Ariel Lijo quiere que su pliego en el Senado se vote rápido y a todo o nada

El juez federal Ariel Lijo espera que el Senado trate cuanto antes su pliego como postulante a la Corte Suprema de Justicia. Pasó un año desde que el presidente Javier Milei anunció que el magistrado era su primer candidato para integrar el máximo tribunal y, por diferentes variables políticas, negociaciones confidenciales, y de noticias de impacto de coyuntura, esa situación se postergó hasta el día de hoy. Lijo le reveló a sus principales allegados e interlocutores que su decisión está tomada: cuanto antes la Cámara alta apruebe, o no, su pliego, mejor. «Todo este tiempo fue de demasiado desgaste, tanto personal como familiar», se queja el juez en la intimidad, según fuentes confiables.

Este escenario se aceleró en los últimos diez días. Lijo aceptó la oferta de la Casa Rosada para llegar a la Corte Suprema vía decreto, lo que se conoce en la jerga como «en comisión», porque fue el mismo camino que eligió el otro candidato de Milei para integrar el máximo tribunal, Manuel García-Mansilla. «No es fácil decirle que no a un Presidente», habría explicado Lijo cuando sus más íntimos le preguntaron por qué se arriesgó de ese modo a que pasase lo que finalmente pasó: Lijo llegó por decreto a la Corte pero pidió una licencia extraordinaria para poder continuar al frente de su juzgado federal en Comodoro Py sabiendo que su llegada al máximo tribunal podría ser rechazada. A García-Mansilla, en cambio, los jueces supremos Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz le tomaron juramento. Luego el mismo jurista votó en contra de la llegada de Lijo a la Corte debido a que había jurisprudencia que rechazaba que un postulante al tribunal sostuviera hasta ser designado de lodo formal una licencia en otro puesto del Poder Judicial.

Quien le habría prometido a la Casa Rosada que el juramento de Lijo en comisión y con pedido de licencia incluida no sería un problema para su asunción como juez supremo fue Ricardo Lorenzetti, quien está enfrentado al resto de sus colegas de la Corte por cuestiones de poder, entre otras cuestiones.

Lijo volvió a su juzgado de Comodoro Py al otro día de la «derrota» en la Corte.

El juez no se resigna. Apostará al todo o nada.

«Cuanto antes termine este proceso, mejor. Me banqué de todo. Si los senadores no me aprueban el pliego, seguiré al frente del juzgado», piensa Lijo, según fuentes confiables.

En efecto, su año de candidato a la Corte Suprema de Milei lo sometió a todo tipo de cuestionamientos sobre su accionar y su ética. El magistrado decidió responder a las críticas que le hicieran los senadores en el proceso de designación de un juez a la Corte. García-Mansilla siguió el mismo camino pero el titular del juzgado federal 4 se diferencia del jurista: logró que la Comisión de Acuerdos aprobase su pliego, por lo que todo está preparado para que su futuro judicial se defina en el recinto de la Cámara alta. Suerte o verdad y cuanto antes.

¿Tiene chances Lijo de que su pliego para llegar la Corte sea aprobado en el Senado?

Según fuentes del oficialismo, del Poder Judicial, y de la bancada mayoritaria del PJ, esa posibilidad aun existe.

Ocurre que el nombramiento del magistrado fue bien visto por un sector transversal de la política.

Tanto operadores del radicalismo como del PJ clásico se ocuparon de persuadir a senadores de sus bloques de que votasen a favor del juez de la polémica.

El paso del tiempo jugó en contra de esa red de contención del magistrado, y también, ahora se sabe, la estrategia sugerida de la Rosada de que sea nombrado por decreto.

El bloque del PJ K, liderado por José Mayans en los papeles, pero por Cristina Kirchner en los hechos, intentará bloquear las designaciones tanto de García-Mansilla como de Lijo.

Pero la apuesta final del juez de apurar ese desenlace se basa en que son varios los senadores del bloque del PJ los que, a pesar del desgaste y de el cuestionamiento que sufrió por aceptar llegar a la Corte Suprema vía decreto del Presidente, aun sostienen que votarían en favor del magistrado.

El bloque peronista cuenta con 34 miembros. Para que haya quórum, se necesitan 37 senadores.

Pero gracias al apoyo extraoficial que Lijo recibió de dirigentes del PJ como Sergio Massa, y de gobernadores aliados a Milei, además de que él mismo cuenta con contactos con la clase dirigencial multipartidaria, los legisladores del PJ en el Senado que podrían votar en favor de Lijo son alrededor de una decena.

Entre ellos se puede mencionar a algunos de los que votaron a su favor para que saliera el dictamen necesario para que su postulación a la Corte se vote en el recinto. Entre otros, se pueden mencionar a la catamarqueña Lucía Corpacci, la santiagueña Claudia Ledesma, o el sanjuanino Sergio Uñac.

Por diferencias con Cristina Kirchner, otra peronista que podría votar a favor de Lijo es la jujeña Carolina Moisés.

El magistrado también tendría garantizado el voto de radicales como el correntino Eduardo Vischi.

El número mágico para llegar a los dos tercios de los presentes es de enumeración compleja y de pronóstico aun más intrincado. Lo que se prometió ayer, puede cambiar hoy o mañana.

El apoyo senatorial a Milei se laceró desde el impacto del caso criptogate.

Pero Lijo ya no quiere esperar.

¿Hay gobernadores o senadores que podrían desafiar con su voto negativo a un poderosos juez federal que integra los tribunales que investigación casos de corrupción o lavado de dinero, entre otros?

No es una pregunta acorde para una Nación donde la división de poderes es firme y esencial, como en cualquier democracia madura.

Las negociaciones entre la Casa Rosada y el PJ K para intentar juntar votos en favor de Lijo incluyó largas negociaciones confidenciales entre operadores calificados de La Libertad Avanza y dirigentes de llegada asegurada a los Kirchner, como el ministro de Justicia bonaerense, Juan Martin Mena, o el senador Eduardo De Pedro.

El Gobierno incluso le propuso al PJ ampliar la Corte a los K si es que votaban a favor de Lijo y García Mansilla.

Los idas y vueltas se dilataron, la dinámica de la alocada política nacional también afectó intereses diversos, y ahora Garcia Mansilla podría ser rechazado como juez de la Corte por el Senado. Y Lijo lo mismo. O lo contrario.

Para el magistrado, ya no hay que esperar más.

Se jugará, en cuanto los senadores se definan, a que se trate su pliego en el recinto. A suerte y verdad. Todo o nada.

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