Algunos comercios ya se preparan para colgar el cartel “acepto dólares” y sumarse a la competencia de monedas. Aunque, en la mayoría de los casos, con muchas dudas y poca expectativa sobre la respuesta que habrá por parte de los clientes. A fines de febrero arrancarán los pagos en dólares con la tarjeta de débito, una medida que tomó el Banco Central (BCRA) en enero para que los argentinos tengan la libertad de elegir en qué moneda pagar, y que esperan que se implemente sobre todo en concesionarias de autos, casas de electrodomésticos, agencias de turismo y otros rubros relacionados con el comercio exterior.
Una de las mayores incertidumbres gira en torno al débito inmediato programado, una variante que permitirá cuotificar los consumos mediante la tarjeta de débito. A partir del 28 de febrero, el comerciante y el cliente podrán acordar de antemano pagar un producto en cierta cantidad de cuotas fijas. Para eso, se deberán pactar de antemano los montos, el plazo, si será en pesos o dólares, y el consumidor deberá autorizar la operación por única vez. Luego, todos los meses, ese dinero se debitará automáticamente de la caja de ahorro.
Sin embargo, a diferencia de la tarjeta de crédito, los bancos no hacen la intermediación financiera ni asumen el riesgo si el consumidor no tiene el dinero en cuenta para que se debite el pago. “Es una operatoria muy riesgosa para los comercios, ya que entregan el producto o servicio y el cobro depende de que haya plata cuando llegue la fecha de débito”, contó una empresa que conforma el ecosistema de pagos.
Desde una entidad financiera le confirmaron a LA NACION que el comerciante es quien asume el riesgo por falta de pago, y que el banco no intervendrá para cubrir ese faltante. Todavía se está trabajando internamente cómo se van a gestionar los contracargos para estas situaciones, pero es un tema que sigue en desarrollo.
Hay algunos rubros que ya estaban dolarizados hace años. El gran impulsor fue el sector inmobiliario, que en la década de los 70 agregó el signo “US$” por delante del precio de venta, tras el shock inflacionario que había provocado el Rodrigazo. Con el tiempo se sumó el sector automotor, y hoy los valores en moneda dura pueden verse en las plataformas de compraventa. También los comercios que traen productos importados, que van desde tecnología hasta ropa de lujo, y se habilitaron los alquileres en moneda dura desde que el Gobierno derogó la Ley de Alquileres en diciembre de 2023.
“Nuestras ventas son en dólares y ya estamos operando a pleno de esta manera. Quienes tienen cuenta en dólares, les cobramos y les pagamos en dólares. Y quienes tienen cuentas en pesos, les cobramos y pagamos en pesos. Siempre con transferencias bancarizadas”, dijo Hugo Belcastro, el presidente de la Cámara de Importadores y Distribuidores Oficiales de Automotores (CIDOA).
Fabián Castillo, presidente de la Federación de Comercio e Industria de la Ciudad de Buenos Aires, contó que cada día hay más comercios que se adhieren al sistema. Y que se da una especie de efecto contagio. En los centros comerciales de cielo abierto, cuando un local cuelga un cartel anunciando que acepta dólares, el de la vereda del frente decide replicarlo al día siguiente. Para los comerciantes, la clave es que los consumidores tengan a disposición la mayor cantidad de medios de pago disponibles.
“Hay desconfianza por manejar otra moneda que no sea el peso, como ocurrió en su momento con los códigos QR. Pero así como se fue afianzando la digitalización de las compras, lo mismo está pasando en este momento con la compra en dólares. Esta bimonetarización hace que las proyecciones sean más seguras tanto para los clientes como para los comerciantes. En este momento que estamos viviendo, los locales necesitan una motivación más para que la gente saque esos dólares que quizás tenía guardados y los ponga en el consumo, sobre todo ahora que las cotizaciones se mantienen en los mismos valores”, completó.
Un panorama más claro espera tener la semana que viene la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC), cuando se reúna la Comisión de Comercio y debatan los pagos en dólares. Ven con buenos ojos la medida, pero hay dudas. Las empresas más grandes están en la búsqueda de información sobre cómo implementarlo, mientras que muchas otras dicen no estar interesadas.
La cadena de electrodomésticos Frávega es una de las primeras empresas que confirmó que incluirá el pago con tarjeta de débito y Debin en dólares, pero sin el cuotificado. Sin embargo, no tienen muchas expectativas sobre el impacto que tendrá en el consumo, ya que hoy el 70% de las compras se realizan con tarjeta de crédito en cuotas.
Desde Tiendamia, la plataforma que permite traer productos del exterior hacia la Argentina, contaron que se anticiparon a la nueva normativa y que desde fines de enero ya aceptan los pagos en dólares con tarjeta de débito y crédito en la plataforma. “Nuestra prioridad es ofrecer a los clientes la mayor cantidad de opciones y posibilidades para que puedan tener el producto que desee, sin que su lugar de residencia sea una barrera”, dijo Santiago García Milán, country manager de Tiendamia para Argentina y Perú.
Un caso similar ocurre con Despegar, que desde el año pasado acepta pagos en pesos y dólares para los viajes internacionales. También sumó hace meses la posibilidad de pagar un viaje al exterior en tres cuotas sin interés, a pesar de que todavía están prohibidas las cuotas en el exterior por el cepo cambiario. Para esquivar las restricciones, la compañía ideó la financiación propia, con la condición de que el cliente tiene que completar el pago siete días antes de embarcarse en el avión. Este caso es el que tomó como ejemplo el BCRA para implementar el Debin programado.
“Celebramos las medidas que faciliten las opciones a los viajeros y les otorguen más y mejores soluciones. En Despegar nos adelantamos y el año pasado tuvimos dos proyectos innovadores que nos permitieron ofrecer una propuesta diferencial versus el resto del mercado. Somos bimonetarios desde hace varios meses”, cerró Paula Cristi, gerente general de Despegar para Argentina y Brasil.
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