Tres semanas de internación: la neumonía evoluciona de modo normal y el Papa continúa con su terapia
ROMA.- “El Papa ha pasado una noche tranquila y aun está descansando”, dijo este jueves a primera hora el vocero papal, Matteo Bruni, cuando se cumplen tres semanas de hospitalización en el policlínico Gemelli, en medio de un clima de creciente preocupación e incertidumbre por lo que vendrá ya que su pronóstico sigue reservado.
Más tarde, fuentes del Vaticano hicieron saber que Francisco, de 88 años, después de despertarse continuó sus terapias, entre las cuales fisioterapia motriz activa -una buena novedad de la víspera– y precisaron que, como había adelantado el parte de ayer, “después de la ventilación no mecánica invasiva de la noche” (es decir, la máscara que cubre nariz y boca y significa un nivel superior de asistencia), por la mañana “volvió a la oxigenación de altos flujos con el uso de cánulas nasales”.
La información estuvo en línea con el positivo parte médico de ayer, que subrayó que por segundo día consecutivo el Papa no volvió a tener crisis respiratorias y, además de haber incrementado la fisioterapia respiratoria que viene haciendo, sumó ejercicios de actividad motriz, retomó su actividad laboral y por la mañana volvió a llamar a Gabriel Romanelli, el párroco argentino de la única iglesia católica de la Franja de Gaza. Como es sabido, antes de la internación, el llamado a la parroquia de Gaza era algo que el Pontífice hacía puntualmente todas los días, pero por la noche, desde hace más de 15 meses. La suma de todos esos pequeños datos provocaron un nuevo respiro de alivio en cientos de miles de católicos que siguen en vilo esta larga internación, que hablan de una recuperación con respecto del lunes pasado, cuando volvió a sonar una alarma roja tras una doble crisis respiratoria, debida a abundante catarro.
Consultada por LA NACION, Annalisa Bilotta, médica del Hospital Internacional Salvator Mundi, no dudó en decir que “también hoy ha sido una jornada positiva”. Subrayó, en efecto, la ausencia de crisis respiratorias, así como la actividad de fisioterapia respiratoria y, además, motriz. “Pero los médicos siguen más que prudentes porque es un cuadro complejo, hay diversas patologías, por lo que mantienen el pronóstico reservado”, comentó. Una expresión que, como aclararon varias veces en los últimos días de ansiedad en las estrellas, quiere decir que el Papa “no está fuera de peligro”.
Fuentes del Vaticano insistieron con que todo se enmarca en “la evolución ordinaria de una neumonía”: “Hace falta tiempo y hay variaciones de paciente a paciente”. “Es prematuro decir que está funcionando la terapia y por eso los médicos insisten en que el pronóstico es reservado”, explicaron.
Las mismas fuentes filtraron que el jefe máximo de la Iglesia católica, que desde que fue internado el 14 de febrero tuvo cuatro crisis respiratorias agudas que hicieron temer lo peor, nunca dejó de estar alerta, orientado y colaborativo, como indicaron los partes. Y, pasados los episodios agudos, estuvo de buen ánimo, de buen humor, siempre alimentándose con comida sólida y moviéndose, con las limitaciones y la asistencia ya conocida -en silla de ruedas- debido a su problema en la rodilla derecha.
Pero igual preocupa que, pasados veintiuno días de terapias muy pesadas con diversos antibióticos, el Papa siga en un cuadro estacionario pero complejo, con una neumonía bilateral que no parece ceder.
“Normalmente si una terapia con antibióticos es correcta en una o dos semanas derrota la infección (no la viral). Pero los partes médicos en este sentido no han comunicado novedades. Y la hipótesis es que otros microrganismos muy difundidos en el ambiente hayan aprovechado de la extrema condición de debilidad del sistema inmunitario del Papa”, dijeron al Corriere della Sera Marco Falconi, profesor de enfermedades infecciosas de la universidad de Pisa, y Massimo Girardis, director de terapia intensiva del policlínico de Modena.
“Más la internación se prolonga, más riesgos hay de complicaciones de tipo hospitalario, como la posibilidad de contraer nuevas infecciones llamadas nosocomiales o daños vinculados a la inmovilidad. Ayer, sin embargo, a pocas horas de las dos crisis respiratorias (del lunes), el Papa reanudó la rehabilitación específica tanto respiratoria como motriz”, destacaron los mismos especialistas.
El factor tiempo, todos coinciden, es clave. Y en el Vaticano preocupa la aproximación a una Semana Santa con un Pontífice ausente, un escenario que de todos modos no sería novedad ya que ocurrió con san Juan Pablo II (1978-2005) en lo que fue su última Pascua, en 2005, cuando ya estaba muy mal de salud, debido al implacable avance del mal de Parkinson.
Ya el año pasado, siempre por su bronquitis crónica y el temor a resfriarse y con el fin de cuidarse en vista de las celebraciones pascuales, el Papa no había presidido el tradicional Vía Crucis desde el Coliseo, que siguió por video desde su residencia de Santa Marta.
Lo cierto es que en estos 21 días internado y ausente del Vaticano -veinte días que no ha habido imágenes del Papa, algo lógico estando enfermo-, la Santa Sede demostró que la maquinaria funciona igual, sin la presencia física de su monarca absoluto. Francisco recibió en dos oportunidades a su número dos, el cardenal Pietro Parolin -secretario de Estado- y a su número tres, el arzobispo venezolano Edgar Peña Parra, sustituto, justamente para asegurarse de que todo siguiera su curso.
En este marco, en este miércoles de Cenizas el Papa fue reemplazado por el cardenal Angelo de Donatis, penitenciero mayor, en la tradicional procesión en el Aventino y posterior misa de inicio de Cuaresma en la Basílica de Santa Sabina. De Donatis pronunció un sermón “preparado” por Jorge Bergoglio para la ocasión, que reflexionó sobre el significado de las cenizas y la experiencia de la fragilidad “que nos recueda el drama de la muerte”. Fuentes vaticanas aclararon que esas palabras tenían que ver con la temática del inicio de la Cuaresma, tiempo de penitencia e introspección, “y no necesariamente con su situación”.
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