La amenaza de una nueva escalada en el Cáucaso, las reformas de Milei y una inesperada polémica que involucró a Messi
El tiempo y el nuevo contexto internacional no parecen estar jugando a favor de Armenia, pero su presidente no pierde la calma. Después de un 2024 en el que había optimismo de alcanzar un tratado de paz con Azerbaiyán después de más de tres décadas de conflicto, el proceso parece haberse enfriado y otra vez se habla del riesgo de una escalada.
“Desde principios de año, la retórica empleada por Azerbaiyán es bastante preocupante, incluso demasiado agresiva. Sin embargo, nuestra postura es firme: debemos seguir trabajando”, señaló el presidente Vahagn Khachaturyan a LA NACION, durante una visita a Buenos Aires.
Todavía no recuperada después de la última escalada en la que Azerbaiyán tomó y vació de población armenia el enclave de Nagorno Karabaj, Armenia intenta por todos los medios no darle un pretexto a su empoderado vecino para otro choque bélico.
Exrepública soviética que había dependido históricamente de Rusia para su seguridad, Armenia empezó en los últimos años un acercamiento a Occidente para conseguir la protección que Moscú ya no le estaba dando. El 12 de febrero pasado el Parlamento aprobó un plan para iniciar el largo proceso de adhesión a la Unión Europea. Y al mismo tiempo mira a Washington, que durante 2024 fue el principal promotor del diálogo de paz con Azerbaiyán. Pero la llegada de Donald Trump, con lo que parece una voluntad de no involucrarse en zonas de influencia de Vladimir Putin como el Cáucaso Sur, vino a cambiarlo todo. Aunque Khachaturyan no se desespera: “Lo mejor es esperar”.
Durante su paso por Buenos Aires, escala de una visita a la región que tenía como objetivo central asistir a la asunción de Yamandú Orsi, Khachaturyan también fue recibido en la Casa Rosada por Javier Milei y tuvo algunas palabras de elogio. Las de Milei “son reformas difíciles, incluso dolorosas, pero si no se llevan a cabo, los problemas podrían agravarse en el futuro”, señaló.
–Me gustaría empezar preguntando por el estado de las negociaciones con Azerbaiyán. ¿En qué punto están actualmente?
–Es la pregunta más importante. Hay un diálogo que, si bien no tiene el nivel ni la intensidad que nos gustaría, sigue desarrollándose. Se llevan a cabo negociaciones entre el primer ministro de Armenia y el presidente de Azerbaiyán, así como entre las dos cancillerías. La cuestión primordial para nosotros es la delimitación de las fronteras. Creo que tuvimos un avance importante el año pasado, ya que logramos delimitar 12 kilómetros de la frontera y establecer una reglamentación en base a la cual las delegaciones de ambos países trabajarán. Este año, los jefes de ambas delegaciones también se reunieron en la frontera, lo que nos inspira confianza en que podemos avanzar en el proceso. Esto contribuirá a la firma de un tratado de paz entre ambos países. También me gustaría mencionar que, desde principios de año, la retórica empleada por Azerbaiyán es bastante preocupante, incluso demasiado agresiva. Sin embargo, nuestra postura es firme: debemos seguir trabajando y encontrar soluciones dentro del marco de las cuestiones que nos preocupan en este proceso. En este momento, esta es la situación.
–¿A qué atribuye el aumento de una retórica más agresiva por parte de Azerbaiyán? ¿Cree que está relacionado con el cambio de administración en Estados Unidos?
–No es algo que descartemos, pero no queremos centrarnos en calificar la situación, sino en el trabajo que debemos realizar. Si nos enfrascamos en ese tipo de discusiones, no podremos avanzar. Nuestra principal preocupación es neutralizar todas las amenazas existentes. Después de una larga pausa, hemos recibido una respuesta de Azerbaiyán a nuestras propuestas, y nosotros también les presentaremos nuestras contrapropuestas en breve. Nuestra intención es evitar generar una tensión innecesaria en nuestras relaciones. Los problemas ya son suficientes; lo importante es encontrar soluciones.
–¿Cuáles son los principales obstáculos para alcanzar esas soluciones?
