Kennedy relaciona el brote de sarampión en Texas con una mala dieta y poco ejercicio
En una entrevista reciente, el secretario de Salud dijo que la malnutrición “puede haber sido un problema” para el niño que murió en el condado de Gaines.
Las autoridades texanas dijeron que no había evidencia de ello.
En una amplia entrevista, Robert F. Kennedy Jr., secretario de Salud y Servicios Humanos de EE. UU., esbozó una estrategia para contener el brote de sarampión en el oeste de Texas, misma que se alejaba de la corriente científica dominante, basándose en gran medida en teorías marginales sobre la prevención y los tratamientos.
Hizo un apagado llamado a la vacunación en la comunidad afectada, pero dijo que la decisión era personal.
Insinuó que las lesiones provocadas por la vacuna contra el sarampión eran más frecuentes de lo que se sabe, en contra de lo que indican numerosas investigaciones.
Aseguró que la inmunidad natural contra el sarampión, que se adquiere a través de la infección, de alguna manera también protegía contra el cáncer y las enfermedades cardíacas, una afirmación que no está sustentada por investigaciones.
Elogió los tratamientos cuestionables, como el aceite de hígado de bacalao, y dijo que los médicos locales habían logrado recuperaciones “casi milagrosas e instantáneas” con esteroides o antibióticos.
El empeoramiento del brote de sarampión, que se ha extendido en gran medida por una comunidad menonita del condado de Gaines, ha infectado a casi 200 personas y ha matado a un niño, la primera muerte de este tipo en Estados Unidos en 10 años.
Se ha informado de otra presunta muerte por sarampión en Nuevo México, donde recientemente han aumentado los casos en un condado limítrofe con el de Gaines.
La entrevista, que duró 35 minutos, fue publicada en internet por Fox News la semana pasada, justo antes del discurso del presidente Donald Trump ante el Congreso.
Anteriormente ya se habían publicado segmentos, pero la versión completa recibió poca atención.
Kennedy ofreció mensajes contradictorios sobre la salud pública al tratar de reconciliar el tradicional respaldo gubernamental a las vacunas con su propio escepticismo de décadas.
Las vacunas son “recomendables” para los tejanos del Oeste, pero se han subestimado los riesgos de la inmunización, dijo.
Kennedy reconoció que las vacunas “sí previenen las infecciones” y dijo que el gobierno federal estaba ayudando a garantizar que la gente tuviera acceso a “buenos medicamentos, incluidos quienes los desean, a las vacunas”.
“En comunidades muy poco vacunadas, como los menonitas, es algo que recomendamos”, dijo.
Opcional
Kennedy describió la vacunación como una opción personal que debe respetarse, y luego pasó a plantear inquietudes aterradoras sobre la seguridad de las vacunas.
Dijo que le habían informado que una decena de niños menonitas habían resultado afectados por las vacunas en el condado de Gaines.
La gente de la comunidad quería que los funcionarios de salud federales que llegaran a Texas “también vean a nuestros niños perjudicados por las vacunas y les hablen con sinceridad”, dijo Kennedy.
Sin embargo, la vacuna triple vírica (o MMR por su sigla en inglés) se ha estudiado a fondo y es segura.
No existe ninguna relación con el autismo, como ha afirmado el secretario en el pasado.
Aunque todas las vacunas tienen efectos adversos ocasionales, las autoridades de salud de todo el mundo han llegado a la conclusión de que los beneficios superan con creces los escasísimos riesgos de la vacunación.
Kennedy afirmó lo contrario:
“No sabemos cuál es el perfil de riesgo de estos productos. Tenemos que restablecer la confianza en el gobierno. Y vamos a hacerlo diciendo la verdad, y haciendo ciencia rigurosa para comprender tanto las cuestiones de seguridad como de eficacia”.
En respuesta a las preguntas sobre la postura de Kennedy respecto a la vacunación, un portavoz de Salud y Servicios Humanos señaló un reciente artículo de opinión en el que escribió que las vacunas evitaban que los niños contrajeran el sarampión y protegían a quien no podía vacunarse.
