Boca sufrió con Aldosivi, pero terminó ganando en la noche que la Bombonera gritó contra Gago y los jugadores
El partido se disputa adentro, pero gana protagonismo el playlist de las tribunas. Los hits de la bronca se disparan en los momentos más tensos. Y son tantas las voces que se multiplican que tapan a la Doce. La Bombonera es un hervidero. Hasta que Kevin Zenón, Milton Giménez y Miguel Merentiel se juntan en el área y ese duelo con Aldosivi, que parecía desembocar en un histérico final, termina en un triunfo calma a las fieras xeneizes. Un ratito, claro. Porque el triunfo, a fin de cuentas, es producto de la jerarquía individual y no de un funcionamiento convincente. Y en 48 horas habrá un choque decisivo para el año de Boca.
“Este martes, cueste lo que cueste, este martes tenemos que ganar”, se canta cuando Rey Hilfer le baja la persiana al mano a mano con los marplatenses. Se viene Alianza Lima con un resultado mínimo, pero favorable. La responsabilidad será de Boca y este es gran problema. El equipo ganó por tercera fecha consecutiva en el Torneo Apertura, pero no logró generar un aura de confiabilidad ante adversarios de menores recursos, como es el caso de Independiente Rivadavia, Banfield y Aldosivi.
Un diluvio de silbidos y enseguida, casi sin pausa, un mensaje directo: “A ver, a ver los jugadores si pueden oír, la camiseta de Boca es matar o morir”. Así terminó el primer tiempo y esa canción se repitió luego del empate de Aldosivi. Los hinchas dejaron claro que están hartos de la apática expresión de un equipo que tuvo la pelota, pero se mostró desconectado, con un profundo vacío de ideas y casi no inquietó al voluntarioso Aldosivi en cuarenta y cinco minutos. Los cambios de intérpretes y sistema, tampoco funcionaron porque faltó ingenio, pero también, agresividad.
Las modificaciones de Gago tuvieron que ver con la cercanía de la revancha ante Alianza Lima, es cierto. No obstante, en la semana se habló mucho de la competencia interna y la obligación de ganarse el puesto sobre el césped. En ese sentido, volvieron Marcos Rojo y Ander Herrera, titulares en la consideración del técnico. Ambos estuvieron desgarrados. Sin embargo, la variante más significativa estuvo en el círculo central, ahí mismo, donde apareció Milton Delgado.
El pibe que jugó el Sudamericano Sub 20 se bajó del avión en Ezeiza y no descansó. Gago lo mandó a la cancha en un 4-1-4-1 en el que fue el eje de la salida. Herrera, que suele tener mejor funcionalidad como “5”, se desempeñó en el rol de volante interno, algo más adelantado para intentar conectar con los extremos y Milton Giménez.
La presencia de Lucas Janson ya había generado reproches desde los altoparlantes, cuando la voz del estadio anunció la formación y fue abucheado. En el campo de juego, no rindió. Arrancó por la izquierda y rotó a la derecha cuando Exequiel Zeballos, al cabo de la media hora, se instaló el sector opuesto con el perfil cambiado. En diagonal, el Changuito consiguió rematar al arco de Williams Barlasina, que dio un rebote peligroso. Nadie lo capitalizó.
Con Aldosivi a bordo de un 4-4-2, Boca buscó ser profundo por los costados. Zeballos, en el ratito que jugó por la derecha, mandó un centro venenoso que no pudieron conectar Janson ni Giménez. Pareció un blooper porque se tropezaron los delanteros. Luis Advíncula y Lautaro Blanco pasaron, pero sin precisión. En los costados, sobre todo a la izquierda, el lateral rosarino casi no pudo superar a un sólido Rodrigo González.
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Lento, impreciso, con poco cambio de ritmo, al borde de los 40 minutos empezó a fluir el “movete, xeneize, movete; movete, dejá de joder”. Sin embargo, no hubo un revulsivo. Y los marplatenses, que llegaron a orillas del Riachuelo en una actitud expectante, se fueron al descanso con un 0 a 0 que los dejó satisfechos. A fin de cuentas, en función ofensiva no tuvieron recursos para inquietar a Agustín Marchesín. Con la excepción del ecuatoriano Ayrton Preciado, que jugó en el mano a mano con Advíncula, ningún futbolista del Tiburón mostró demasiadas luces.
En el complemento, Gago insistió con Lucas Blondel como interno -algo que había probado y sin éxito en Lima- y salió Herrera. Todo era un murmullo hasta que Delgado abrió para Advíncula y el peruano volvió a exhibir sus condiciones con el pie izquierdo. Casi cayéndose, metió un zurdazo que se clavó en el ángulo de Barlasina.
El golazo trajo algo de tranquilidad y hasta el técnico se animó a cuidar jugadores para el martes. Por eso salió Rojo. También, Martegani. Pero Andrés Yllana metió un pleno como en el Casino de la Rambla y al juvenil Tiago Serrago, cuyo pase pertenece a River, le bastaron 10 segundos para clavar un bombazo que dejó sin chances a Marchesín.
La gente volvió a ser presa de un ataque de nervios. Entonces, ingresó Merentiel. Después, Zenón. Y en la búsqueda, todavía con el furioso eco de los hinchas, combinaron para el gol con la participación de Giménez. Hubo suspenso porque Rey Hilfer cobró posición adelantada, a pesar de que su asistente Del Yesso corrió hasta la mitad de la cancha. El VAR le dio la derecha al línea. Y aplacó los ánimos. Al menos, hasta el martes. Así vive Boca, a bordo de un carrusel de emociones.
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