Por qué algunas personas necesitan siempre tener razón, según los expertosPor Fermín Filloy

En muchas conversaciones y relaciones humanas, es común encontrar personas que insisten en tener siempre la razón, incluso cuando las evidencias sugieren lo contrario.

La inflexibilidad para ceder, reconocer errores o aceptar críticas plantea preguntas sobre cómo manejar los desacuerdos y qué factores influyen en esta dinámica. Además, entender las razones detrás de esta actitud puede ser clave para mejorar la comunicación y evitar conflictos. Este comportamiento ha sido objeto de análisis por parte de expertos consultados por Infobae.

Mirta Goldstein, presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), analizó en diálogo con Infobae los factores por los cuales algunas personas se aferran rígidamente a sus creencias y rechazan cualquier postura diferente. “Algunas personas no pueden ejercer flexibilidad y escuchar a los otros y se aferran a creencias, ideas y hasta ideologías y cierran sus propios criterios. Algunos hasta se fanatizan, por lo cual sostienen una verdad como única. Si algo contradice esa convicción, se vuelven intolerantes, irracionales. No tener razón es una herida que les es insoportable”.

Según Goldstein, esta actitud puede gestarse en la infancia, especialmente cuando no se enseña a lidiar con la frustración o a aceptar límites. “Esto ya se gesta en la infancia si los niños no son confrontados a una frustración o límite en sus demandas. La vivencia del puro placer sin límite es un ideal que la vida no puede cumplir y tampoco los otros”.

La especialista señaló que la dificultad para aceptar otras opiniones también está relacionada con la capacidad de reconocer la existencia del otro como un sujeto con sus propias necesidades. “Es difícil incorporar que el semejante es un otro con afectos y necesidades. Por ello, tener siempre razón es una manera de que el otro no exista. Negar al otro es una forma de negar y negarse ser uno más entre otros”.

Por su parte, el médico psiquiatra y psicoanalista Sergio Rojtenberg, presidente de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, apuntó en diálogo con Infobae: “En cuanto a las personas que tienen la necesidad de sentir que tienen la razón, en realidad sienten que la razón es de ellos y que el resto está equivocado. Por más evidencias que se presenten, son personas de pensamiento muy rígido que desestiman cualquier otro tipo de opinión. Estamos hablando de gente que tiene estructuras donde, así como Luis XIV decía ‘El Estado soy yo’, ellos dicen: ‘La verdad es mía’”.

Rojtenberg también analizó el papel de la crianza y las experiencias infantiles en el desarrollo de estas personalidades. “Es justamente cuando la cultura, los padres, la escuela y las experiencias han reforzado esta ideación o, por el contrario, no la han regulado ni puesto en términos de una instancia democrática, de una horizontalidad, donde ellos se ubican en el pináculo de la certeza y creen que todo el mundo está equivocado. Son pacientes difíciles de abordar en terapia, porque una de las cosas que hacen es encargarse de demostrarle al terapeuta que el equivocado es él. No buscan enriquecerse a partir de ver una perspectiva diferente, aprender del error o sumar experiencias, sino que lo viven como una afrenta, una derrota o una humillación. Ahí la cuestión se complejiza aún más”.

Sobre las distintas manifestaciones de esta rigidez de pensamiento, el especialista agregó: “Por supuesto, hay variaciones. Desde aquella persona que dice: ‘Yo soy la razón, toda la razón y nada más que la razón’, hasta aquel que discute. Podríamos ir desde los fanatismos absolutos—sabemos bien que hay distintas formas de fanatismo—hasta los prejuicios. Los prejuicios pueden ser regulables; los fanatismos, en cambio, ya son cuestiones más complejas, que lamentablemente solemos vivir en estos días”.

A su turno, la psicoanalista Agustina Verde (MN 72893) habló con Infobae sobre algunos de los factores emocionales y psicológicos que llevan a una persona a sentir la necesidad de tener razón.

Verde señaló que esta rigidez puede afectar distintos aspectos de la vida cotidiana. “Como consecuencia de apegarse a esta forma de pensamiento, surge una dificultad en la adaptación al contexto. Esto puede generar distanciamiento en las relaciones, problemas en la resolución de conflictos y obstáculos en la comunicación”.

En algunos casos, el temor al error es un factor determinante, de acuerdo a la experta. “La necesidad de tener razón al extremo muestra miedo al error. Muchos pacientes presentan cierto temor a equivocarse, pero es importante trabajar sobre la idea de que solo a través del error llegamos a grandes aprendizajes. En nuestra vida, aprendemos a caminar a partir de caernos, de tropezarnos. Aprendemos a perfeccionar una técnica a través de errar. Evitar el equívoco es esquivar el aprendizaje que cada experiencia nos deja. Este miedo puede estar relacionado con la necesidad de sostener una imagen de perfección y poder ante los demás”.

Según Verde, esta dificultad también puede vincularse con la historia infantil o los patrones de crianza. “Muchas personas consideran que si se confunden se mostrarán vulnerables, y esa creencia los aleja de la oportunidad de encontrarse con cada una de las situaciones donde aparece esa vulnerabilidad. La necesidad de tener razón puede deberse a la historia infantil o a patrones de crianza. Nuestra familia y nuestras personas significativas son las primeras en generar huellas en la manera en que interpretamos el mundo, en cómo nos interpretamos y percibimos a nosotros mismos. La forma en que las figuras significativas se dirigían a nosotros en la infancia, la manera en que nuestro contexto dialogaba, si había relaciones asimétricas, la forma en que se nos nombraba: todo esto marca la personalidad del adulto”.

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