“Sin embargo, considera que ‘la decisión de vacunarse es personal’”, dijo el portavoz, refiriéndose al artículo de opinión de Kennedy.
Kennedy afirmó que era “muy difícil” que el sarampión matara a una persona sana y que la desnutrición desempeñó un papel en el brote de Texas.
Al principio de la entrevista, Kennedy reconoció la gravedad de contraer sarampión, señalando que puede provocar la muerte, inflamación cerebral y neumonía.
Pero también describió la enfermedad como rara vez mortal, incluso antes de 1963, cuando se dispuso de la vacuna.
Dijo que el sarampión tiene una “tasa de mortalidad por infección muy muy baja”.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, por cada 1000 personas infectadas de sarampión en Estados Unidos, el virus mata de una a tres.
Un estudio estimó que sin las vacunas hoy habría 400.000 hospitalizaciones y 1800 muertes anuales.
La muerte no es la única consecuencia posible.
El sarampión también puede causar ceguera permanente, sordera y discapacidad intelectual.
Antes de que existiera la vacuna, unas 1000 personas al año sufrían encefalitis a causa del virus.
En comentarios posteriores, Kennedy insinuó que los síntomas graves afectaban principalmente a quien no estaba sano antes de contraer el sarampión.
“Es muy muy difícil que el sarampión mate a una persona sana”, dijo, añadiendo más adelante que “vemos una correlación entre las personas que resultan perjudicadas por el sarampión y las personas que no tienen una buena nutrición o que no tienen un buen régimen de ejercicio”.
El oeste de Texas es “una especie de desierto alimentario”, añadió.
La malnutrición “puede haber sido un problema” para el menor que murió de sarampión en el condado de Gaines.
Las autoridades de salud de Texas dijeron que el niño no tenía “ninguna enfermedad subyacente conocida”.
Wendell Parkey, un médico del condado de Gaines que atiende a muchos pacientes menonitas, dijo que la idea de que la comunidad estaba mal alimentada era errónea.
Alimentación
Los menonitas suelen evitar los alimentos procesados, crían su propio ganado y hacen su propio pan, señaló.
Desde muy jóvenes, muchos miembros de la comunidad también ayudan en la agricultura y en otros trabajos físicamente exigentes.
“Son las personas más sanas de aquí”, dijo.
“Nutricionalmente, los pondría a la altura de cualquiera”.
Hay datos que demuestran que los niños gravemente desnutridos de los países pobres suelen sufrir peores consecuencias del sarampión, dijo Sean O’Leary, presidente del comité de enfermedades infecciosas de la Academia Estadounidense de Pediatría.
Pero no hay evidencia confiable de que los malos hábitos alimentarios y las rutinas de ejercicio hagan que un niño sea más propenso a las complicaciones del sarampión, añadió.
También hay muchas pruebas de que el sarampión mataba habitualmente a niños sanos antes de que existiera la vacuna triple vírica contra el sarampión, la rubéola y la parotiditis, dijo Patsy Stinchfield, ex presidenta de la Fundación Nacional de Enfermedades Infecciosas.
Antes de 1963, unos 500 niños, muchos de ellos previamente sanos, morían cada año a causa del virus, dijo.
Alrededor del 40 por ciento de las personas infectadas el año pasado fueron hospitalizadas, según los CDC.
En la entrevista, Kennedy pareció frustrado por el hecho de que una enfermedad prevenible mediante vacunación, y no una enfermedad crónica, hubiera atraído la atención nacional durante sus primeras semanas como secretario.
“Hemos tenido dos muertes por sarampión en 20 años en este país; tenemos 100.000 diagnósticos de autismo cada año”, dijo.
“Necesitamos no distraernos. Las enfermedades crónicas son nuestro enemigo”.
La insinuación de que las vacunas causan autismo ha sido desacreditada por decenas de estudios científicos. Los científicos han señalado que las muertes por sarampión son muy preocupantes porque se pueden evitar con la vacunación.
La “inmunidad natural” tras la infección puede proteger al organismo contra diversas enfermedades crónicas, dijo el secretario.
