El barrio de Montevideo donde «reina el Far West»: el crudo relato del sobreviviente de una masacrePor Pedro Tristant

El cabecilla de un grupo criminal de Montevideo tomó su celular, buscó el chat con alguien a quien tenía agendado como Mano y le envió un mensaje por WhatsApp:

—Hermano, yo no tengo miedo, si vos querés, lo resuelvo al problema. Están a la mano y tienen una pistola nomás.

—Nos armamos bien y rescatamos a algún otro —le contestó Mano.

Yo estoy con un [arma calibre] 40. Me paro en el medio de la calle y le mando —devolvió el dueño del celular.

La conversación virtual entre el líder del grupo criminal y su amigo se dio entre las 19.22 y las 22.44 del 30 de mayo de 2024. Faltaba media hora para que concretaran lo que estaban planeando.

El grupo integrado por al menos cinco personas ingresó a la Peatonal El Ombú, una calle cerrada del barrio periférico Maracaná, ubicado a 20 minutos del Centro de Montevideo. Cada uno de ellos llevaba dos armas en mano y, en la zona, dispararon durante varios minutos. Los tiros se sentían como salidos de metralletas. Y el resultado sería trágico: cuatro personas, entre ellas un niño de 11 años, murieron en el lugar.

“Ya está, los matamos a todos”, dijo uno de los delincuentes, según escuchó un vecino que luego sería testigo de la investigación, cuyos avances fueron informados por el diario uruguayo El País.

Ya entrada la madrugada del 31 de mayo, después del crimen, el líder de la banda sacó una foto de seis personas con 11 armas de fuego de grueso calibre. Salvo él, el resto llevaba guantes y pasamontañas.

Hasta el momento son dos los imputados por esta masacre: uno por coautoría de los asesinatos y otro por asociación para delinquir.

Una casa del barrio Maracaná
Una casa del barrio Maracaná de Montevideo en la que mataron a cuatro personas, entre ellas a un niño de 11 años (Captura Subrayado/Canal 10)

En la conversación, marihuana mediante, una de las preguntas que le hicieron fue si tenían armas. Un amigo que estaba con él contestó que no, de acuerdo al relato que brindó ante la Justicia y que fue informado esta semana por El País.

El sobreviviente declaró después de estar varios días en terapia intensiva. En el momento del ataque tenía 17 años y todavía está luchando por recuperarse. El joven se traslada en silla de ruedas y tiene pendiente una operación de rodilla. A nivel humano –relata la crónica– se siente destruido: en el ataque murieron su padre, un hombre de 40 años, y su cuñado, un joven de 16.

Este hombre declaró ante la jueza María Noel Odriozola y contó que media hora antes del ataque recibió esa visita. Él estaba junto a su amigo, el Jona, que murió también esa trágica noche. Juntarse con quien al rato intentaría asesinarlo era algo “normal”, según relató: era alguien a quien conocía desde chico y alguna vez había estado en su casa.

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