Afinidades inquietantes de la rendición de la Alemania nazi

Probablemente el lector no sepa que mientras la Federación Rusa y varias exrepúblicas soviéticas celebran el Día de la Victoria sobre Alemania nazi el 9 de mayo, el resto del mundo lo conmemoró el 8. Esta diferencia, que surge del momento exacto de la firma de rendición, 8 de Mayo en Londres y Paris, ya el 9 en Berlín y Moscú, es más que una anécdota: simboliza narrativas contrapuestas sobre quién derrotó al nazismo y «salvó» a Europa.

Este aniversario invita a reflexionar sobre una alarmante realidad: quienes celebran con más fervor la victoria sobre el nazismo son, en muchos casos, los mismos que han adoptado elementos del proyecto político totalitario que fue derrotado en 1945.

No existe equivalencia moral posible entre el régimen nazi y los sistemas actuales, pero resulta innegable y profundamente preocupante que ciertas prácticas y retóricas contemporáneas evoquen aspectos del fascismo que creíamos superados.

Esto no les gusta a los autoritarios

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Rusia ha instrumentalizado la memoria de la victoria para justificar su invasión criminal a Ucrania, presentándola cínicamente como «desnazificación». El «eurasianismo» de Dugin, influyente en el pensamiento geopolítico ruso, comparte con el nazismo una visión imperial y nostálgica de un pasado glorioso que debe ser restaurado a cualquier precio.

Quién derrotó al nazismo y «salvó» a Europa?»

Sin embargo, Ucrania y otras exrepúblicas soviéticas también mantienen relaciones problemáticas con su pasado, glorificando a figuras como Stefan Bandera que colaboraron con los nazis y fueron particularmente inclementes con sus vecinos judíos. Este fenómeno de blanquear páginas oscuras para forjar identidades nacionales ocurre en varios países del antiguo bloque soviético, sin que esto justifique en absoluto la agresión rusa ni relativice la gravedad del proyecto totalitario nazi.

En Occidente, el panorama resulta igualmente preocupante. Trump y su vicepresidente Vance promueven un nacionalismo que rechaza el orden internacional surgido precisamente para evitar la repetición de los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Su «America First» evoca inquietantemente políticas aislacionistas que facilitaron el auge fascista. Netanyahu en Israel, Orbán en Hungría y Meloni en Italia utilizan técnicas autoritarias para acallar la disidencia y erosionar instituciones democráticas, siguiendo un patrón que guarda poderosas similitudes con la Europa al borde del abismo en los años 30.

La «Solución Final» de Hitler: 6 millones de muertos pero hoy el 20% del mundo no escuchó hablar del Holocausto

No olvidemos que el horror nazi comenzó con un proceso gradual de deshumanización. Primero fueron las palabras, los discursos encendidos, el insulto y la propaganda, luego las leyes discriminatorias, después la Noche de los Cristales Rotos, y finalmente, la «Solución Final». Hoy vemos procesos de estigmatización dirigidos contra migrantes, refugiados y minorías que repiten los gestos enardecidos de aquella violencia.

‘America First’ evoca inquietantemente políticas aislacionistas que facilitaron el auge fascista. Netanyahu en Israel, Orbán en Hungría y Meloni en Italia utilizan técnicas autoritarias para acallar la disidencia»

Al mismo tiempo, asistimos a un preocupante resurgimiento del antisemitismo, muchas veces camuflado detrás de la legítima crítica a las políticas del gobierno israelí. Esta perversa instrumentalización, que aprovecha el caos informativo de las redes sociales, confunde deliberadamente el rechazo a las acciones de un Estado con el odio hacia un pueblo, generando una peligrosa ambigüedad que sirve tanto a quienes promueven políticas de ocupación como a quienes albergan prejuicios antisemitas históricos. En ese contexto las politicas contingentes de Israel son instrumentalizadas para relativizar los crímenes nazis.

Milei y la derecha global

En su libro Síndrome 1933, publicado en 2019, el periodista italiano Siegmund Ginzberg nos confronta con una pregunta incómoda: ¿cómo se desmorona una democracia? Su análisis demuestra que los nazis conquistaron el poder gracias a la colaboración de quienes debían proteger la democracia. Las élites conservadoras creyeron que podrían «domesticar» a Hitler, un error fatal que no podemos repetir cuando vemos cómo ciertos sectores normalizan fuerzas políticas que no respetan las reglas democráticas.

La lección del «nunca más» sigue sin aprenderse»

El historiador Timothy Snyder acuñó el término «Bloodlands» (Tierras de sangre) en su influyente obra de 2010 para describir los territorios entre Alemania y Rusia que sufrieron la doble opresión nazi y soviética.

Trágicamente, estas mismas tierras —particularmente Ucrania— continúan siendo escenario de violencia y dolor en 2025, demostrando que la lección del «nunca más» sigue sin aprenderse.

El verdadero homenaje a las víctimas del nazismo no consiste en ceremonias anuales, sino en permanecer vigilantes ante los primeros signos de deshumanización, en oponerse con firmeza a toda discriminación, y en educar sobre cómo el Holocausto fue la culminación de un proceso gradual que comenzó con palabras de odio y terminó en las fábricas de muerte, una barbarie sin parangón en el corazon de la civilización moderna.

La conmemoración del fin de la Segunda Guerra Mundial debe ser un momento de alerta y compromiso inquebrantable con los valores democráticos. Las «tierras de sangre» de Snyder siguen sangrando, y las democracias se ven amenazadas por la seducción de soluciones simples a problemas complejos.

Cuando vemos resurgir elementos del autoritarismo que llevó al desastre, cuando la memoria se convierte en propaganda y el «nunca más» se transforma en eslogan vacío, debemos reafirmar nuestro compromiso absoluto con la dignidad humana. Solo así, honrando la memoria de los millones que perecieron absurda y arbitrariamente por el odio y la intolerancia, y con una condena sin ambigüedades del totalitarismo en todas sus formas, evitaremos repetir los errores que condujeron a la catástrofe de 1933.

* Historiador y Docente, Conferencista del Instituto de Enseñanza del Holocausto de Yad Vashem

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