“Cuando era chico, mis papás me regalaron un telescopio y ese regalo despertó mi interés por el espacio”, recuerda Valentín Poggio, un estudiante de 19 años de la Universidad Nacional de La Plata. Fue tal vez aquel regalo el que lo inspiró para anotarse en la carrera de Física y animarse a participar del United Space School, un programa educativo internacional que reúne estudiantes de todo el mundo para trabajar en equipo en el diseño de una misión tripulada a Marte.
Este programa es un proyecto de la Fundación para la Educación Espacial Internacional (FISE) con el apoyo de la NASA, y es un reconocimiento a la calidad de formación de sus universidades. Este año, Aitana Ferreyra Denz, de la Universidad de Cuyo, y Valentín Poggio, de la Universidad Nacional de La Plata, de 19 años, serán los representantes argentinos.
Valentín y Aitana son dos de 50 estudiantes seleccionados de 25 países que tendrán la oportunidad de estudiar en la Universidad de Clear Lake, de Houston, Texas. Allí pasarán 15 días, en el mes de julio, para aprender cómo se trabaja en la NASA. Estos chicos, bajo la tutela de ingenieros, científicos y líderes de la industria aeroespacial, diseñarán su propia Misión a Marte.
En una entrevista con LA NACIÓN, Valentín Poggio cuenta detalles del programa, cómo logró ser elegido y cuáles son sus expectativas. “Tuve que enviar mi currículum y dos cartas de recomendación de mis profesores. Además, tuve que hacer videos cortos hablando de las motivaciones que tengo, qué me gusta del trabajo que hace la NASA y les conté cuáles son mis conocimientos de ciencias espaciales y de ingeniería. También les expliqué qué pretendía hacer en la misión, una vez que estuviera allá, es decir, contar en qué tarea me veía trabajando”, detalla.
Luego vinieron las entrevistas y las preguntas técnicas, según relata este adolescente. “Yo elegí el equipo rojo, que es el que se encargará del cohete y su trayectoria. Por eso me hicieron preguntas sobre el sistema de propulsión que elegiría si tuviera que diseñar un cohete. Además, me hicieron preguntas como por ejemplo si me gusta trabajar en equipo y qué tan buen compañero soy con mis pares”, explica.
Por último, llegó una instancia crucial: la redacción de propuestas. “Tuve que resolver una tarea que tenía que ver con el diseño del cohete y la planificación de la ruta para llegar a Marte, porque es el equipo que elegí”, dice Valentín.
El programa se divide en grupos, cada uno tiene un color y una tarea específica. El verde se dedicará a las habilidades para proteger a los astronautas pensando en la radiación del planeta, la alimentación y la salud. El amarillo, por su parte, trabajará en el manejo de finanzas y recursos monetarios para poder realizar la misión. Y, por último, el equipo rojo es el más técnico, donde se diseñará el cohete y se planificará la ruta, entre otras tareas. “Tenía que fundamentar mis elecciones, las tecnologías que elegía. Además, como la misión está pensada para 2040, tenía que utilizar herramientas tecnológicas que estén desarrolladas para ese año y explicar por qué pensaba que estarían disponibles. Luego de realizar la presentación, tuvimos que participar de una exposición oral y un debate. En ese momento, nos enteramos de que Aitana y yo habíamos sido seleccionados”, dice aún con cierto orgullo.
Claro que la Misión a Marte es hipotética, pero sirve como un ejercicio formativo. “Vamos a diseñarla como si fuera una misión real y tendremos la oportunidad de trabajar en la NASA. Todos los días vamos a ir al Space Center para resolver esta misión y nos entrenarán y ayudarán personas de esta agencia. Por ejemplo, el día que nos dediquemos a la propulsión de cohete, va a venir alguien que hoy tiene esa tarea en la NASA. Nos va a explicar qué debemos tener en cuenta y cómo hacer ese trabajo. De esta manera, vaos a ir hablando con cada especialista, incluso con astronautas. Me emociona saber que voy a estar estar en la NASA, trabajando en sus laboratorios, con gente que vive de la ingeniería, de la ciencia espacial; y que voy a tener la oportunidad de hacerle miles de preguntas”, señala con entusiasmo.
Cuando se le pregunta a Poggio sobre su futuro profesional, se muestra tan apasionado como cuando habla del programa que hará en unos meses. “Hay varias áreas que me interesan porque además algo muy bueno de la física es que podés terminar trabajando en ciencia de datos, en tecnología, en análisis, hasta en finanzas. Incluso en los Estados Unidos es muy normal que se incluyan físicos y matemáticos en las áreas de finanzas. Además, me interesan las ingenierías renovables o las ingenierías de petróleo. Un físico también puede participar de tareas de investigación y docencia. Me interesan todas esas opciones. Tengo cinco o seis años de carrera para hacer diferentes proyectos e ir explorando esas distintas áreas para decidirme. Eso sí, lo que puedo asegurar hoy es que me fascinaría trabajar, algún día, en la NASA”, concluye.
Los comentarios están cerrados.