Javier Milei a examen, apunten contra Mauricio Macri y todos se juegan todo en la elección porteña

La debilidad de Milei es la emergencia más grave

De todas las emergencias que tiene la Argentina la más grave es la debilidad del Gobierno. Supera en efectos a todas las otras emergencias operativas que el Gobierno se hizo legalizar por las leyes de Bases y el DNU 70.

Logró delegación de facultades para gobernar por DNU sin vigilancias (hasta ahora) del Congreso, una Auditoría General de la Nación controlada por el peronismo pero sin haber completado su representación, y un vínculo viscoso con los gobernadores que le permite iniciar el tercer año sin haber sancionado un presupuesto.

Como le ocurrió en 2017 a la gestión de Juntos por el Cambio, el público que observa y retiene decisiones importantes y se pregunta si esa debilidad del Gobierno se prolongará después de las elecciones de octubre, o si el mileísmo recuperará oxígeno.

Es el mismo examen que le hicieron a Macri en 2017 y a Alberto Fernández en 2021. En 2017 el resultado, aunque airoso para el gobierno, no fue festejado por el público y los mercados. Tampoco convenció el resultado del examen que rindió Alberto en 2021.

Nadie sabe aún cómo se votará

Un remedio de doble filo para reparar esa debilidad ha sido la búsqueda, como herramienta de gobierno, de destruir la maquinaria de la administración. Es una de las lecciones de los manuales Bannon de captura del Estado en el populismo de derecha.

En la Argentina, se trata de volver a 1930 y empezar de nuevo. En ese desguace entró el sistema electoral. Con tal de tener algún control del proceso, el Gobierno va a unas elecciones que se vienen encima en pleno debate sobre con qué reglamento se harán. Nadie sabe cómo se vota y eso enreda cualquier proyecto.

Esta frivolidad, como otras, se les vuelve en contra a sus autores. El Gobierno, sin haber buscado más que crear desconcierto sobre las reglas que se aplicarán, terminan yendo a unas elecciones nacionales con Boleta Única.

Ese sistema es el sueño de los dirigentes territoriales, gobernadores e intendentes, algo que ni Milei ni La Libertad Avanza tienen. Tampoco el culto a la personalidad del Presidente puede producir ningún arrastre sobre categorías inferiores.

Se enredan también en el debate de las PASO, un sistema que afecta a formaciones dispersas, pero no a las que tienen autoridad y caudillos fuertes, como el peronismo en lo nacional y en las provincias. La experiencia de los Kirchner en 2009 debió iluminar este error de disparar un debate que se les vuelve en contra.

En aquel año adelantaron las elecciones nacionales con el pretexto de que el mundo se nos caía encima por la crisis financiera. Además, inauguraron aquel yeite de las candidaturas testimoniales. Y Francisco de Narváez, que no registraba peso en la balanza, les ganó a Néstor, Scioli, Massa y Nacha Guevara en Buenos Aires. El crimen no paga.

Carancheos: quién se come a quién

La crudeza de la confrontación electoral desnuda los activos y pasivos de cada fuerza. La debilidad del Gobierno lo empuja a intentar una captura de posiciones ajenas entre los aliados del PRO y otras fuerzas que fueron de Cambiemos.

Se resigna, por esa debilidad, a buscar fortaleza en el «carancheo» de dirigentes que necesitan de alguna ayuda de arriba para seguir en carrera. Pero al final termina siendo punto y no banca, de otros que sí tienen valencia propia y para quienes una palmadita oficialista los ayuda, pero no les cambia la vida.

Es la característica de algunos reclutamientos del mileísmo como Diego Kravetz, Diego Valenzuela, o los que le puedan aportar alianzas con el cornejismo de Mendoza, el juecismo de Córdoba y otras comarcas del conurbano. Todos estos se suben al mileísmo para ayudarlo, pero antes, para ayudarse ellos mismos a no perder atados a un cuerno del PRO.

En su momento se podrá concluir si fue el mileísmo el que se comió al PRO o si el PRO comenzó a comerse al mileísmo, desde aquella noche cuando parlamentaron en Acassuso Mauricio Macri y Javier Milei, acercados por Patricia Bullrich.

Milei quiere la jefatura ideológica de Macri

En esos términos transcurrió el cruce entre cuatro puertas que protagonizaron el miércoles Diego Santilli con Lule Menem, el Menem a quien más espesura le reconocen en el Gobierno.