–Desde Azerbaiyán hay una preocupación respecto a la presencia de representantes de terceros países en la frontera, ya que actualmente la frontera de Armenia está siendo monitoreada por observadores de la Unión Europea. Nosotros tenemos propuestas sobre cómo imaginamos la solución a esta cuestión y se las presentaremos. Por otro lado, está el tema de los recursos presentados por Armenia ante la justicia internacional. Estas son las dos principales cuestiones que han surgido en relación con el tratado de paz. Además, Azerbaiyán ha emitido una propuesta sobre reformas en la Constitución de Armenia. En agosto pasado, nuestra Corte Constitucional, cuando evaluó la constitucionalidad del proceso de delimitación, ya respondió a esta cuestión y ha establecido que la Constitución no puede ser un obstáculo para la firma de un tratado de paz. Si el tratado se firma, la Corte Constitucional deberá pronunciarse al respecto, dado que se trata de un acuerdo internacional. Si determina que no hay contradicción con la Constitución, no habría problemas. Si, en cambio, señala alguna contradicción, entonces deberemos encontrar una solución. Nuestra postura es clara: la Constitución no debe impedir este proceso y, hasta el momento, no hay nada que lo obstaculice.
–¿Cree que Azerbaiyán está buscando algún pretexto para frenar el proceso y provocar una nueva escalada?
–El riesgo de escalada siempre está presente mientras no tengamos un documento firmado, como lo ha estado desde 1991. No quiero hacer valoraciones sobre las causas, ya que todos podemos especular. Nuestra posición es clara: no generar tensión innecesaria. Seguimos negociando y debemos continuar con el proceso. Eso es lo más importante.
–Si tuviera que definir si estamos más cerca de un acuerdo de paz o de una escalada, ¿cuál sería su respuesta?
–Es mi opinión personal, pero creo que estamos más cerca de alcanzar un acuerdo.
–Hay una voluntad política de iniciar un proceso de adhesión a la UE. Usted mencionaba antes la presencia de observadores. ¿Qué riesgos y obstáculos observa en este proceso?
–La idea de formar parte de la UE ha estado en la agenda de Armenia desde los años 90. Los valores que promovemos y que están reflejados en nuestra Constitución son los valores europeos y occidentales: derechos humanos, libertad de expresión, libertad de empresa. Ese es el camino hacia el desarrollo de nuestro país. Actualmente, tenemos la oportunidad de profundizar nuestras relaciones con la UE y estamos trabajando en conjunto en ello. Esto representa el futuro de los armenios. Por supuesto, existen riesgos, tanto de índole económica como en la percepción de la sociedad. Hay incertidumbre sobre lo que ocurrirá si damos pasos más concretos y firmes hacia la UE, ya que tradicionalmente hemos mantenido relaciones comerciales con otros países. Nuestros empresarios suelen preferir comerciar en entornos similares al nuestro. Con la UE, la dinámica es distinta: debemos evaluar las posibilidades de nuestro mercado, qué porcentaje puede integrarse al mercado europeo y cómo adaptarnos a los estándares de calidad. Además, formamos parte de la Unión Económica Euroasiática, lo que nos permite mantener relaciones económicas libres con ciertos países. No nos apresuramos, vamos paso a paso. Lo más importante es estar preparados para la integración, sobre todo en términos económicos. En cuanto a la reforma de las instituciones políticas, Armenia lleva años avanzando en ese aspecto. La cooperación bilateral con la UE también ha sido exitosa. Por ejemplo, la misión de observación de la UE contribuye significativamente a la seguridad de Armenia, y esto es un hecho innegable. No solo lo valoro como representante del Estado, sino que también lo perciben las personas que viven en las zonas fronterizas. Estamos trabajando con los europeos para fortalecer las capacidades de Armenia y aumentar nuestro nivel de seguridad.
–¿Y la posible amenaza de Rusia? Otros países de la región, como Ucrania y Georgia, han sufrido represalias tras intentar acercarse a Europa. ¿Qué temores tienen?
