Las imágenes vuelven evidente lo que cualquiera puede suponer o imaginar con tan solo pensar en lo que esos hombres sufrieron a lo largo de casi 500 días en cautiverio. Sus rostros se ven demacrados cuando se los compara con lo que eran antes del fatídico 7 de octubre de 2023, y pueden adivinarse en ellos las consecuencias de la falta alimentación y de las presiones -¿torturas?- físicas y mentales.
El argentino Iair Horn, de 46 años; el rusoisraelí Alexander Trufanov, de 29; y Sagui Dekel-Chen, de 36 años, israelí y estadounidense, son los tres rehenes que Hamas entregó este sábado como parte de un proceso que comenzó el 19 de enero e incluye un alto el fuego en Franja de Gaza y el intercambio de secuestrados en manos de Hamas y presos palestinos en prisiones israelíes
Los tres -y antes que ellos, otros 16 rehenes entregados por Hamas- llevan en sus rostros y en sus cuerpos las consecuencias de más de 16 meses de cautiverio en esos túneles que corren por las entrañas de Gaza a lo largo de kilómetros. Para los creyentes, también sus almas cargan con las marcas que han dejado tantos días en manos de la organización islamista.
Los tres fueron secuestrados en el kibutz Nir Oz en el ataque sorpresa de Hamas del 7 de octubre de 2023 que desencadenó la guerra. Desde entonces, sus familias los esperaban con angustia, y hasta Sagui Dekel-Chen se convirtió en padre de su tercera hija en estos meses, bautizada Shahar Mazal, que en español puede traducirse como «bienaventurada aurora».
Iair Horn, el argentino liberado hoy por Hamas -su hermano Eitan sigue cautivo-, padece diabetes. Siguiendo el protocolo establecido para todos los rehenes que volvieron a Israel, primero fue sometido a una primera revisión médica en un puesto fronterizo y luego fue trasladado al Centro Médico Sourasky, en Tel Aviv.
Con rasgos más angulosos y la barba crecida pero recortada prolijamente, Iair se someterá a diversos estudios en ese hospital para determinar cuál es su estado de salud. La misma rutina han seguido quienes recuperaron su libertad, y en algunos casos debieron permanecer más de una semana internados hasta obtener el alta.
![Alexander Troufanov, antes y ahora.](https://www.clarin.com/img/2025/02/15/oaHibdQsc_720x0__1.jpg)
La constatación de lo duro del cautiverio ya se había producido hace una semana, cuando Ohad Ben Ami, Eli Sharabi, y Or Levy -liberados por Hamas el sábado último- transmitían a través de sus caras y sus cuerpos las consecuencias de las penurias de meses.
En declaraciones al periódico Yediot Ahronot, el hermano del rehén liberado Or Levy dijo hace días que su familiar «durante 16 meses estuvo descalzo, hambriento y con el miedo constante de que cada día pudiera ser el último», y que fue sometido a «inanición intencional».
Y las familias también sufren las consecuencias. Como lo graficó muy bien Itzik Horn, el padre de Iair, en una entrevista con Clarín a fines de enero.
![Sagui Dekel Chen. Su última hija nació mientras él estaba en cuativerio.](https://www.clarin.com/img/2025/02/15/wyHlwsc7Z_720x0__1.jpg)
«Es un trauma que te va a quedar, una experiencia que te queda para toda la vida. La recuperación va a ser larga. En el fondo, estamos todos secuestrados, porque la familia… nos cambió la vida. No nos llevaron a nosotros, pero estructuralmente también estamos secuestrados», dijo en ese momento.
Mientras tanto, de las 251 personas secuestradas durante el ataque del 7 de octubre, 73 permanecen en Gaza y se cree que alrededor de la mitad están muertas. Casi todos son hombres, incluidos soldados israelíes.
La preocupación por su condición ha aumentado. Un rehén, Keith Siegel, de 65 años, dijo el viernes en un mensaje de video dirigido al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que sus captores lo trataron peor a medida que la guerra se intensificaba, lo patearon, lo escupieron y lo mantuvieron sin agua ni luz.
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