Nuestros cerebros nos ayudaron a sobrevivir como especie por más de 300.000 años. Gran parte de la historia de la humanidad la pasamos un 85% en el exterior con desafíos mentales y físicos extraordinarios. Hoy las cosas son distintas, pasamos el 7% de nuestro tiempo al aire libre y las amenazas llegan de un modo de vida sedentario, plagado de azúcar, alcohol, alimentos ultra procesados y exceso de conectividad. Todo esto, placentero en el momento, está rompiendo el delicado balance químico en nuestro cerebro. Tj Power, neurocientífico, fundador de la startup de neurociencias Neurify, publicó este enero “The DOSE Effect”. DOSE (Dosis, en Inglés) es un acrónimo de los cuatro químicos principales responsables por nuestro bienestar: dopamina, oxitocina, serotonina, endorfinas. El autor sostiene que no reparamos en la gran conexión que tiene el mal humor, depresión, ansiedad y estrés con los desequilibrios químicos en nuestro cerebro y que tenemos el poder de activar estos “químicos de felicidad”.
Para elevar la dopamina hay que enfocarse en el esfuerzo en detrimento de la gratificación instantánea, tenemos que “ganárnosla”. La dopamina afecta nuestro campo motivacional y cuando hacemos un esfuerzo aparece para premiarnos para que sigamos adelante. Hoy en día está siendo secuestrada por conductas como la comprar online, consumir snacks, scrollear redes sociales, que generan un pico de dopamina breve que se difuma rápido. Para optimizarla de manera natural hay que ir por tareas orientadas a resultados (levantarnos y hacer la cama o resolver algo antes de mirar el móvil, por ejemplo). El segundo químico es la oxitocina, encargada de reforzar nuestras conexiones humanas construyendo sentimientos de confianza. En el pasado impulsaba la cooperación y cercanía en la comunidad, amenazadas hoy por una vida más individualista. El contacto físico, por ejemplo, abrazar a alguien por cinco segundos, eleva nuestra oxitocina. También aprovechar los momentos con otros sin distracciones, priorizar el contacto visual y la escucha activa. Cualquier acto de altruismo, ayudar a alguien, agradecer o cualquier comportamiento pro social son poderosos. Tercero, la serotonina, considerada un antidepresivo natural. Históricamente estar al aire libre, con luz solar y la comida sana la impulsaban, hoy, puertas adentro y con dietas menos balanceadas, notamos su falta con cambios de humor y fatiga. Con solo cinco minutos de sol, o con 10 a 15 min en días nublados en el exterior podemos generarla. También priorizando la salud de la flora digestiva. Sirve también “pensar menos”, todo lo contrario a sobre pensar, que resulta en pensamientos negativos. Un tip fisiológico: hacer una doble inhalación por la nariz y una exhalación por la boca, de tres a cinco veces, ahuyenta los pensamientos intrusivos. Finalmente, las endorfinas, encargadas de aliviar el dolor. Son impulsadas por la actividad física y por la risa, ponerse en movimiento, aunque sea 10 minutos y exponernos a situaciones de risa son aliados. La felicidad no es aleatorio, sino que tiene raíces profundas en estos químicos cerebrales que tenemos la posibilidad de comandar.
Los comentarios están cerrados.