–Sí, ese factor está presente. Pero lo veo así: es una experiencia por la que debemos pasar. Ser un país soberano, independiente y libre tiene un precio. Se puede optar por la comodidad, pero un día te das cuenta que sos un Estado sin independencia y sin capacidad de tomar sus propias decisiones. Georgia seguirá avanzando hacia la UE porque no tiene alternativa. Ucrania enfrenta otra realidad: su prioridad es instaurar la paz. Pero su decisión de luchar por ser un país soberano, independiente y libre es clara, y siguen luchando por ello.
–Con Trump en la Casa Blanca, se perciben señales de acercamiento a Putin y una menor presencia estadounidense en zonas de influencia rusa. ¿Cómo afecta este contexto a Armenia?
–Prefiero no hacer valoraciones apresuradas. Lo mejor es esperar. No apurarnos y adivinar lo que pueda pasar. No es que estoy evitando responder a su pregunta, creo que todo esto acaba de empezar. Le puedo hablar desde nuestro ejemplo. En 30 años hemos pensado muchas veces que la solución a nuestras relaciones con Azerbaiyán estaba cerca, pero por distintos factores, el conflicto se ha prolongado más de tres décadas. La prioridad es encontrar soluciones pacíficas.
–La presidencia de Trump también agrega un factor de caos e impredecible al mundo. ¿Cuál cree que es la mayor amenaza hoy para Armenia?
–La amenaza siempre es la misma: contra nuestra soberanía, libertad e independencia. En situaciones de tensión, debemos ser aún más cuidadosos y tomar decisiones equilibradas.
–¿Qué avances ha habido con Turquía?
–Un avance que puedo mencionar es que tenemos reuniones de alto nivel con distintos funcionarios turcos. Sin embargo, Turquía vincula el progreso de sus relaciones con Armenia al avance en las relaciones entre Armenia y Azerbaiyán, por lo que actualmente estamos en una situación de pausa. También depende del interés que tenga Turquía en la paz en la región y en la apertura de fronteras. Oficialmente, sus declaraciones respaldan la paz y la apertura de fronteras, pero en la práctica no se han dado pasos concretos.
–Usted tuvo la oportunidad de reunirse con el presidente Milei. ¿Qué opinión tiene de él? ¿Recibió algún gesto específico?
-Viajé a América Latina para asistir a la asunción del presidente de Uruguay y quise aprovechar la oportunidad para encontrarme con el señor Milei, considerando las relaciones entre nuestros pueblos y países. Como profesional y economista, observo con interés lo que está ocurriendo en Argentina. El país atraviesa una situación económica compleja y necesita reformas. Milei, junto con su gobierno y su equipo, está intentando implementarlas. Son reformas difíciles, incluso dolorosas, pero si no se llevan a cabo, los problemas podrían agravarse en el futuro. Nosotros atravesamos una situación similar, no solo una vez, sino después del colapso de la URSS y también en 2018, tras la Revolución de Terciopelo en Armenia. Hasta ese momento, teníamos muchas complicaciones con la corrupción, lo que tuvo un impacto trascendental en el desarrollo del país. Ahora estamos implementando reformas similares, que en algunos casos pueden ser dolorosas, pero sin ellas no hay desarrollo. Mi valoración del trabajo de Milei se da en ese contexto. Por supuesto, los ciudadanos también deben contribuir apoyando a las autoridades para que las reformas tengan un efecto más rápido.
–En diciembre pasado hubo un episodio que pasó desapercibido en Argentina, pero imagino que no en Armenia: la visita de Lionel Messi a Bakú, donde dejó una ofrenda floral en la tumba del padre de Aliyev. ¿Cómo fue la reacción?
-Por supuesto, en Armenia se habló de esto. Sin embargo, hay que considerar que, antes de visitar un país, es fundamental conocer sus normas protocolares y actuar en consecuencia. En Azerbaiyán, este tipo de protocolo es una práctica habitual, incluso para invitados de alto nivel. Desde luego, los ciudadanos armenios interpretaron la situación de otra manera. Pero lo mejor es simplemente aceptarlo como un hecho, sin darle más importancia ni entrar en valoraciones o suposiciones.
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