«El riesgo de un salto del tipo de cambio no parecería estar de acá a las elecciones”

El orden fiscal, la estabilidad cambiaria y la baja de la inflación, que apuntalan la imagen del Gobierno, son los tres pilares sobre los que se afirman el plan económico y las expectativas positivas en la sociedad, según Milagros Gismondi. “Lo fiscal hay que ponerlo en el primer plano porque es el primer ancla de este gobierno. ¿Cómo llegó a ganar las elecciones? Hablando del déficit fiscal”, explica la economista, quien de todas maneras advierte por los “riesgos” del atraso cambiario y las reservas negativas en el Banco Central.

–Además de la cuestión fiscal, ¿qué otras variables son relevantes?

–Hay un pilar que si bien es económico yo lo llevo más a lo electoral o a la imagen del Gobierno, más de cara a la sociedad, por así decirlo, que son las variables de bienestar: inflación y crecimiento. En realidad, son los resultados de un programa económico, no el programa en sí mismo. Y no podríamos hablar de lo que fue el primer año de Milei sin hablar de la desaceleración de la inflación que se vio en 2024. Y si tengo que pensar en 2025 y hacia adelante pienso no solamente en la inflación, sino en crecimiento, porque de hecho en las encuestas empezó a haber un cambio: ya la inflación no preocupa tanto, pero preocupan el empleo, el crecimiento. Esas son las dos variables a mirar que tienen su consecuencia en la imagen del Gobierno. Y después, la tercera pata, que es lo cambiario o la acumulación de reservas. Ahí entran muchas variables que estamos todo el tiempo mirando como si compró o no el Banco Central, si el carry trade sigue funcionando o no.

Milagros Gismondi: «No es lo mismo el tipo de cambio que hace viable a Vaca Muerta que lo que hace viable a un sector industrial»Ricardo Pristupluk

–¿Hay atraso cambiario hoy?

–Sí, y se ve con variables bien objetivas, más allá de cuál sea el número, porque es verdad que nadie sabe cuál es el tipo de cambio de equilibrio y a veces empieza a ser un debate medio teórico. Pero cuando ves, por ejemplo, el consumo en dólares con tarjeta, ya está en el récord de 2018. En enero se gastaron, y esto es dato del BCRA, US$865 millones. También ves las estadísticas de turismo de entrada y salida de turistas, donde hay muchos menos turistas de países vecinos acá, eso te demuestra que sí hay atraso. Después está el debate: no es lo mismo el tipo de cambio que hace viable a Vaca Muerta que lo que hace viable a un sector industrial.

–¿Cómo impacta este nivel de apreciación?

–Pega en algunos sectores puntuales. En la construcción se ve bien claro que subió mucho el costo de construir en dólares, entonces parte de por qué la construcción sigue sin recuperarse tiene que ver con esto. En otros sectores empieza a jugar algo lo que son el resto de las reformas. Es medio injusto medir contra el tipo de cambio que hacía funcionar la economía en 2022-2023, porque hubo cambios en el camino. Esta es una economía que, al menos en los planes, no debería tener déficit fiscal por varios años, o sea, con menor peso del Estado, con menor costo argentino de la mano de todas las regulaciones que se están haciendo. Entonces, podés ser competitivo sin una necesidad de un tipo de cambio artificialmente alto, eso es cierto. Pero también es cierto que requerís de cierta transición, no es de un día para el otro que me bajan una regulación y yo ya soy productivo.

–¿Hay margen e intención de salir del cepo?

–Está en las intenciones del Gobierno desarmarlo, creo que no imagina un país que continúe con cepo por siempre, pero también es cierto que desarmar hoy el cepo tendría riesgos cambiarios. Y eso también es una de las señales de atraso cambiario: si no hubiera ningún tipo de atraso, desarmar el cepo sería menos costoso.

Milagros Gismondi: «El cepo también es una de las señales de atraso cambiario: si no hubiera ningún tipo de atraso, desarmar el cepo sería menos costoso»Ricardo Pristupluk

–¿Y por qué no se levanta?

–Porque tenés reservas negativas, que te hacen no querer correr el riesgo de flotar y que ese flotar te corra hacia un tipo de cambio que no podrías sostener. Por eso, un acuerdo con el FMI con fondos frescos daría una espalda para flotar o sacar el cepo, si no, no. También tiene que ver con que hasta ahora la economía empezó a recuperarse, aun con cepo, la inflación siguió bajando, entonces hay un poco de “equipo que gana no se toca”. Van por ese camino, sobre todo porque es un año electoral.

–¿Qué ve en el tema reservas?

–Se van a ir recuperando. La cosecha debería dar un ingreso de divisas que te permita una recuperación de las reservas netas, que son las que importan, y por eso también un poco celebramos la lluvia de estos días. Porque empezaron ciertas alarmas que también lo vio el mercado. Cuando ves que bajó fuerte el riesgo país desde septiembre hasta enero y después empezó a lateralizar, en parte tiene que ver con que lo cambiario te empezó a mostrar ciertos signos de estrés, y sobre todo por el lado de la cosecha. Pero las reservas deberían empezar a crecer, sobre todo porque tenemos algo extra que no es menor, que lo que está manteniendo las compras del BCRA, que es la pata financiera.

–¿En qué sentido?

–Los préstamos en dólares creciendo muy fuerte, en enero ya crecieron US$1900 millones, y eso es lo que te explica gran parte de por qué el BCRA siguió comprando en torno a US$1600 millones con el agro casi no liquidando, o liquidando muy poco y con un déficit de turismo que si bien no lo tenemos en números, es claro. Eso vino de la mano de la sorpresa de un blanqueo que fue muy por encima de lo que se preveía. Esos dólares financieros están, y todavía te queda algún tipo de extra para que los préstamos en dólares crezcan, en torno a US$3000 o US$4000 millones en los próximos meses. Y mientras eso se apuntala, después ya vienen los meses fuertes de la cosecha.

