El Estado más pequeño del mundo y una monarquía libre de impuestos: cómo funciona El Vaticano


Todas las ciudades y los países del mundo tiene alguna característica que los diferencia de los demás y donde puede explotar para hacer crecer su economía. Sin embargo, el Estado más pequeño del mundo no está detrás de la riqueza monetaria, sino la espiritual.

La Ciudad del Vaticano, una ciudad estado ubicada dentro de Roma, Italia, es la sede central de la Iglesia Católica Romana. Es el hogar del Papa y es un tesoro de la arquitectura y el arte históricos, sin embargo tiene un funcionamiento político y económico bastante peculiar.

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Drazen Turbic

Administración pública

El Estado de la Ciudad del Vaticano se encuentra en Roma, tiene una superficie de medio kilómetro cuadrado y cuenta con unos 800 habitantes, que viven en una limitación territorial designada de acuerdo con el Estado italiano mediante los Pactos Lateranenses, el 11 de febrero de 1929.

La forma de gobierno del vaticano es la monarquía absoluta. Curiosamente, su ‘rey’, el Papa, se elige por sufragio, pero limitado. Para elegir al Sumo Pontífice, que también cumple el rol de Jefe de Estado, solamente pueden votar los cardenales menores de 80 años.

Debido a la particularidad de la división de poderes, el Vaticano es universalmente reconocido como entidad soberana de derecho público internacional, distinto de la Santa Sede, que es el órgano soberano de la Iglesia católica. Sin embargo, están unidos: en el Vaticano, el Papa y la Santa Sede desarrollan su misión de gobierno de la Iglesia universal.

Las disposiciones legislativas pueden ser dictadas por el Sumo Pontífice o, en su nombre, por la Comisión Pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano, la cual promulga también los reglamentos generales. El poder ejecutivo está en manos de la Comisión Pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano, a cargo del presidente del Governatorato.

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La economía del Vaticano

La economía de la Ciudad del Vaticano es financiada por contribuciones de católicos, conocidas como el óbolo de San Pedro, así como a través de la venta de sellos postales y recuerdos a turistas, entradas a museos y venta de merchandising. Además, existen farmacias, servicio de correos, supermercado y hasta una línea de tren, pero los habitantes del Estado vaticano no pagan impuestos directos.

Esto se debe a que existen acuerdos bilaterales con diferentes países que eximen de impuestos a la Santa Sede y a las actividades que realiza en diversas naciones debido reconocimiento de la labor social y religiosa de la Iglesia Católica. El Vaticano también cuenta con servicios financieros a nivel global a través del Instituto para las Obras de Religión (Banco Vaticano), actualmente inmerso en una profunda revisión para poder salir de la lista negra de países en riesgo de corrupción.



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