Mónica GutiérrezEl fondo y la forma

El Presidente llegó al Palacio Legislativo arropado con toda la pompa que otorga el poder. Un inédito operativo de seguridad encapsuló el traslado del jefe de Estado desde la Casa Rosada hacia el Parlamento. Cinco camionetas para el desplazamiento escoltadas por el cuerpo de Granaderos a Caballo y la fanfarria Alto Perú saludando el ingreso.

La cúpula iluminada de la sede parlamentaria, en la que se detuvo la transmisión oficial, ofreció un marco deslumbrante para la tradicional ceremonia de presentación del discurso sobre el estado de la Nación, con el que todos los años se deja inaugurado el trabajo de ambas cámaras.

Desde el comienzo, Milei fue más Milei que nunca. Se lo notó algo nervioso en el arranque, pero concentrado en ofrecer una imagen institucional fuerte. Atril, bastón y banda. La ausencia de buena parte de la oposición y el desplazamiento de los periodistas de los lugares habituales permitió que el recinto funcionara como un coro acompasado dispuesto al aplauso y la celebración. Cada frase, cada punto, cada pausa fue acompañada por una audiencia complacida y complaciente.

El tono auto celebratorio dominó buena parte de la exposición. Enumeración de los logros. Ratificación de los fundamentos de la gestión. Repaso de los resultados obtenidos en el plano económico en materia de inflación, déficit fiscal y disminución de la pobreza. Aseguró también haber cumplido con el 90% de las promesas de campaña.

“Estamos en condición de afrontar un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional sin aumentar la deuda bruta. Con el acuerdo vamos a eliminar este año el cepo cambiario”, aseguró entre los conceptos que merecen destacarse.

“El dinero que ingrese del FMI, el Tesoro lo utilizará para pagar su deuda con el Banco Central y terminar con la inflación”, adelantó. Milei prometió un ajuste fiscal mayor y más recortes del gasto público.

Desde el vamos intercaló el discurso leído de quien se pretende estadista con el estilo jactancioso, burlón y standapero que le deleita desplegar.

Cargó duro contra la oposición política, agradeció a sus ministros por “permitirme liderar el mejor gobierno de la historia argentina”, dijo que pieza seguir pasando fuerte la motosierra porque “la motosierra es una política de Estado”.

Se refirió en forma ponderativa a Elon Musk, a quien le regaló una réplica dorada del artefacto en cuestión, para explicitar que su uso, adoptado por el poderosísimo CEO, es una prueba de que la Argentina está a la vanguardia del mundo.

A Axel Kicillof le dedicó una parrafada. Lo acusó de estar en línea con el wokismo jurídico de Zaffaroni y lo convocó a hacerse cargo y resolver los problemas de inseguridad de la provincia o correrse del camino y “dejarnos resolver el problema a nosotros”.

Convocó a la Unidad Nacional, llamó a no politizar el tratamiento de los pliegos de la designación de los jueces, pidió ayuda a los legisladores para ir adelante con los fuertes cambios legislativos que se propone, pero aseguró que lo que no se haga en los próximos meses se hará sí o sí a partir del 11 de diciembre, en obvia referencia al desafío que enfrenta LLA en el año electoral.

Llegado el caso “Lo vamos a hacer solos… No nos vamos a rendir”. “No tenemos una ambición de poder, tenemos una ambición reformista”, aseguró entre los conceptos más salientes.

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