Alivio en el Vaticano: la salud del Papa mejora y los médicos informan que su pronóstico ya no es reservado
ROMA.- Alerta e informado de lo que pasa en el mundo -tanto es así que expresó su cercanía a las víctimas de las inundaciones en Bahía Blanca y envió un telegrama al arzobispo de la ciudad-, el papa Francisco, de 88 años, ingresó este lunes en una nueva etapa y en un camino de recuperación que creó un suspiro de alivio en el Vaticano. A una semana de una doble crisis respiratoria que había vuelto a encender todas las alarmas, los médicos que lo siguen en el hospital Gemelli desde hace 25 días, tras confirmar que se consolidan las mejoras de su situación, en una novedad enorme decidieron anular el pronóstico reservado. Algo que significó que el Papa está en una situación “menos grave” o, como aclararon fuentes del Vaticano, “ya no es inminente el peligro de vida debido a las infecciones que tenía al internarse (el 14 de febrero), pero el peligro permanece”. Tanto es así que, debido a un cuadro que sigue siendo aun “complejo”, serán necesarios “ulteriores” días de hospitalización.
“Las condiciones del Santo Padre siguen siendo estables. Las mejoras registradas en los días precedentes se han ulteriormente consolidado, como confirman tanto los exámenes de sangre como la objetividad clínica y la buena respuesta a la terapia farmacológica. Por estos motivos hoy los médicos han decidido que el pronóstico no es más reservado”, dijeron, en un boletín difundido poco antes de las 20 locales.
“Sin embargo, en consideración de la complejidad del cuadro clínico y del importante cuadro infeccioso presentado al internarse, será necesario continuar, por ulteriores días, la terapia médica farmacológica en ámbito hospitalario”, añadieron los médicos.
“Se trata de un paso adelante muy importante y de una muy buena señal”, comentó a LA NACION Annalisa Bilotta, médica del hospital internacional Salvator Mundi, de esta capital. No obstante, aclaró que el hecho de anular el pronóstico reservado no significa que el Papa ya no está en peligro porque para alguien de avanzada edad, como él y con diversas patologías, “siempre puede ocurrir un imprevisto clínico”. “La situación es menos grave pero, de todos modos, sigue siendo complejo el cuadro clínico e infeccioso y por eso la internación durará varios días más para que siga la terapia médica en ámbito hospitalario”, explicó.
Fuentes del Vaticano coincidieron con el cauto optimismo. “Se trata de señales positivas del curso de la patología, pero que deben ser tomadas con prudencia y cautela porque la neumonía no ha sido aun superada y el cuadro clínico sigue siendo complejo”, aclararon, precisando un dato importante, el de la neumonía, no presente en el parte. “Pero el Papa ya no se encuentra en presencia de peligros inminentes”, dijeron.
Un reflejo de que todavía la situación es delicada es que el exarzobispo de Buenos Aires sigue teniendo asistencia respiratoria: de noche utiliza una máscara, es decir, ventilación mecánica no invasiva (un nivel superior), mientras que de día utiliza cánulas nasales de alto flujo de oxígeno.
Desde el Gemelli también filtraron que el paciente ilustre, que aun debe ser resguardado y no recibe casi visitas salvo excepciones, no sólo sigue de “buen ánimo” sino, además, más activo.
Tanto a la mañana como a la tarde, como había hecho en la víspera, siguió por video los ejercicios espirituales que la curia romana está haciendo en el Aula Pablo VI, en una conexión por la que él no puede ser visto. Además, recibió la eucaristía, luego se desplazó hasta la capilla de su departamento medicalizado del décimo piso “para un momento de oración” y también, por supuesto, descansó.
Informado de las trágicas inundaciones en Bahía Blanca, por otro lado, envió un telegrama al arzobispo de esta ciudad, monseñor Carlos Azpiroz Costa, en el que se definió “apenado” al enterarse de ese “desastre natural que está afectando a la región y que ha ocasionado tantas víctimas y daños materiales”. “Ofrezco fervientes sufragios por el eterno descanso de los fallecidos. Asimismo, quiero hacer sentir mi cercanía espiritual a toda la población, suplicando al Señor que conceda consuelo a los deudos y a cuantos sufren en estos momentos de dolor e incertidumbre, y que sostenga con su gracias a todos los que están comprometidos con la búsqueda de los desaparecidos y con el arduo proceso de reconstrucción de las zonas devastadas”, siguió. “Mientras pido a nuestra Señora de La Merced que interceda ante su hijo Jesucristo por todos los afectados por esta catástrofe, les imparto con afecto la bendición apostólica”, se despidió.
El lunes de la semana pasada el parte médico había sido dramáticamente distinto. Por tercera vez -después de una crisis respiratoria prolongada y aguda del sábado 22 de febrero y otra broncorespiratoria del viernes 28 del mismo mes-, el boletín médico había informado de “dos episodios de insuficiencia respiratoria aguda, provocados por una importante acumulación de moco endobronquial y el consiguiente broncoespasmo”. Entonces se habían realizado dos broncoscopias “que requirieron aspiración de secreciones abundantes” y desde entonces debió reanudarse una ventilación mecánica no invasiva para asistir al Papa en la respiración. El clima era de alarma.
Que una semana después de ese susto, los médicos anunciaran que el pronóstico “no es más reservado” fue seguramente una muy buena noticia. Y dejó en claro que, más allá de la fragilidad que ostentó el jueves pasado cuando envió un audio con una voz muy sufrida, fatigada, a quienes estaban rezando por su salud en la Plaza San Pedro, el Papa, aunque sigue enfermo y seguramente deberá tener una convalecencia larga, está determinado a volver a su hogar de Santa Marta.
Después de semanas de arrastrar una bronquitis que había curado en forma doméstica, con corticoides que le habían hinchado el rostro y bajado las defensas, el 14 de febrero pasado el cuerpo del Papa dijo “basta”. Tras diversas audiencias y como le venían aconsejando sus médicos, accedió a ser internado en el hospital Gemelli por cuarta vez en su pontificado. Entonces, un primer parte médico señaló una infección de las vías respiratorias, que resultó luego “polimicrobiana” y que cuatro días más tarde degeneró en una neumonía bilateral que alteró al mundo, porque todos recordaron las cientos de miles de muerte que hubo durante la pandemia de Covid por esta enfermedad. Si bien ahora va mejorando, esa neumonía sigue ahí. Por eso, hacen falta más días de encierro y cuidados hospitalarios para el Papa que, según pudo saber LA NACION, al continuar estable y sentirse mejor, está cada vez más impaciente por ser dado de alta. Pero deberá esperar.
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