Santilli va por el mundo con una cucarda envidiable para sus pares. En cualquier encuesta que se haga, es el dirigente con mayor ponderación de todos los que aportan a la góndola del arco no pejotista. Esa marca lo hace levitar por sobre las miserias de los otros candidatos del PRO, su partido, y del mileísmo, que sólo buscan salvarse de una derrota.

Santilli, desde ese rol, no entiende que sus allegados del PRO y LLA no busquen colgarse del ganador. Esa tarde, minutos antes de ir a la sede de Balcarce del PRO a reunirse con Macri y la mesa más chica, Santilli lo intimó a Lule a que formen un frente que los beneficie a todos.

Este Menem rechazó sólo hablarlo. De ninguna manera. Los queremos de a uno, y queremos que todo empiece en CABA. ¿Justo ahí se les ocurre? El asesor mileísta insistió en que quieren la capitulación en Capital para terminar con Jorge como instrumento de Mauricio, pero que el botín final es el expresidente.

¿Qué quiere Milei?, se crispan del otro lado. A Javier lo que le interesa es convertirse en el jefe de la derecha conservadora de la Argentina, y sólo lo va a lograr si lo descabeza a Mauricio, que ejerce ese rol en las ligas internacionales.

¿Juego de vanidades? Ni Mauricio ni Milei son figuras ligadas a ninguna ideología. Sus saberes, al menos lo que transmiten en sus libros, les pertenecen a sus ghost writers o a lo que ven por TV. Macri es más hombre de Netflix y los Harari que de las academias. Milei parece más un hombre de perros, del rock y de la ópera. ¿Porque se juegan en un turno crítico, como son las elecciones de este año, por una hegemonía ideológica? Es algo más pedestre. Si los Macri pierden el poder en la ciudad, su poder entra en un cono de sombra irremontable. Si Milei no ejecuta la cláusula de parricidio que tiene pendiente todo advenedizo, nunca se recibirá de gran jefe.

Patricia, dirigente intransitiva

Para castigo de tanta vanidad y de voluntad de poder desatada sin razones, el oficialismo arriesga posiciones importantes. La primera es estratégica. Por su debilidad debería ocuparse de desbaratar las fuerzas adversarias, es decir, las de Unión por la Patria, que tienen la primera minoría en las dos cámaras de Congreso.

En lugar de eso, con estas peleas porteñas desbarata las fuerzas propias. De esta manera se infiere una herida de la que le costará recuperarse, como le ha costado hasta ahora a Macri haber emprendido una pelea suicida dentro de Cambiemos contra Larreta, Carrió y los radicales.

Perdió lo que tenía y no ganó lo que quería ganar con su apoyo a Patricia Bullrich, una dirigente políticamente intransitiva. Recibe poder y se lo queda, cuando le tiran un centro nunca lo cabecea a otro. Si la pelota viene de arriba, la agarra con la mano y se la queda. Macri fue víctima de esa situación.

Riesgos de cornisa en CABA

Ese es el debate que se agazapa en el secretismo de las relaciones entre las dos fuerzas. Mauricio Macri insiste en un acuerdo total que no le cueste a su partido el control del principal distrito que gobierna, la CABA. El Gobierno ha elegido precisamente el avance sobre esa plaza con un objetivo compartido con el cristinismo.

¿Justo ahí se le ocurrió desplegar una táctica que contradice el manual? Debería considerar que se juega toda su gestión en el resultado de las elecciones porteñas de nivel municipal. Si pierden allí, habrá una difícil recuperación del mileísmo. Como será letal si el PRO porteño pierde estas elecciones. Estos riesgos de cornisa le ponen morbo a una disputa que ha despertado a muchos que estaban en la siesta veraniega.

Sesiones en dominó

Las vanidades de alta peluquería -dirá Aníbal, que no es la morsa- chocan con lo pedestre del trámite político de esta semana. Se dispara el martes un dominó de decisiones que van a mostrar una radiografía de los activos y pasivos de cada protagonista y de su capacidad para defender su interés.

Un plenario de tres comisiones intentará eludir el pedido de la oposición de que se trate el presupuesto. El oficialismo cuenta con la presión de los gobernadores que reciben plata por debajo de la mesa -los hay de todos los colores- para que no se trate.

Algo deberán hacer desde la cúpula para que algunos legisladores no se declaren enojados y se vayan del plenario. Si se quedan podrán tratar el proyecto de suspensión de las primarias PASO, un pedido del Gobierno y de un sector del peronismo, que necesita en el recinto 129 votos. Hay dudas de si se lograrán.

