Cómo Gianni Infantino, el diplomático del fútbol, quedó atrapado en las tensiones comerciales entre EEUU, México y Canadá

El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, se encuentra en una situación diplomática cada vez más compleja, ya que las últimas amenazas comerciales del presidente Donald Trump contra México y Canadá ensombrecen el Mundial de fútbol del próximo año, el mayor acontecimiento deportivo del planeta.

Apenas dos semanas después de ser reconocido personalmente en el mitin de la victoria de Trump, Infantino se enfrenta ahora al reto de orquestar un espectáculo deportivo de un mes de duración a lo largo de 16 ciudades norteamericanas en medio de una escalada de las tensiones internacionales. El torneo, que comenzará en Ciudad de México en menos de 500 días, se celebrará en tres países envueltos en serias disputas comerciales.

La situación pone de relieve el delicado equilibrio que Infantino ha mantenido a lo largo de su mandato como máximo dirigente del fútbol, manteniendo relaciones con líderes mundiales y ampliando al mismo tiempo la influencia global y el alcance financiero de la FIFA, según relata The Wall Street Journal en un extenso perfil del funcionario.

Infantino, un abogado suizo de 54 años, ha pasado de ser un experto legal de la UEFA entre bastidores a uno de los agentes de poder más influyentes del deporte. Bajo su liderazgo desde 2016, los ingresos anuales de la FIFA se han duplicado hasta superar los 11.000 millones de dólares, según el informe financiero más reciente de la organización.

El recorrido del presidente de la FIFA hasta llegar a este cargo es especialmente destacable. Nacido de padres italianos en un pequeño pueblo de los Alpes suizos, Infantino comenzó su carrera en la administración deportiva en la UEFA, el organismo rector del fútbol europeo, donde era conocido principalmente por realizar los sorteos de torneos para competiciones como la Liga de Campeones.

Su ascenso a la presidencia de la FIFA se produjo tras un enorme escándalo de corrupción destapado por el Departamento de Justicia de Estados Unidos en 2015. La investigación provocó la caída de Sepp Blatter, presidente de la FIFA durante muchos años, y de Michel Platini, mentor de Infantino en la UEFA y más probable sucesor de Blatter. Aprovechando el momento, Infantino hizo campaña con promesas de reforma y transparencia, y ganó la presidencia en febrero de 2016.

“Se acabó”, declaró Infantino en francés la noche de las elecciones. “Se acabó y podemos seguir adelante”.

Su mandato ha estado marcado tanto por logros significativos como por momentos polémicos. Infantino ha supervisado los exitosos Mundiales de Rusia (2018) y Qatar (2022), los Mundiales femeninos de Francia y Australia-Nueva Zelanda, que han batido récords, y más recientemente, la concesión del Mundial masculino de 2034 a Arabia Saudita, una designación no exenta de dudas y sospechas.

El enfoque diplomático del presidente de la FIFA le ha colocado a menudo en posiciones difíciles. En el partido inaugural del Mundial 2018 en Moscú, estaba sentado entre el presidente ruso, Vladimir Putin, y el príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman. Sus elogios posteriores a Rusia – “Todos nos enamoramos de Rusia”, le dijo a Putin- han envejecido mal tras las sanciones de la FIFA contra el país por invadir Ucrania.

“Hoy me siento qatarí. Hoy me siento árabe. Hoy me siento africano. Hoy me siento gay. Hoy me siento discapacitado. Hoy me siento trabajador emigrante”, dijo Infantino, y añadió: “Estamos organizando un Mundial, no una guerra”.

Ahora, la atención inmediata de Infantino se centra en Norteamérica. La FIFA ha establecido una oficina en Miami para gestionar sus operaciones americanas, supervisando tanto la Copa Mundial de Clubes ampliada a 32 equipos de este verano como la Copa del Mundo de 48 equipos del año que viene, la mayor de la historia.

El presidente de la FIFA ha cultivado una estrecha relación con Trump, que jugó al fútbol en el instituto durante una temporada.

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