Julio Velasco, el arquitecto del seleccionado femenino de vóleibol de Italia que se aseguró una medalla en París 2024: “La parte emotiva pesa muchísimo”


El Arena Paris Sud 1 es unos de los estadios más curiosos de los Juegos Olímpicos. Sede de los torneos de vóleibol, está instalado dentro de uno de los ocho enormes pabellones de la Expo Paris, un centro de exposiciones construido en 1923 que abarca 228 mil metros cuadrados. Al entrar al recinto, la sensación es la de haber ingresado a una especie de contenedor gigante, cuadrado y frío; con grandes tubos de ventilación que fluyen en todas direcciones y una estructura metálica en las columnas y el techo. Y en el medio de esa «caja industrial», rodeado por tribunas tubulares, está la cancha que este viernes vibró -literalmente- con una fiesta italiana. Porque el seleccionado femenino de Italia venció por 3 a 0 a Turquía y se metió por primera vez en su historia en la final de una cita olímpica.

«Notti magiche, inseguendo un gol, sotto il cielo di un’estate italiana…» , se empezó a escuchar desde los altoparlantes segundos después de que la Azzurra cerrara el último set (fue 25-22, 25-19 y 25-22) y se asegurara un lugar en el podio. Y miles de personas envueltas en banderas verdes, blancas y rojas, unieron sus voces para celebrar al ritmo de ese himno que emocionó al mundo entero durante el Mundial de fútbol de 1990 que se disputó en el país con forma de bota. Mientras tanto, cerca de uno de los bancos, todo el cuerpo técnico se unía en un abrazo de felicidad con él, Julio Velasco, el gran responsable de este logro histórico para el vóleibol italiano.

El platense de 72 años, que se había retirado en 2019 pero regresó poco después para trabajar con los seleccionados juveniles de Italia, asumió en noviembre del año pasado al frente de un equipo que atravesaba un momento duro y en solo ocho meses lo «levantó de los escombros», como explicaron algunos medios de ese país. Lo convirtió en uno de los mejores de la actualidad (hace unos meses ganó la Liga de Naciones) y lo llevó a conseguir la primera medalla de su historia. Queda ver si es de oro o plata, tras la definición que jugará el domingo a las 13 -8 de Argentina- ante Estados Unidos.

Estaba feliz Velasco. Cuando sus jugadoras sellaron el triunfo, apretó bien fuerte los puños y se arrodilló en la cancha, allí donde todos sus colaboradores lo fueron a buscar para ese abrazo que pareció eterno. Felicitó afectuosamente a cada una de las integrantes del plantel. Y luego fue en búsqueda de su familia, con la que celebró en la intimidad, en un sector alejado del público, mientras en la cancha seguía la fiesta. Y un rato después, quien es considerado el mejor entrenador del mundo en este deporte -y un maestro en temas de manejo del grupo, relación con los jugadores y el aspecto psicológico de su profesión- volvió a dar cátedra delante de los micrófonos.

Los comentarios están cerrados.