Carlos “La Roca” Sánchez, de jugador a mánager de un día para otro: “Lo mejor que tiene el fútbol argentino es su gente”
La canchita de tierra y cascotes del municipio de Quibdó, departamento de Chocó, que hoy es de césped sintético, fue donde el pequeño Carlos Sánchez pateó su primera pelota. Allí, a orillas de Pacífico y a kilómetros de la frontera con Panamá, La Roca todavía no era La Roca y ni se imaginaba la increíble carrera que tendría esperaría por delante como futbolista profesional, que lo llevó a jugar en cuatro de las mejores cinco ligas del planeta, participar en dos Mundiales y tres Copas América, aprender cinco idiomas y convertirse en el flamante mánager de San Lorenzo luego de su retiro en Barracas Central.
“En mi pueblo la mayoría de la población es negra y hay un gran porcentaje de pobreza. De allí salieron muchos jugadores y hoy hay cuatro o cinco en la selección. Yo hace años que no vuelvo. Es un lugar que está muy olvidado, hay mucha política. Mi familia sigue viviendo allí y no quieren irse. Intenté llevarlos a otro lado, pero no quieren moverse de allí”, le cuenta Sánchez a Clarín con el escritorio de su oficina de por medio en la Ciudad Deportiva del Ciclón, mientras Miguel Ángel Russo y el plantel se preparan para viajar a Uruguay donde este lunes comenzarán con los amistosos de verano (contra Nacional, a las 22).
Justamente Uruguay fue el país que lo marcó de chico. A los 13 años, un representante lo llevó a una academia de fútbol en Medellín. La condición de su familia para dejarlo ir fue que no debía dejar el colegio. Cuando terminó la secundaria, emigró a Danubio, en donde creció junto a Edinson Cavani en juveniles. Pero su debut en Primera fue en River de Montevideo. Dos años después dio el salto a Europa. Su destino fue el Valenciennes del ascenso francés. Allí estuvo seis años. Pudo haber pasado a equipo de Primera europeo, pero decidió quedarse un par de años más para obtener la ciudadanía europea (necesitaba cinco años viviendo en Francia) y así asegurarle a sus hijos un porvenir. “Fue la mejor decisión de mi vida, resignar dinero y ofertas para priorizar eso. No tiene precio, hoy mis hijos tienen nacionalidad europea”.
Ahí sí ya era La Roca o, mejor dicho, Le Rocher, como le llamaban en la prensa francesa. Ra duro para la marca y por eso el apodo lo acompañó de ahí en más. Todo se potenció cuando le tocó marcar a Lionel Messi en la Copa América de 2011 en la cancha de Colón. Se ganó el mote del “anti Messi”. “De ese partido me quedo con la camiseta de Messi. Me mandaron a marcarlo hombre a hombre. ‘Si va al baño, lo seguís’, me dijeron. Lo que más me impresionó es que en ningún momento Messi se quejó o me maltrató. Se caía y la pedía de nuevo. Jugué contra Cristiano Ronaldo, Mbappé, Ronaldinho… Pero desde ahí dije este tipo es increíble, es el uno. Yo les puedo decir a mis hijos que le gané el duelo al mejor del mundo, humildemente. Mi carrera se catapultó ese día”, recuerda con satisfacción. Elche, Aston Villa, Fiorentina, Espanyol, West Ham y Watford, fue su recorrido en el viejo continente.
Con la camiseta de Colombia jugó el Mundial de 2014 y 2018 de la mano de José Pekerman. “El profe Pekerman nos hizo un cambio mental. Nos inyectó la competitividad. Ya no era solamente jugar; había que competir. Jugábamos bien, pero nos despertó una chispa y nos hizo competir en la elite. Además, un figura importante en ese momento fue la de Pascual Lezcano en el rol de mánager para mancomunar cuerpo técnico, plantel y dirigencia y desde ahí me despertó un gran interés por esa faceta, fue un faro para mí y para varios de esa generación”, asegura.
Antes de recalar en San Lorenzo, pudo darse el gusto de jugar en su país y salir campeón por primera vez en su carrera, en Independiente Santa Fe. Hoy, con 38 años, Carlos Sánchez habla con aplomo y claridad sobre su visión del fútbol, sus ideas y lo que pretende inculcar desde su nuevo rol de mánager azulgrana.
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