los desvelos del otro. Las encuestas describen ese vínculo como una luna de miel más tibia que fogosa; la aprobación del presidente es mayor que en su primer mandato aunque es menor a las de otros presidentes en sus semanas iniciales.

Donald Trump durante su reciente discurso ante el Congreso Win McNamee – POOL Getty Images

Un repaso de ocho sondeos producidos, en los últimos días, por las encuestadoras que más acertaron en las elecciones pasadas arroja, además, varias alertas. De pasar inadvertidas, esas señales podrían condicionar las chances electorales de los republicanos y la relación del presidente con el mundo.

Un Trump exultante habló durante 100 minutos el martes pasado ante el Congreso y advirtió que, a pesar de que mandato recién empieza, ya se encamina a ser el mejor de la historia norteamericana.

Desde que ganó el voto popular y el Colegio Electoral, en noviembre pasado, el mandatario se siente invencible y encuentra en los sondeos algo de razón.

Pese a las controversias de sus medidas –desde la motosierra de Elon Musk en la burocracia federal hasta la ayuda internacional o las deportaciones masivas-, Trump disfruta de los mayores índices de respaldo que tuvo jamás. La aprobación presidencial es hoy de entre 48 y 49% de acuerdo con los promedios de sondeos del gurú de las encuestas Nate Silver y de RealClearPolitics, por lo menos tres puntos más alta que el pico de popularidad que tuvo en su primer mandato (45,1%).

 

De los ocho sondeos analizados, solo dos le dan al presidente un diferencial negativo en la tasa de aprobación; son Ipsos, que le adjudica una aprobación de 43% y una desaprobación de 50%, y Marist, con 45 y 49% respectivamente.

La encuesta que más cerca estuvo de acertar al resultado electoral de noviembre, la brasileña AtlasIntel, registra incluso una aprobación de 50%, un número inimaginable para Trump hace un año, cuando entraba en el capítulo más caliente de sus batallas judiciales.

Parte del respaldo de Trump está explicado por la efectividad de una de sus mayores promesas de campaña. Para el 41% de los encuestados por AtlasIntel, el mayor desafío que enfrenta hoy Estados Unidos es la inmigración y las medidas que cuentan con más apoyo –prácticamente mayoritario- es la militarización de la frontera con México y la deportación de migrantes ilegales.

La consultora brasileña incluso describe una curva ligeramente ascendente en la aprobación de Trump, que de 50,1% en enero pasó a 50,3%. Allí, sin embargo, empiezan a sonar algunas alarmas para Trump. Al contrario de Atlas, la mayoría de las encuestadoras y los dos promedios de sondeos exhiben una retracción en el respaldo presidencial. Para el conservador sitio RealClearPolitics, la aprobación cayó de 51,5% en enero a 48,9% hoy.

Donald Trump y Vladimir Putin conversan durante una cumbre del G-20 en 2017 Evan Vucci – AP

Si para Atlas, las medidas más populares de Trump son las destinadas a combatir la inmigración, las más resistidas son las de la política exterior. La mayoría de los aliados históricos de Estados Unidos tiembla, se desconcierta y se escandaliza con el vínculo que Trump plantea con el mundo; buena parte de los norteamericanos también, incluso más de lo que ellos esperaban.

Un sondeo realizado por Ipsos para Reuters hace unos diez días muestra que la política exterior de la Casa Blanca republicana contaba con una aprobación de 39% y una desaprobación del 37% a fines de enero. Luego de los reproches del presidente a Europa, de su acercamiento a Putin, de sus amenazas de control y anexión a Canadá, Panamá y Groenlandia, la aprobación cayó a 37% y la desaprobación subió a un 50%.

   

Los republicanos, de acuerdo con los sondeos, son fieles a su presidente y lo avalan casi por mayoría en sus desplantes a los socios. Pero no así los demócratas y los independientes, votantes decisivos a la hora de torcer el resultado de noviembre a favor de Trump. Y esas posturas se traducen en un fuerte rechazo a la mayoría de las decisiones internacionales de Trump, sobre todo una en particular.

La guerra en Ucrania es fuente tanto de obsesión para Trump como de suspicacia para la mayoría de los norteamericanos, incluso si son republicanos. Allí las alarmas suenan con más fuerza para la Casa Blanca y para un Trump que elogia y se acerca a Putin sin tapujos.

