Luciano Benavides, un héroe argentino en el Dakar que tuvo su recompensa: socorrió a un rival malherido y al final fue el más rápido del día


El Dakar ofrece un sinfín de situaciones que, por más que las cuenten de primera mano, son difíciles de imaginar. Por más que sean historias propias de todo campamento, habitado por miembros de equipos, organizadores, periodistas y, obviamente, los propios pilotos. ¿Cuál es la capacidad única que tienen los pilotos de esta particular especialidad para sobrellevar tantas emociones juntas en un puñado de minutos? Las motos corresponden a la categoría reina del Dakar. Sus conductores van a fondo por caminos que no fueron previamente reconocidos, confiando en la hoja de ruta escrita por el organizador, mientras se navega con la tablet y se eluden los peligros que trazan los cortes geográficos.

La vida de esos muchachos está en juego a cada instante. Todos los saben. Por eso, cuando hay algún accidente, el clima cambia abruptamente. Y más un día como hoy, que se conmemora el quinto aniversario de la muerte de Paulo Goncalves, el portugués que falleció aquí en Arabia Saudita, íntimo amigo de los Benavides, por ejemplo. Justamente Luciano, el menor de los hermanos salteños (Kevin ya abandonó la carrera), transitaba la prueba especial cuando vio en el suelo al chileno Pablo Quintanilla. Inmediatamente se detuvo.

El espíritu Dakar invita a todos los competidores a parar cuando encuentran a alguien en problemas. Y el reglamento contempla ese gesto con la devolución del tiempo, en pos de cuidar la salud entre todos los protagonistas.

Junto con Luciano también paró el francés Adrien Van Bereven. Quintanilla estaba tirado, con fuertes dolores en un hombro, aunque algo perdido también. Los dos pilotos que detuvieron la marcha accionaron todos los sistemas de alarma y de emergencia, para solicitar la intervención del cuerpo médico que se traslada por helicópteros.

“Fue un día muy duro. Me sentía muy bien al inicio. Después del primer repostaje de combustible encontramos a Pablo (Quintanilla) en el suelo. Cuando llegamos estaba como dormido, pero estaba bien. Fue una situación difícil. Luego esperamos a que llegara el helicóptero. Lo ayudamos a ponerlo en la camilla y pudimos continuar. La verdad es que cuesta salir de una situación así y a fondo y bien”, explicó Luciano Benavides al llegar al campamento de Riyadh, entre el aeropuerto local y el casco histórico.

-¿Cómo se saca el chip del competidor al ser el auxilio de un rival?

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