–Mencionó la cuestión del crecimiento. ¿Es alcanzable el 5%? ¿A qué se debe?

–Por un lado, es el rebote estadístico, que no es menor. En el segundo semestre de 2024 sorprendió la suba, que ya te deja tres puntos de crecimiento para 2025, y después tenés sectores que estaban muy abajo que van a mostrar crecimiento o por lo menos cierta recuperación. Si bien hay algunos muy golpeados, hay sectores más vinculados a la economía no urbana que es la que te está liderando el crecimiento, como el agro, la minería, la pesca. El turismo tiene sus problemas por la apreciación cambiaria: hay una diferenciación muy clara entre los que les pega la apreciación y los que no. Pero así todo vas a tener un crecimiento del 4% o 5%, fundamentalmente también de la mano del consumo. Se está viendo ya una recuperación de la demanda, que también debería empujar el crecimiento.

–¿Y a qué se debe? ¿Es por mejora de los ingresos, boom del crédito?

–Ambas cosas, pero los ingresos también. El salario real privado dejó de caer y va a tener un crecimiento sobre todo con respecto a 2024, que cayó fuerte, y eso se traslada a consumo. Probablemente terminemos 2025 con un salario real más deprimido que el de 2023, pero con una corrección, o sea, con un crecimiento, y eso te impulsa la demanda.

¿Qué observa con respecto al equilibrio fiscal este año?

–Prácticamente está asegurado, aunque de nuevo, siempre, esto es Argentina. Hoy está estimado un superávit primario de 1,2% del PBI. ¿Por qué? Porque si bien no tenemos blanqueo, moratoria y el impuesto PAIS, y entonces ahí vas a tener una caída de la recaudación importante, por otro lado tenés un crecimiento en torno al 5%, que recupera gran parte de esa caída del impuesto PAIS. Eso lo tenés. Después, tenés algunas otras cosas que empiezan a jugar, como las jubilaciones y la AUH. Así como el año pasado hubo un ajuste en jubilaciones, este año por la fórmula y la desaceleración de la inflación, empieza a generar que tengas un gasto extra de alrededor de 0,3 del PBI en jubilaciones y AUH. Va a haber una presión extra de gastos, pero no es que habrá que volver a hacer un ajuste fiscal.

–El país ya tuvo etapas de atraso cambiario y generaron problemas. ¿Por qué esta vez sería diferente?

–Ahí es donde los tres pilares se interrelacionan. Porque no es lo mismo salir del cepo o hacer algún tipo de actualización de tipo de cambio y demás con unas elecciones en donde saliste muy muy favorecido y con mucho apoyo que si las elecciones no son tan buenas, como lo que se espera hoy. Las elecciones pueden ser una variable que amortigüe, por así decirlo, una corrección que en algún momento probablemente se termine dando. Y lo mismo el pilar fiscal. Eso te da razones para decir que la situación es diferente, porque siempre que teníamos este atraso cambiario teníamos una situación fiscal que requería de alguna forma una actualización. Ahora eso no lo tenés. Entonces, creo que es distinto. Tampoco hay que jugar al extremo, porque hay riesgos, y sobre todo viendo la historia. La confianza también es algo que se construye, y no solamente este gobierno. Somos presos de 60, 70, 80 o el número que quieras de malas políticas económicas. Y eso también juega.

¿Cuáles son esos riesgos hoy?

–Primero te digo los que son más exógenos del modelo, y esos siempre están. Por un lado, aparece el mundo, y si bien en la última semana hubo mucho ruido con Trump y demás, de alguna forma las variables que más nos importan a nosotros, que es el real brasileño o la soja, dieron buenas noticias, porque bajó el real y subió algo el precio de la soja. En el margen, el mundo estos 15 días no nos trajo dolores de cabeza, pero seguro que no es un mundo tan bueno, con el crecimiento de nuestros socios comerciales desacelerándose, con un real que está más alto que hace un año. Después, está el tema de la sequía o no sequía y qué número termina siendo la cosecha, porque eso es la entrada de divisas que tenemos más asegurada. Si eso tiembla un poquito, nos dificulta lo cambiario, pero también en actividad y en lo fiscal. A priori no estamos en un pronóstico de cosecha mala.

¿Y lo propio del modelo?

–El mayor riesgo tiene que ver con esta apreciación cambiaria, y en eso la baja del crawling peg al 1% tiene su fundamento muy fuerte en priorizar la pata de la baja de la inflación y la imagen positiva. Eso descuida el frente cambiario, y en ese trade-off estás navegando en un terreno finito. Desde el lado positivo, la mirada es que el costo argentino va bajando por otras razones, por toda la agenda de regulación, y ya no tenés el peso del Estado tan fuerte. Pero ante eso, también hay que decir que tenés una presión tributaria que es más alta. Las comparaciones son bastante odiosas siempre, porque cuando nos comparamos con la convertibilidad, en ese momento no tenías ni este Estado ni esta presión tributaria, y por ahí el tipo de cambio podía ser similar al actual, o más bajo, y no restaba tanta competitividad. Entonces, el riesgo de la apreciación y de un posible salto del tipo de cambio sigue estando. No parecería estar de acá a las elecciones: probablemente sigamos viendo un ritmo de desinflación paulatina, con rezago de los servicios frente a los bienes, a costa del atraso del tipo de cambio. Y el cómo se actualiza eso en algún momento tiene que ver con los otros dos pilares: que las elecciones sean positivas para el Gobierno y que lo fiscal no esté puesto en duda.

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