Cafetines de Buenos Aires: La Nueva Varela, un lugar de Flores donde venden un alfajor de dimensiones inimaginablesPor Carlos Cantini

Toti Arizmendi es el mejor vendedor de la zona de Flores. ¿Qué producto o servicios comercializa? Secretos del barrio. Desde hace años el Toti vive en Río Gallegos, Santa Cruz, donde construyó una familia que ya le regaló nietos. Pero el hombre es nacido y criado en la popular barriada de la Ciudad de Buenos Aires y está siempre al tanto de cada novedad que ocurra en sus calles.

“Nunca escribís sobre los cafés de Flores”, me reclama en persona o por WhatsApp luego de cada relato que sale publicado. Y tiene razón. Me pasa con Flores que me cuesta encontrar material para narrar. El barrio ha perdido prácticamente todo su rico patrimonio cafetero. Esa suele ser mi respuesta frente a sus planteos. El Toti refuta mi argumento y me dice que en un próximo viaje a Buenos Aires me va a llevar a caminar por los alrededores de la Plaza General Pueyrredón. Por lo pronto, sabedor de mi debilidad por los alfajores, me dijo: “En un café de Flores venden un alfajor muy parecido al Havanna pero que pesa medio kilo”.

Así fue que dio con el dato. En su última visita a la Capital el amigo Toti anduvo haciéndose algunos estudios médicos de rutina. Y como no podía ser de otro modo, sacó turno en el Hospital Piñero de Flores. Al terminar con los análisis caminó la cuadra y media que separa al sanatorio de la parroquia Santa Clara. Fue con la intención de orar por su salud. Entró y salió. Sólo hizo una breve persignación. Otro llamado celestial lo abdujo desde la Av. Varela y Zubiría. En esa esquina está la Cafetería y Panadería Nueva Varela. El café que produce el alfajor más grande de Buenos Aires.

Fui a conocer la Cafetería Nueva Varela en la semana más calurosa del verano. Con una sensación térmica de 43 grados jamás creí encontrar tanta gente en el lugar. La capacidad del lugar estaba a tope. ¿Cómo es posible que los porteños combatan el calor tomando café con leche con medialunas? La respuesta se encuentra detrás de las vitrinas que exhiben dulces y en las exquisitas facturas que los clientes eligen para llevar a sus mesas.

Pues es así, de eso se tratan las tradiciones y costumbres. En Buenos Aires el café es religión y tenemos un particular modo de comulgar sin importar lo que diga el termómetro. Después de detenerme ante cada una de las exquisiteces ofrecidas en la cafetería/panadería, como quien avanza por las naves laterales de un templo para deleitarse con sus vitrales, fui por lo importante.

¿Existe tal alfajor gigante según el dato del Toti? Sí, existe. ¿Es verdad que pesa medio kilo? Casi. Sorprendido por su tamaño, le pedí a Melina, la dueña y cajera de la cafetería, que lo pesara. La balanza acusó un peso de 415 gramos. Perdón por las matemáticas, pero no puedo evitar realizar una simple cuenta. Un alfajor común pesa 90 gramos.

Entonces 90 por 5 da 450, por lo tanto, ese famoso alfajor gigante equivale a 5 de los comunes. Es como comerse de un saque un alfajor marplatense más los dos lobos marinos de la Rambla.

Melina y Javier, su padre, tomaron el control de la Nueva Varela en 2019. El padre de Javier —y abuela de Melina— comenzó con el linaje familiar cuando tuvo una confitería en Ramos Mejía. Toda la familia echó raíces en el oeste del conurbano. Me cuenta Melina que la Cafetería y Panadería Nueva Varela tiene unos 40 años. Y que antes en la esquina funcionó una zapatería. Como el local ocupa la planta baja de una construcción que se emparenta en edad con las edificaciones vecinas, parece un café que hubiese acompañado a los vecinos de Flores toda la vida. Veamos.

El Hospital Parmenio Piñero está ubicado a una cuadra, en la Av. Varela 1301. A diferencia de la mayoría de los hospitales que llevan el nombre de personalidades destacadas en la Medicina, Piñero fue un hacendado y coleccionista de arte que declaró en su testamento la voluntad de donar a la antigua Municipalidad de Buenos Aires el dinero para construir un hospital público. Fue tan generosa la donación que se usaron tejas francesas, mármol de Carrara y grifería inglesa. También legó muchas de sus obras de arte al Museo Nacional de Bellas Artes y parte de su fortuna a otras instituciones de bien público como el Patronato de la Infancia. La piedra fundamental del hospital se colocó en 1915. Dos años más tarde se inauguró.

También en la esquina de Varela y Zuviría, pero del otro lado de la avenida, funciona el Mercado Varela. En la página del Museo del Barrio de Flores se informa que entre 1856 y los primeros años del siglo XX se construyeron en Buenos Aires cerca de 40 mercados, ya que en 1862 se habían prohibido las ferias al aire libre. El Mercado Varela fue inaugurado en 1925. Llegó a tener 70 puestos en su interior y 16 locales a la calle. De éstos últimos siguen funcionando lo ubicados sobre la Avenida Varela. En t

odo ese contexto de construcciones patrimoniales pertenecientes a Flores, obras realizadas entre 1915 y 1930, la Cafetería Panadería Nueva Varela no desentona en absoluto. Todo lo contrario, se hermana con el la narración que hacen las calles de ese extenso barrio.

¿Qué otro dato sorprendente me transmitió ese hombre nacido en Flores y devenido en patagónico por motivos que la historia argentina suele imponer a algunos compatriotas? Toti Arizmendi es, entre muchas cosas, realizador cinematográfico. Produjo varios cortos y mediometrajes de temática santacruceña. También supo regentear desde los albores del período democrático, y por ocho años, un bar de fuerte impronta política en Río Gallegos que se llamó Nippur.

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