Ruptura o acuerdo con condiciones: los días decisivos que afronta Kicillof para el armado del peronismoPor Joaquín Múgica Díaz
El 28 de enero Axel Kicillof encabezó una reunión en Villa Gesell junto a 35 intendentes de la provincia de Buenos Aires. Escuchó durante cuatro horas los análisis de cada uno sobre la elección de este año, la creación de una nueva corriente dentro del peronismo, y las virtudes y defectos del desdoblamiento electoral.
Esa reunión quedó marcada en el calendario como un punto de inflexión en el camino independentista recorrido por el Gobernador. Allí mostró que tenía espalda política territorial y que mantenía la calma frente al vendaval de acusaciones y reproches del cristinismo, que lo rasparon durante cada día de los últimos doce meses.
Uno de los intendentes que estuvo sentado en esa mesa asegura que si Kicillof tenía que salir de ahí y definir cómo armar el cronograma electoral bonaerense, no tenía ninguna duda. “Estaba completamente convencido. Si tenía que tomar una determinación por su cuenta, avanzaba con la eliminación de las PASO y el desdoblamiento”, afirmó.
Casi dos meses después, el Gobernador tiene flotando sobre su escritorio la definición del proceso electoral. Sus socios políticos quieren cosas distintas. Cristina Kirchner considera que la elección provincial debe ir alineada a la nacional. Sergio Massa cree que los comicios bonaerenses tienen que realizarse después de los nacionales.
Hay un problema importante en la dinámica de ese triángulo político que conduce Unión por la Patria (UP). Kicillof habla con Massa pero no con CFK. Lo asumió durante una entrevista que brindó en la semana. En ese laberindo de resquemores y desconfianza, el ex ministro de Economía juega de interlocutor, al igual que otros dirigentes de menor rango, que ofician de puente.
El líder del Frente Renovador (FR) reapareció en escena en la tarde de ayer, durante el congreso de su partido. Fue contundente sobre la necesidad de generar la unidad del espacio político. “Es un año donde tenemos la responsabilidad política de hacer primar el sentido común sin mezquindad para construir la unidad. No creo en las peleas“, sentenció.
Kicillof estira su definición porque no hay acuerdo entre los principales accionistas de la coalición. Sin embargo, sabe que al ser el único que tiene un cargo en el Ejecutivo, si no hay consenso, deberá tomar una decisión. Como nunca antes, su lapicera tiene un peso mayor al del resto, por el simple hecho de que es él el que está a cargo de la gestión, y el desdoblamiento es una determinación que le corresponde tomar al Gobierno. Les guste o no a sus rivales internos, la decisión final es de él.
En los últimos meses, el Gobernador dejó crecer, a través de su armado político, la idea de que el desdoblamiento cruza al medio la disputa de poder con CFK. Sobre ese vínculo mantiene un silencio táctico que le es redituable. Se encargó de ponerle un título directo al asunto. No se habla. Del resto se siguen encargando las caras más influyentes del armado político.
Al dejar crecer la bandera del desdoblamiento electoral como parte de la diferenciación con el cristinismo, la decisión final tiene un peso específico que supera al de la resolución táctica. Además de cómo quedará planteado el calendario electoral, en esa decisión se juega la coronación de un proceso de distanciamiento con CFK que se divisa a la distancia con claridad.
Los duros quieren la ruptura final con CFK y La Cámpora. Los dialoguistas apuestan a un acuerdo con el cristinismo, pero con Kicillof poniendo sobre la mesa sus condiciones. Hay una coincidencia entre ambos sectores internos. Nada puede volver a ser como antes. Ni el formato de decisión en la cúpula del dispositivo electoral, ni la influencia del Gobernador en la estrategia electoral y la designación de nombres para la conformación de las listas.
Según reconstruyó Infobae a través de diferentes dirigentes que orbitan en el MDF, Kicillof está dispuesto a tensar la cuerda hasta el final, pero no tiene voluntad de romper la coalición. No quiere que La Cámpora le imponga las decisiones ni que CFK le diga lo que tiene que hacer. Pero tampoco quiere hacer estallar la alianza peronista. Una fractura expuesta es una derrota asegurada para todos.
“Axel está generando las condiciones para, si logra llegar al Gobierno en el 2027, no ser otro Alberto Fernández”, se sinceró un intendente del conurbano, que está en las filas del Gobernador. Kicillof entendió hace tiempo que debe construir un marco de independencia del cristinismo para no quedar comprometido con la misma dinámica que terminó por romper el Frente de Todos. No ser otro Fernández significa no ser un nuevo delegado del poder real que concentra Cristina Kirchner.
Los comentarios están cerrados.