Cuando se le preguntó si se oponía a las llamadas fiestas del sarampión —actos que celebran los padres para contagiar a propósito el sarampión de un niño enfermo a niños sanos— Kennedy dijo que “nunca aconsejaría a nadie que enfermara”.
Pero también elogió los beneficios de la inmunidad natural, protección que se obtiene tras infectarse con un virus, afirmando que dura más que la inmunidad inducida por la vacuna y puede proteger posteriormente contra el cáncer y las enfermedades cardiacas.
Aunque es cierto que una infección de sarampión puede ofrecer protección de por vida contra el virus, los riesgos de enfermar superan con creces cualquier pequeño beneficio de inmunidad, dijo O’Leary.
Dos dosis de la vacuna triple vírica tienen aproximadamente un 97 por ciento de efectividad para prevenir una infección.
Incluso si una persona vacunada contrae una infección, la enfermedad suele ser leve.
Los expertos también dijeron que no había pruebas creíbles que apoyaran la afirmación de que un contagio de sarampión protege contra otras enfermedades.
Todo lo contrario: una infección de sarampión puede causar “amnesia inmunitaria”, en la que el organismo “olvida” cómo defenderse de enfermedades a las que ya ha estado expuesto, haciéndolo más susceptible a futuras infecciones.
Kennedy se expresó con entusiasmo de los tratamientos no probados contra el sarampión, y dijo que el HHS los estudiaría
Kennedy señaló que el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HSS, por su sigla en inglés) realizaría ensayos clínicos sobre varios tratamientos no probados contra el sarampión, entre ellos un esteroide, la budesonida; un antibiótico llamado claritromicina; y aceite de hígado de bacalao, que dijo que era “la aplicación más segura de la vitamina A”.
Kennedy dijo que había oído decir a dos médicos locales que estos tratamientos habían provocado una “recuperación milagrosa e instantánea”.
“Tenemos que hacer realmente un buen trabajo al hablar con los médicos de primera línea y ver qué está funcionando sobre el terreno”, dijo.
“Esa terapéutica ha sido realmente ignorada por la agencia durante mucho mucho tiempo”.
Aunque a veces los médicos administran dosis elevadas de vitamina A para atender a los niños con sarampión grave, hacerlo mediante un suplemento dietético como el aceite de hígado de bacalao dificulta que se administre en cantidades precisas, dijo William Schaffner, especialista en enfermedades infecciosas del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt.
No hay datos confiables que sugieran que el aceite de hígado de bacalao sea “de alguna forma concebible más seguro” que la vitamina A administrada tradicionalmente, añadió.
Schaffner dijo que los antibióticos, que combaten las infecciones bacterianas, no son tratamientos eficaces contra el sarampión, que es un virus.
Y no conocía ninguna prueba que demostrara que los corticoides mejoraran los resultados de los niños con sarampión.
Realizar un ensayo clínico de estos tratamientos es difícil desde el punto de vista práctico: no hay suficientes niños con sarampión en Estados Unidos para llevar a cabo un ensayo a gran escala.
Y un estudio de este tipo sería éticamente complicado:
los médicos podrían tener que suspender los cuidados de apoyo habituales, como la vitamina A, a fin de probar estos remedios.
El hecho de que Kennedy se concentre en tratamientos no comprobados ha frustrado a algunos médicos del condado de Gaines, que han intentado explicar a los pacientes que no existe ningún antivírico para el sarampión y que tienen poco control sobre qué pacientes sufren síntomas graves.
“Ya estamos lidiando con personas que piensan que el sarampión no es para tanto”, dijo Leila Myrick, médico de medicina familiar de Seminole, Texas, quien lleva varias semanas atendiendo a pacientes con sarampión.
“Ahora van a pensar que pueden recibir este tratamiento milagroso y que definitivamente no necesitan vacunarse. Va a ser un 100 por ciento más difícil”.
Teddy Rosenbluth es reportera de salud y miembro de la promoción 2024-25 del Times Fellowship, un programa para periodistas en los inicios de su carrera.
c. 2025 The New York Times Company
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