Agnotología: estudio de la ignorancia cultural inducida

En las clases de Epistemología, rama de la Filosofía que investiga acerca del conocimiento científico y sus métodos (Ciencia de las Ciencias), solemos explicar que el término en su versión moderna, fue acuñado por un escocés pensante, James F. Ferrier en 1854 (otro más para agregar a la lista). Este autor también propuso, un concepto de uso opuesto y una teoría que le daba sustento: la “agnoiología” o estudio científico de la ignorancia humana.

Esta teoría de la ignorancia humana propuesta por Ferrier, pareció no generar demasiado interés, ya que aparentemente no se quiso avanzar con el estudio de las reconocibles y propias falencias humanas que tanto nos caracterizan.

Agnotología

Recién en el año 2008 Robert N. Proctor e Ian Bolin de la Universidad de Stanford, reformularon esta idea dentro del marco de la Sociología del Conocimiento, describiendo una definición de “agnotología” como la forma más intencional y deliberada de la ignorancia:

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“¿Qué desconocemos y por qué? ¿Qué mantiene viva la ignorancia o permite que se utilice como instrumento político? La agnotología —el estudio de la ignorancia— ofrece una nueva perspectiva teórica que amplía las preguntas tradicionales sobre «cómo sabemos» y plantea: ¿Por qué no sabemos lo que desconocemos? Los ensayos reunidos muestran que la ignorancia suele ser más que una simple ausencia de conocimiento; también puede ser el resultado de luchas culturales y políticas. La ignorancia tiene una historia y una geografía política, pero también hay cosas que la gente no quiere que sepamos («La duda es nuestro producto», era el eslogan de la industria tabacalera”.

La agnotología supone entonces un estudio de la “ignorancia cultural inducida”, típicamente utilizada para vender ideas o productos, influenciar opiniones u obtener favores, especialmente por medio de la publicación y difusión de “informes” y datos “pseudo científicos” inexactos y engañosos.

En 2021, el Covid-19 mató en Argentina a 25 mil personas que no deberían haber muerto

Ignorando a priori este término, en anteriores columnas nos referimos a esta idea como ignorancia ocasional u oportunista, al estimular demagógicamente (con pocas gotas de verdad dentro de un mar de mentiras), la consecuente confusión y desinformación del público en general.

En capítulos del libro Agnotología: La producción de la ignorancia Procter intenta explicar cómo y por qué diversas formas de conocimiento no surgen, han desaparecido o se han vuelto invisibles. Se abordan ejemplos sobre el cambio climático, el secretismo militar, el orgasmo femenino, el negacionismo ambiental, la paleontología de los nativos americanos, la arqueología teórica, la ignorancia racial y otras.

El tabaco y los médicos

Este autor también utiliza este término, para describir las campañas abiertas y encubiertas de la industria tabacalera, ensalzando primero la virtud del tabaco para la salud y luego creando dudas sobre los efectos trágicamente adversos de esta adicción sobre la población.

En línea con esto, siempre mostramos en nuestros cursos cómo se utilizó a los médicos (con la anuencia de la Asociación Médica Americana) para promover entre 1920 y 1960 todas las marcas de cigarrillos con lemas tan absurdos como: “Cuida tu salud, fuma…”, “… justo lo que el médico te mandó”, u otro mostrando a profesionales de Medicina en un auditorio quirúrgico:

“Siempre estudiando, siempre aumentando el alcance y profundidad de sus conocimientos- como este grupo observando demostraciones de un nuevo método para el uso de penicilina- los “días de escuela” de los doctores nunca terminan. No importa cuán importante y famosos se transformen, su búsqueda de mayor conocimiento nunca se detiene. De acuerdo a una reciente encuesta nacional independiente más doctores fuman … antes que otro cigarrillo. Esto es un «hecho real», no una afirmación casual entre 113.597 médicos de todas las ramas de la medicina”.

En columnas recientes evidenciamos también cómo aun en estos días, la industria farmacéutica local “consolidó datos” para mostrar supuestos aumentos inferiores a la inflación y anteriormente, otras desproporcionadas afirmaciones respecto a la historia y alcance real de los denominados “ensayos clínicos”.

“Estudiar”, la respuesta a la distópica ilustración oscura

Muchos investigadores alertan sobre cómo poderosos intereses de toda clase y prontuario: extremistas, terroristas, piratas del ciberespacio, ladrones, especuladores, etc. explotan las redes comunicacionales, para propagar agnotológicamente la ignorancia.

De este juego ya sea consciente e inconscientemente participan otros “agentes de ignorancia inducida culturalmente”, con medios masivos apoyando determinadas campañas e intereses particulares, pero también muchos organismos gubernamentales y políticos, al suprimir información con ocultamiento de documentos o datos críticos, los cuales de ser difundidos podrían inducir preguntas incómodas y una mayor búsqueda de información en diferentes áreas.

Alfabetización sanitaria

En el caso de la Salud nuestra posición ha sido siempre pública y evidente; en “¿Informar o no informar? Una batalla más a favor de la alfabetización sanitaria” (2020) planteábamos que, en 1918 durante la pandemia de la gripe española, el mundo contaba con 2000 millones de habitantes y solo un 30 % sabía leer y escribir.

Más del 90% de los 8.090 millones actuales sabe leer y escribir y merced a la globalización de la información, muchos de ellos podrían con el lenguaje apropiado, datos certeros y algún esfuerzo, entender gran parte de información sanitaria relevante. Por ello, nos opusimos siempre a toda “administración” u ocultamiento de la información.

Debemos señalar que el poder confiar e incorporar conocimientos, resulta absolutamente indispensable a cualquier política sanitaria y por ello, es responsabilidad de todos los profesionales vinculados directa o indirectamente con la Salud, el tratar de difundir y clarificar el contenido de información con absoluta transparencia, explicando lo que posiblemente se sabe y aún más lo que se conjetura y no se sabe con certeza.

Recordemos una vez más, que aun ante hipótesis científicas muy bien fundamentadas, debemos tener siempre presente la salvedad de aplicar pensamiento crítico, estando siempre muy atentos a las posibles y subsecuentes refutaciones.

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