Aprendió a coser de niña, trabajó con diseñadores de la realeza y encontró su destino: Laura Noetinger, la mujer de los sombrerosPor Ariana Budasoff
De yute, de fieltro, de hojas de eucalipto, de tela de tapicería, de papel, de plástico, de disco de vinilo. Con plumas. Con mariposas. Con red. Con tul. Con sorbetes. Con piedras. Con flores.
Un sombrero de ala ancha con una cinta bordó y una enorme rosa a tono. Un tocado adornado con una trama de hojas de alambre pintadas a mano del color del otoño, como un árbol de la vida tensado. Un sombrero de rafia con formas rígidas. Un turbante de fieltro drapeado color canela, color abrigo de invierno. Una boina carmesí y visón con flores: un tapiz de silla, de sofá, transformado en un complemento delicado. Una vincha azul eléctrico con plumas y mariposas que parecen volar sobre ella, que hacen suspirar.
No hay límites.
Cuando hay materia, inspiración y manos expertas, se produce la alquimia. La metamorfosis.
Cuando el sombrero terminado toca la cabeza de su humana, como si hubiese destellos de varita mágica flotando en el aire, se produce el encanto.
No es hada madrina. No hay hechizo.
Es arte.
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A Laura Noetinger se la asocia a la reina de los Países Bajos. Es conocida —entre muchos otros motivos— por haberle hecho accesorios para la cabeza a Máxima Zorreguieta, pero ella se apura en aclarar que no es su sombrerera oficial, que quien sí lo es se llama Fabienne Delvigne y es una diseñadora belga, y que ella hizo un montón de cosas además de lo encargado por la reina. Aunque haber creado para ella significó, sin dudas, un hito en su carrera.
La oportunidad de diseñar para una integrante del mundo de la realeza surgió en un momento entre el 2007 y el 2010 —no lo recuerda con exactitud— en un sitio del mundo de los plebeyos. Quizás en el rey de los sitios plebeyos: el supermercado.
—Me acuerdo de que me la encontré a Marina Lanusse, que es maquilladora, en un supermercado de Pacheco. Me dice: “¡Lauri! ¿Qué haces? ¡Tanto tiempo! Ay, sé que estás haciendo esto [sombreros, tocados]. Yo la maquillo a Máxima y viene en un par de semanas. Hacele algo de regalo y dame fotos para que le lleve y le muestre tu trabajo”. Supergenerosa —gracias, Marina Lanusse—. Y así fue. Le llevó, le gustó, me encargó. De hecho lo que me encargó, que me lo compró, lo usa un montón, un montón. Se lo he visto en varias oportunidades. Después le hice otras cosas que también usó, dos o tres cosas más.
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