Diez en lo fiscal, 7 a la política monetaria y 4 a la cambiaria. Así definió el exministro Hernán Lacunza a la gestión económica de los primeros 15 meses de gobierno de Javier Milei. Fue en una presentación hoy al mediodía en el Hotel Libertador, donde alertó por el “amesetamiento” del nivel de actividad tras la “V” del segundo semestre de 2024 y por la dinámica del atraso cambiario.
“Por primera vez en mucho tiempo, la Argentina puede enfrentar un año con números verdes en variables de bienestar. Eso no fue magia”, apuntó el exministro de Economía, al elogiar cuestiones como el “equilibrio fiscal” y la “prudencia monetaria” del Gobierno.
“Eso es tener las raíces mejor formadas. En 2023, para tener números verdes, se desequilibraron todas las raíces”, agregó el economista en referencia al “plan platita” y otras iniciativas de estímulo implementadas durante la gestión de Alberto Fernández, con Sergio Massa como ministro y candidato presidencial.
Al celebrar la convicción fiscal del Gobierno, Lacunza destacó: “Esto no es tener todo resuelto, pero si no empezamos por ahí, no funciona. Es poco, pero no es obvio para la Argentina”. Fue en una presentación durante un almuerzo organizado por el Rotary Club, donde insistió: “Hoy se discute menos necesidad de déficit fiscal, la prudencia monetaria y vivir integrados al mundo. Ese es un trípode que no teníamos hace tres años”.
Lacunza destacó la baja de 5 puntos en el déficit fiscal en 2024 y aseguró: “No sé si nosotros hubiéramos sido capaces de lograrlo”. A su vez, sumó una advertencia, en una retrospectiva a la gestión de Cambiemos entre 2015 y 2019: “Es equilibrio fiscal. No sobra nada. No cometamos el error de bajar impuestos sin bajar el gasto, porque fue un error que se pagó en 2018″.
Sin embargo, advirtió por la tendencia a la apreciación del tipo de cambio oficial y remarcó que la “normalización” del mercado cambiario es una de las cuestiones “pendientes” del Gobierno. “A este tipo de cambio, hay más demanda que oferta, por eso no se desarma el cepo. ¿Y por qué pasa eso? Porque hace 15 meses que se está atrasando”, planteó Lacunza.
Al describir las “señales” que ilustran un contexto de atraso, se refirió a la dinámica en las fronteras: más argentinos comprando en Chile que chilenos en Mendoza, o menos uruguayos cargando nafta en las estaciones de servicio de Entre Ríos. “Esto no es anécdota. Cuando todas las señales son las mismas, no se trata de una anécdota, sino de algo sistémico”, concluyó.
En ese sentido, recordó que él fue quien reinstauró el cepo, en 2019, pero advirtió: “El cepo es un torniquete, que tiene que durar lo menos posible. No estés cinco años así, porque te agarra trombosis. Cuanto más tardás, no es más barato, es más caro”.
Si bien reconoció que un contexto de superávit fiscal tiende a apreciar la moneda, agregó: “¿Quién dijo que con equilibrio fiscal el tipo de cambio es de $1070? Como dice el Gobierno, es imposible saber el tipo de cambio de equilibrio: si el que dice ‘hay atraso’ no sabe, el que dice ‘no hay atraso’, tampoco”.
Para avanzar, afirmó que el desarme del cepo debería ser gradual: “Ir probando operaciones que hoy están restringidas, para ver qué valor surge de ahí”.
Sin hacer referencias concretas a la negociación en curso con el FMI, Lacunza advirtió por la “luz amarilla” que entrega el déficit de cuenta corriente y la dificultad del BCRA para acumular reservas: “Mandan los flujos, no importan tanto los stocks”.
“Para que esto sea sostenible, hay que generar dólares por la cuenta corriente, por la economía real, por lo que uno exporta, no por deuda. La deuda puede ser un puente”, dijo el exministro, y calificó al cepo como una “zona de confort” para la política pública: “El cepo a corto plazo es eficaz para contener el tipo de cambio oficial y bajar la inflación de 25% mensual a 2% mensual”.
De corto plazo, anticipó que la inversión seguirá “anémica” mientras siga vigente el cepo cambiario, y que el consumo seguirá “parsimonioso”. “El ingreso disponible hoy es en promedio 13% menor al de hace 15 meses, pero el de ese momento era mentira por el plan platita. Por eso el consumo rebota, pero no tanto”, describió el economista al analizar el impacto de los ajustes de tarifas y la inflación sobre los ingresos de los hogares argentinos.
Al mismo tiempo, describió que es “mejor ir a 60 y no a 100″, en referencia a la posibilidad de tener consistencia y lograr crecimiento sostenido en el largo plazo. Es lo que llamó el ‘Desafío Colapinto’: “Es tan importante ir rápido como no chocar en todas las curvas”.
“El desafío es que el salario en dólares suba. Pero si sube de US$500 a US$1000 en un año es muy rápido. Y es probable que al año siguiente vuelva a US$500. Los caminos nunca son lineales. Y ojo con el argumento de ‘Voy a ser competitivo por las reformas’. Hay que atender al orden. El mercado se equivoca, pasa de largo y pierde, pero el Gobierno tiene 47 millones de pasajeros atrás”, aseguró.
“En el trayecto, el tipo de cambio importa, porque abrir la economía con un tipo de cambio no adecuado ya lo hicimos. Y no va a pasar el cambio de matriz económica: el trabajador textil de Merlo no se va a mudar a Neuquén o a Salta para trabajar en una mina. Eso no pasa. Y para llegar a 2030 y que lleguen los dólares de la minería, hay que ganar tres elecciones. Y si el desempleo crece, eso es más difícil”, concluyó.
Por último, dejó un mensaje hacia la dirigencia de Pro, el espacio político que integra, hoy en tensión por fugas y una eventual convergencia con La Libertad Avanza: “Me parece bien definir bien quiénes somos. Es mejor ser el rincón liberal republicano”.
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