La jugada de Jorge Macri para controlar una silla caliente que se devoró a seis ministros en menos de siete años

Durante todo febrero, el gobierno de Jorge Macri intentó darle continuidad a Waldo Wolff como ministro de Seguridad en medio de una crisis por el manejo de los presos que atraviesa tanto a la ciudad de Buenos Aires como a la Nación.

Según el teléfono que se consulte, la responsabilidad de las constantes fugas de presos de las comisarías porteñas es de Wolff o de Patricia Bullrich. Las chicanas de un lado y otro fueron reiteradas y en muchos casos desleales. Porque en la política todo vale.

El ahora ex ministro escenificó la crisis en su paso por la Legislatura la semana pasada, cuando mostró en las condiciones que vivían los reclusos en las superpobladas dependencias de la Ciudad. No le alcanzó para frenar un conflicto que no paró de escalar en los últimos meses y evitar ser el fusible.

Wolff se perfilaba como cabeza de lista de los legisladores del macrismo porteño en las próximas elecciones del 18 de mayo. Por eso Jorge Macri trató de protegerlo hasta las últimas consecuencias. Después de dar su mensaje de apertura de sesiones, durante el fin de semana decidió su salida, que se comunicó este lunes.

Por la tarde, Wolff y Macri se reunieron para cerrar el capítulo como ministro, que se extendió por casi 15 meses. La relación entre ambos sigue siendo de respeto, e incluso mantienen una larga amistad desde hace años, aseguran quienes los conocen.

El jefe de Gobierno lo despidió con un agradecimiento en X «por su entrega e incansable trabajo» y dijo valorar «profundamente su dedicación». Fue él quien lo convenció en su momento para sumarse al PRO y caminar la arena política.

El cambio de ministro, además de un movimiento preelectoral, representa una jugada diferente desde lo estratégico. A Wolff, un político que lleva más de una década ocupando diferentes cargos, lo reemplaza un hombre que conoce la fuerza desde adentro, como Horacio Giménez, ex jefe de la Policía Metropolitana cuando Mauricio Macri era jefe de Gobierno porteño. La opinión del ex presidente, claro está, talló.

«Se le está dando el control del ministerio a un hombre de la policía, saliendo de la conducción civil política», comentaron fuentes porteñas sobre el reemplazo elegido para Wolff. No disimulan que la proximidad de la elección influyó en la decisión.

«Es un cambio táctico acordado entre Jorge y Waldo teniendo en cuenta el calendario electoral de este año», argumenta, dejando abierta una puerta a una candidatura del ex vicepresidente de la DAIA. Giménez, en tanto, llega con un antecedente polémico en su paso por la función pública: en 2013 lideró un operativo en el Hospital Borda en el que se reprimió a manifestantes. En 2016 fue absuelto por la Justicia.

Un ministerio que se volvió difícil de controlar

El puesto de ministro de Seguridad ha traído enormes dolores de cabeza a los gobiernos porteños de los últimos tres mandatos. Por citar algunas salidas intempestivas, sobresalen la de Martín Ocampo, en noviembre de 2018, por el fallido operativo de seguridad del River-Boca que se tenía que jugar en el Monumental por la final de la Copa Libertadores y que se terminó mudando a Madrid.

Lo reemplazó Diego Santilli, que absorbió el ministerio desde su cargo al frente de la vicejefatura de gobierno. Con una gestión bastante ordenada, valorada por Horacio Rodríguez Larreta, terminó dejando el puesto para ser candidato a diputado en la provincia de Buenos Aires a mediados de 2021.

Lo sucedió su segundo, Marcelo D’ Alessandro, respaldado por su trabajo hasta que tuvo que renunciar en marzo de 2023, involucrado en chats que lo vinculaban a un viaje empresario a Lago Escondido. Lo reemplazó un histórico como Eugenio Burzaco, que duró poco: mientras un crimen en Palermo conmocionaba a la opinión pública, en agosto, Burzaco miraba en Nueva York el US Open de tenis.

Tras su despido, en el último trimestre de gestión larretista en la Ciudad, llegó Gustavo Coria, un hombre de Santilli que casi no tuvo tiempo para mostrar logros en su trabajo porque cambió el gobierno y Jorge Macri arrancó en diciembre con una apuesta como Wolff y un segundo de largo recorrido político como Diego Kravetz.

La relación entre ellos nunca fue buena y Kravetz terminó dejando el gobierno porteño a fines del año pasado para asumir en la SIDE, en la administración nacional. Ahora se va Wolff y llega Giménez, con un perfil diferente y el objetivo de controlar una fuerza porteña en crisis, por las fugas constantes de presos pero también por las denuncias de connivencia entre reclusos y la propia Policía.

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