Cuáles son los secretos del auge del tenis italiano con Sinner y Paolini a la cabeza, y una fuerte conexión con Argentina


Un número 1 del mundo, campeón de dos Grand Slams y del Masters y de otros cinco títulos en la temporada; una top five y finalista de dos Grand Slams; dos medallas olímpicas; bicampeón de la Copa Davis y campeón de la Copa Billie Jean King; nueve top 100 entre los hombres (el segundo país que más representantes tiene en esa elite junto a Australia y después de Francia) y sólo uno de ellos tiene más de 30 años; y tres top 100 entre las mujeres…

Desde los números, los rendimientos, los logros y demás yerbas no hay lugar por donde pueda entrarle una bala al tenis italiano que cierra un año impresionante. Es cierto que Jannick Sinner -fundamentalmente- y Jasmine Paolini son las caras visibles de un programa de desarrollo que nació hace ya un tiempo y que, todos lo aventuran, seguirá evolucionando en los próximos años. Es verdad también que Italia tuvo jugadores importantes en su historia. Imposible obviar a Nicola Pietrángeli (dueño de varios records en la Davis y bicampeón de Roland Garros), Adriano Panatta (cuarto en el ranking mundial y gran figura del tenis de los 70), Francesca Schiavone (ganó Roland Garros en 2010) y Flavia Penetta (obtuvo Flushing Meadows en 2015) pero la generación actual rompió absolutamente todos los moldes. Y maravilla al mundo.

Hay tres estrategias que se diseñaron primero y se llevaron adelante después para explicar lo que Italia logró: descentralización, competencia y apoyo. Una fue de la mano de la otra. Una se apoyó en la otra.

El Centro de Tirrenia merece un párrafo aparte. En los tiempos modernos se hizo muy reconocido porque allí arrancó Paolini, por ejemplo, que nació muy cerca, en Castelnuovo di Garfagnana. Pero en ese centro se entrenaron grandes jugadores como Fabio Fognini, Andreas Seppi, Paolo Lorenzi, Simone Bolelli, Alessandro Giannessi y hasta Gianluigi Quinzi, aquel que en 2013 ganó el título junior de Wimbledon y produjo una bisagra. ¿Por qué? Quinzi se transformó en uno de los mejores juveniles del mundo de la mano del propio Infantino y gracias al tandilense se abrieron dos centros de entrenamiento en Argentina apoyados por Italia para que sus jugadores hicieran sus pretemporadas en el clima más benigno de fin de año de nuestro país.

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