Todos los sondeos de los últimos días son contundentes sobre qué piensan los norteamericanos de Rusia y de su presidente. El 70% de los encuestados hace una semana por YouGov, un porcentaje que incluye ampliamente a republicanos, cree que la responsable del comienzo de la guerra es Rusia y no Ucrania, como dijo Trump a fines de febrero.

Vladimir Putin cuenta, además, con la reprobación de entre 83 y 85% de los estadounidenses, agregan los reportes de AtlasIntel y CNN. Mientras tanto, Zelensky recibe la mirada favorable del 45% de los encuestados hace una semana para un informe de Emerson College, el mismo porcentaje que registra el propio Trump. Un sondeo de CBS/YouGov del domingo pasado termina de delinear los peligros para Trump y su gobierno. Según ese estudio, el 46% de los norteamericanos piensa que las acciones del presidente favorecen a Rusia mientras que el 11% cree que hace eso con Ucrania; el 43% percibe que la política republicana asiste a ambos países por igual.

Si la política exterior de Trump genera desacuerdo y rechazo entre los norteamericanos, sus medidas económicas provocan evaluaciones bastante más inquietantes para el nuevo gobierno. Con la inflación, las tarifas, el costo de vida, los empleos, el tablero de alarmas empieza a descontrolarse. Allí, los norteamericanos no solo ven malas decisiones, sino, sobre todo, desconexión.

Dos sondeos exhiben esa brecha entre las prioridades de los norteamericanos y las de su presidente con contundencia.

Una sesión de la Bolsa de Nueva York (Archivo)MICHAEL M. SANTIAGO – GETTY IMAGES NORTH AMERICA

Por un lado, un estudio de Morning Consult advierte que el 72% de los encuestados cree que la inflación debería ser la principal preocupación de la gestión de Trump, pero solo el 50% estima que es efectivamente la mayor prioridad de la actual Casa Blanca. Esa diferencia crece incluso a 80 y 29% respectivamente para un informe de CBS. Los norteamericanos no ven a un presidente enfocado en resolver el mayor de sus dolores de cabeza diarios, los precios.

Dos datos salpimentan la inquietud para la Casa Blanca. Por un lado, la inflación es, por lejos, más importante para quienes votaron a Trump en noviembre que para quienes eligieron a Kamala Harris, de acuerdo con un sondeo de YouGov. La base republicana también envía señales rojas.

Por otro lado, los norteamericanos temen que los aranceles precisamente empeoren el costo de vida. El 70% de los encuestados por Ipsos (53% de los republicanos y 88% de los demócratas) cree que las tarifas sobre bienes importados harán subir los precios de los alimentos, los electrónicos y otros productos. Solo el 32% está de acuerdo con Trump en que los aranceles generarán más trabajos manufactureros en Estados Unidos.

El rechazo a uno de los principales instrumentos comerciales y económicos de este mandato de Trump se traduce, además, en un creciente pesimismo sobre el futuro a corto plazo.

Los clientes esperan en fila para comprar huevos en una tienda Costco en la sección Van Nuys de Los Ángeles el miércoles 19 de febrero de 2025Richard Vogel – AP

La suba mayor a la esperada en la inflación de enero, el caos en los mercados provocado por las marchas y contramarchas de la amenaza tarifaria de Trump y la incertidumbre sobre qué hará la Fed con las tasas se suman a la desconexión que los norteamericanos comienzan a detectar en su nuevo gobierno para configurar un escenario de pocas expectativas económicas.

Los dos mayores índices de confianza y expectativas de los consumidores –el de la Conference Board y el de la Universidad de Michigan- se desplomaron en febrero y le dieron un golpe a Trump donde más le duele: en su declamada habilidad de exitoso empresario para resucitar la economía.

La Casa Blanca y el presidente parecen ser conscientes del malestar y la desconfianza. Por eso, el jefe de Estado les pidió paciencia a los norteamericanos y les prometió que después de “cierto ruido” sus cuestionadas políticas económicas darán resultados.

Por ahora, los norteamericanos son escépticos, como lo fueron con Joe Biden y con Kamala Harris al punto de desplazarlos de la Casa Blanca.

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