Dos pruebas para Martín M.

La experiencia dice que, para tener 129 votos seguros, tenés que tener 140 en el recinto, porque cuando se empiecen a organizar habrá fugas de legisladores que no se sienten comprometidos con el sí o el no en las PASO. Despacharán su incertidumbre saliendo del recinto. Martín Menem, como presidente de la Cámara, tiene dos pruebas que pasar:

1) Asegurar el bono para los diputados a cambio de quedarse callados y no dejar sin quórum por el presupuesto; esa maniobra incluye alguna prenda de negociación con el voto de UP para que salvar la suspensión. Para el peronismo es difícil apartarse de la estrategia de estar todos juntos, que le asegura la mejor capacidad para competir con un oficialismo deshilachado.

2) El bono a pagar será asegurar que el proyecto de reforma electoral de las PASO no se mete con el sistema de financiamiento público-privado que rige en el país. El Gobierno querría eliminar el aporte del Estado. Pero Miguel Pichetto les advirtió en la última reunión con los vicejefes de Gabinete que no se metieran con el morral de los partidos. Con que suspendan las PASO y ya se ahorran un dineral. Las primarias cuestan el doble que la general. La democracia es cara, pero se paga con holgura.

El novelón no termina acá. En el Senado, para que haya sanción, algunos senadores peronistas van a tener que dar el voto. El cristinismo aún no ha decidido qué hará, y el conjunto tiene 34 senadores cuando la aprobación va a necesitar 37 positivos.

El Senado permanecerá en pausa hasta el 24 de febrero. En esa fecha debe reunirse para la llamada Sesión Preparatoria. Se (re) eligen autoridades, pero también jura la entrerriana Stefanía Cora, que reemplazará al tránsfuga-prófugo Edgardo Darío Kueider. Es la banca 34.

Elecciones ya, o esperar hasta octubre

Si todo va como lo han acordado, la Legislatura porteña tratará la suspensión de las primarias PASO apenas tenga sanción en la Cámara de Diputados -ocurrirá este jueves 6-. Ese detalle es un prisma de todo lo que puede ocurrir en las legislativas nacionales.

El peronismo de la CABA, ligado a la conducción de Juan Manuel Olmos y Víctor Santa María, y a un arco de dirigentes que buscan distancia respecto del cristinismo, coinciden con los objetivos del PRO de los Macri. Necesitan mantener parcelas de poder ante los contagios del mileísmo y el cristinismo sobre sus fuerzas en un distrito vidriera.

Los Macri aspiran a ganar las elecciones locales que esperan imponer para el 11 de mayo. Es decir, ahora mismo. Si logran este dominó entre las dos legislaturas le arrebatarán al mileísmo el capital que no tiene, que es el tiempo. Olivos querría elecciones lo más tarde posible para que maduren medidas de gobierno que, en su ilusión economicista, les pueden favorecer en las elecciones, pero recién hacia la primavera.

Larreta, el peripatético

Larreta reaparece esta semana con un plan de campaña peripatético: caminar los 100 barrios porteños. Dice que no tiene decidida ninguna candidatura, pero hace cosas de candidato. La gravitación de la pelea en el distrito pone en primer lugar la necesidad de que los dirigentes se comprometan con el resultado de las elecciones legislativas en la Ciudad de Buenos Aires.

Larreta mide su capacidad de representación como postulante a legislador porteño por una marca distinta a la del PRO. Con el nivel de conocimiento que tiene y las marcas de popularidad por su gestión, confía que será un llamador de votantes del PRO que buscan apartarse de las tentaciones de ciertos dirigentes, como Mauricio Macri, de enredarse en alguna alianza con el mileísmo.

La chance de Horacio de ser cabeza de la lista de legisladores es una oportunidad para recomponer un arco de entendimiento con fuerzas que lo acompañaron antes, como el PRO no bullrichista ni macrista, la UCR de Emiliano Yacobitti (divorciado de un opacado Martín Lousteau), Daniel Angelici, que sigue siendo enlace con Macri, y la Coalición Cívica.

Esta semana hay un impulso de la mesa chica del primo Jorge de acercarse a Larreta. También para conocer los límites de la candidatura de Jorge Telerman a legislador. Telerman tiene valencia propia, incluso fuera del distrito CABA. En 2023 mandaron a medirlo en Córdoba, en donde suele pasar sus vacaciones, para que fuera candidato a intendente de La Cumbre.

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