La odisea de la selección de Bilardo en la India: anécdotas y vivencias de un viaje increíblePor Eduardo Bolaños
Viaje a lo desconocido. Fue el nombre de una serie de gran éxito en buena parte del mundo a fines de la década del ‘70. El mismo título, 15 años más tarde, se le pudo haber aplicado a aquella aventura de la selección argentina, cuando se embarcó en un viaje increíble hacia la India, para disputar la Copa Nehrú. El programa, que se emitió por muchos años, tenía elementos de fantasía, ciencia ficción y terror. Lo mismo que atravesaron Carlos Salvador Bilardo y sus muchachos, en una experiencia inolvidable en el plano humano, pero poco productiva en lo deportivo.
El desafío de Calcuta. Lejana, extraña, sorprendente. Apenas habían pasado tres días del inicio del ‘84, cuando el plantel emprendió la travesía. Al estilo del Narigón, en la misma jornada en que abordaron el avión, hubo práctica en doble turno. Por lo menos les quedaba cerca del aeropuerto: se entrenaban en el campo de deportes de la Federación de Empleados de Comercio, en la zona de Ezeiza. Tiempos donde era una quimera pensar en el predio propio que ahora tiene la AFA.
Ese mismo día quedó confirmada la baja de Oscar Ruggeri. Fue probando intensamente, pero los dolores persistían y fue suplantando en la lista por Hugo Issa, zaguero de Estudiantes de La Plata, quien no pudo sumarse inmediatamente a la comitiva. Debió someterse a un tratamiento médico específico para estar a cubierto de algún posible problema de salud en la India.
“Después de un entrenamiento, a fines del ‘83, Bilardo nos comentó que a principios del año siguiente se iba a disputar un torneo en la India y nos preguntó si queríamos ir. Por supuesto que todos respondimos que sí y así fue armando el plantel que realizamos ese viaje tan recordado”. Así lo recuerda Julián Camino, en diálogo con Infobae. Él era uno de los futbolistas que el entrenador más conocía, por haberlo tenido en el excelente equipo de Estudiantes campeón del torneo de Primera División 1982.
En las últimas horas del martes 3 de enero, comenzó la travesía. Primero con una escala en Río de Janeiro para arribar a una congelada Nueva York, con más de 30 grados de diferencia con el verano argentino. “El viaje fue muy extenso”, evoca Camino, que recuerda que en esa época los viajes eran en clase turista, “algo que no ocurre en la actualidad con los jugadores”. El Narigón no quería perder ni un minuto. En esa ciudad iban a estar apenas un día, pero igual decidió hacer un entrenamiento liviano. No había chances de realizarlo en ningún sitio, por la lluvia y el frío, entonces se utilizó uno de los inmensos salones del hotel.
Al día siguiente, llegó el momento de la práctica al aire libre, que no sería en un lugar cualquiera, como lo relata Camino: “Nos levantamos temprano y después de desayunar, fuimos a correr un poco bajo las órdenes del profe Echevarría. Lo hicimos en el Central Park con un frío terrible (risas). Luego se armó un pequeño picado. A la tarde, tuvimos un rato libre y pudimos salir a caminar para conocer esa gran ciudad”.
En su excelente libro “Memorias de un periodista deportivo”, el colega Héctor Vega Onesime describió el momento con precisión: “Los movimientos gimnásticos se efectuaron en medio de un paisaje de armoniosa belleza. Escenografía resplandeciente y bucólica: un lago cristalizado, árboles pelados, hojas secas crujiendo en el suelo, palomas aburridas, al fondo un puente y, más allá, majestuoso, el palacio Belvedere. Pero Manhattan no deja estirar demasiado el plácido descanso. De ponto irrumpieron dos patrulleros, auxiliados por sendos perros de gran tamaño. Rastrearon, interrogaron e investigaron. Un transeúnte informó: ‘Esta madrugada una señora que cruzaba el parque fue asaltada por unos forajidos que la apuñalaron. Está internada grave. Los policías quieren apresar a los agresores’”.
Otra vez el aeropuerto para desandar la última parte del trayecto, no menos extensa y agotadora: Nueva York-Londres- Nueva Dehli-Calcuta. Y allí, el impacto para toda la delegación. Entre ellos, Víctor Hugo Morales, quien transmitió para radio Mitre y así lo recordó para Infobae: “Sencillamente fue un aprendizaje de vida. Estuve mucho tiempo en Calcuta. La pobreza era abrumadora en determinadas zonas, pero la maravillosa cordialidad de la gente, también hacía la diferencia. Era extraño el contraste entre el hambre y las vacas sagradas. Había un muy buen teatro para la música, donde vimos unas bandas espectaculares junto al querido colega Tito Junco. Era difícil asimilar que hubiera taxis humanos: un carro y una persona corriendo para trasladarlo. Cada vez que leo buenas noticias de la India, que se ha superado mucho, siento una inmensa alegría”.
En esa dirección transcurren también las palabras de Julián Camino: “La India es un lugar increíble. Tuve la suerte de estar en tres oportunidades, incluso jugué allí durante tres meses unos años más tarde. Cada vez que lo visitas, te sorprende, empezando por el dolor que te provoca observar como vive gran parte de la población, en medio de una pobreza terrible. Es un país para recorrer y conocer, así cuando uno regresa al suyo, puede valorar lo que tiene”.
Tampoco eran sencillas esas transmisiones desde lugares tan distantes hace más de 40 años: “Lo atábamos con nudos. Primero había que hacer el contacto con la central de teléfonos local. Creo que desde allí se hacía un enlace vía Madrid, pasábamos por Río de Janeiro y finalmente nos ponía al aire la telefónica de Argentina. Extraño aquella orfebrería donde éramos artesanos del aire”, rememora Víctor Hugo.
Fue victoria por 1-0, pero sin conformar a nadie. Ni siquiera el hecho de ponerse en ventaja con el gol de Burruchaga a los 10 minutos, le otorgó tranquilidad. La formación fue: Nery Pumpido; Julián Camino, Héctor Cúper, Rubén Agüero y Oscar Garré: Ricardo Giusti, José Daniel Ponce, Jorge Burruchaga, Alberto Márcico; Víctor Ramos y Ricardo Gareca. Dos días más tarde, la historia no solo no cambió, sino que estuvo cerca de empeorar: Otra vez un éxito por la mínima, con tanto de Gareca a poco del final, para superar al débil conjunto local.
Eran pocos los periodistas que habían viajado por los medios nacionales. Algunos de ellos, tuvieron la chance de participar en determinadas prácticas, como el caso de Víctor Hugo: “Yo no era un mal jugador, pero allí pude constatar la increíble diferencia entre un profesional y un amateur. Me vino una pelota. Al llegarme, divisé a Clausen como a seis metros. La paré con la suela y cuando quise mirar a quien dársela, en apenas un segundo, pasó el defensor de Independiente como un tren en una estación que no para y se la llevó. Quedé pasmado de admiración”.
Los comentarios están cerrados.