Cuatro pasos para dejar el modo supervivencia y adoptar una mentalidad resilientePor Dr. Enrique De Rosa Alabaster
Con la llegada del nuevo año nos enfrentamos a un panorama global repleto de noticias y eventos inquietantes, así como incertidumbres y retos.
Las crisis económicas, los atentados, la violencia social creciente, pero también los avances tecnológicos y las transformaciones sociales nos enfrentan a un desafío con características a veces traumáticas, tanto a nivel individual como colectivo.
En este contexto, replantearnos algunas ideas respecto a nuestras vidas, así como las estrategias que utilizamos para enfrentar este mundo diverso y cambiante, es crucial. Este replanteo puede implicar un cambio tan profundo en nuestra manera de ver la realidad y afrontarla, que supera el realizar una lista de resoluciones y promesas.
¿Pero qué pasa cuando estas transformaciones son de tal magnitud que necesitamos un cambio de modelo conceptual? Es decir, en el modo en el que vemos y analizamos nuestra existencia, ¿un cambio de paradigma?
Uno de los cambios es salir del modo de supervivencia, que es una respuesta adaptativa, pero que a veces nos adapta a cuestiones frente a las cuales requerimos otras respuestas.
En situaciones de peligro, nuestro cuerpo activa el “sistema de lucha o huida” para protegernos, pero cuando este estado se convierte en nuestro estado predeterminado “por defecto”, debido al estrés crónico, nuestra salud mental y física se ven gravemente afectadas.
Un estudio de 2017 sugiere que de manera directa o indirecta el 75% de las consultas médicas en el mundo occidental están relacionadas con el estrés, o lo que es lo mismo: al adaptarse nuestra mente, se desadapta nuestro cuerpo.
A nivel cerebral, el modo supervivencia está mediado por la amígdala, una región responsable de procesar el miedo y las amenazas. En situaciones de estrés crónico, esta se hiperactiva, mientras que la corteza prefrontal, encargada de la toma de decisiones y el pensamiento racional, pierde eficiencia.
Esto genera un ciclo donde las emociones negativas toman el control, dificultando la regulación emocional (en modo supervivencia: cuáles son las consecuencias de estar en un estado de alerta constante). Esta característica de sobrepasar (override) los sistemas de toma de decisiones racionales, es cardinal en el modo supervivencia, ya que, por definición, las respuestas son dirigidas a exactamente los que indica su nombre, la supervivencia. Pero sobrevivir no es vivir, y este es uno de los cambios conceptuales o paradigmáticos.
Estas funciones disminuidas, así como la afectación en la toma de decisiones, implica una forma de pensar en la cual nuestra representación del mundo se ve alterada, la igual que las estrategias adaptativas consecuentes. En un mundo que nos plantea dilemas cambiantes, y que exige creatividad y adaptabilidad, vivir atrapados mentalmente en el modo supervivencia nos genera serias desventajas.
Frente a esto, el cambio de paradigma implicará en caso de ser eficiente, un cambio resiliente, y de esta manera una alternativa que pueda romper un círculo de la rueda de hámster.
La resiliencia, es decir la capacidad de adaptarse y prosperar frente a la adversidad, nos permite afrontar los desafíos de la vida desde una posición de fortaleza. No se tratará de evitar problemas o esperar ilusamente que los mismos no ocurran, sino entender que la reacción no es atacar o huir, sino desarrollar la capacidad de adaptarse y prosperar a pesar, o gracias a ellos.
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