Las resoluciones de la Asamblea del Año XIII: el primer feriado y la prohibición de los azotes en las escuelasPor Adrián Pignatelli

Se vivían tiempos políticos convulsionados. El 8 de octubre de 1812 había caído el Primer Triunvirato por la acción de los miembros de la Logia Lautaro -se considera que el fue el primer golpe militar desde 1810- y el Segundo Triunvirato dio nuevos bríos a la cuestión de armar el proceso de declarar la independencia y de dictar una Constitución, respetando así el acta firmada a las tres de la tarde del 25 de mayo de 1810.

Había un nuevo gobierno, muchos respiraron aliviados cuando se conoció el triunfo de Manuel Belgrano en Tucumán, y era necesario encaminar el rumbo de la revolución. Así nació la Asamblea de las Provincias Unidas del Río de la Plata. La del año XIII.

El 31 de enero de 1813, a las nueve de la mañana, inauguró sus sesiones. La ceremonia se hizo en el Fuerte, donde estuvieron todos: las autoridades civiles, los jefes militares, los dignatarios eclesiásticos y vecinos.

Luego, caminaron unos pasos y asistieron a la misa en la Catedral para pedirle ayuda a Dios. Una vez terminado el oficio religioso, se tomó el juramento a los diputados, que lo hicieron de dos en dos, apoyando sus manos en los Santos Evangelios.

Después todos se dirigieron a la sala del Consulado, en las actuales calles San Martín y Mitre (donde hoy se levanta la sede del Banco de la Provincia de Buenos Aires). Una vez ubicados los diputados, los miembros del gobierno se retiraron. La inauguración culminó con una salva de artillería.

Dos horas después, el gobierno recibió la primera comunicación de los diputados: que en ella residía la representación y ejercicio de la soberanía de las Provincias Unidas del Río de la Plata y que el gobierno debía concurrir a reconocer a dicha asamblea y prestar obediencia, tal cual debían hacerlo los demás poderes. Se eligió como su presidente a Carlos de Alvear y secretarios a Valentín Gómez e Hipólito Vieytes.

Los diputados sesionaban por la mañana. Comenzaban a las 9 en verano y a las 10 en invierno y lo hacían por unas cinco horas, con un cuarto intermedio. Las sesiones públicas se desarrollaban los martes, miércoles y viernes, y el resto de los días se reservaban a las deliberaciones secretas.

Los diputados eran considerados “de la Nación” y no de las provincias; así Monteagudo representó a San Luis, Alvear a Corrientes y Larrea a Córdoba, por ejemplo. Se les fijó una dieta de 1500 pesos y el cargo no era incompatible con sus empleos, pero debían optar por cobrar la dieta o su sueldo.

Todo lo resuelto se daba a conocer a través de El Redactor de la Asamblea, un diario que reproducía el trabajo de los diputados. Su primer número salió el sábado 27 de febrero de 1813 y era dirigido por fray Cayetano José Rodríguez. El último número salió el 30 de enero de 1815.

Una de las primeras disposiciones
Una de las primeras disposiciones estuvo referida a la esclavitud. Los hijos de esclavas nacerían libres

Su primera medida importante la tomó el 2 de febrero. Estableció que los niños que nacieran desde el 31 de enero de madres esclavas, fueran considerados libres. Los porteños se enteraron de esta medida el día 3 cuando el bando fue colgado en distintos puntos de la ciudad. El proyecto inicial era mucho más ambicioso: declarar libres a todos los esclavos, medida que provocó airadas protestas del vecino Brasil, una de las naciones que más se beneficiaba con este vil comercio, donde sostenían que todos sus esclavos se fugarían para estos lares para obtener su libertad.

Dos días después, Buenos Aires estuvo de fiesta. Repique de las campanas de las iglesias y salvas de artillería cuando llegó la noticia del triunfo de los granaderos de José de San Martín en San Lorenzo, festejos que se reeditaron el 3 de marzo por la tarde cuando se supo el resultado de la batalla de Salta.

Se tiró la ciudad por la ventana: tres días seguidos de iluminación del cabildo, la recova y la flamante pirámide, bailes callejeros, mucha música y fuegos artificiales. Ese día hasta las diez de la noche desde el Fuerte se dispararon los cañones, todo con el beneplácito de la iglesia, ya que ese era el primer día de la cuaresma: dejó que se armase una pista de baile en plena plaza donde “los vecinos decentes” dieron rienda suelta a la fiesta y al jolgorio. Se organizó una corrida de toros y el 14 llegaron las tres banderas capturadas a los españoles, y antes de ser exhibidas se las llevó al recinto donde sesionaban los diputados.

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