Gene Sharp fue un teórico estadounidense sobre “revoluciones no violentas” que ejerció gran influencia práctica con sus ideas, por ejemplo, en los serbios que combatieron a Slobodan Milosevic y en los impulsores de la denominada “primavera árabe”. Su texto más traducido es De la dictadura a la democracia (1993), una especie de folleto sobre métodos de protesta para hacer caer a un gobierno. De hecho, en el apéndice enumera 198 acciones concretas.
Mientras sus detractores lo acusaban de ser colaborador de la CIA, él se convirtió en un profeta de lo que luego se categorizó como “golpes blandos” (una estrategia distinta al tradicional “golpe militar”), término que fue usado por líderes de distinto color político.
En una reversión propia de Sharp, Alejandro “El Profe” Álvarez, funcionario y proveedor del dogma libertario, caracterizó el momento actual como el ingreso a la fase 3 –“calentamiento de la calle”– de las 5 estipuladas en la guía del derrocamiento “suave” o “blando”. “¡Con Milei no van a poder!”, cerró su análisis en X.
En un ambiente enrarecido, el Gobierno cerró filas y ratificó su discurso después de los hechos de violencia en el Congreso, a pesar de que el accionar policial quedó en la mira de la Justicia. El Presidente respaldó a Patricia Bullrich y, sin matices, sostuvo que “los de azul son los buenos”. No hubo una sola palabra por el fotógrafo herido Pablo Grillo, que pelea por su vida. Eligió duplicar la apuesta, ante la amenaza de nuevas afrentas.
Es evidente que la protesta de los jubilados, que se hace todos los miércoles, perdió su naturaleza luego de que “hinchas” de fútbol avisaron que se sumarían a la movida. El Ministerio de Seguridad debe probar la acusación de que fue comandado por barrabravas (lo que, de no ser así, no le quita gravedad a los piedrazos, ni la quema de patrulleros y contenedores) y se verá si pueden demostrar la participación de dos intendentes peronistas, Fernando Espinoza (La Matanza) y Federico Otermin (Lomas de Zamora), tal cual lo estableció en la denuncia por sedición.
En el revoleo, Luis Barrionuevo también se puso en guardia porque fue mencionado por Bullrich a través de Leandro Capriotti, dirigente del PJ ligado a Chacarita, al que señaló como su “protegido” y parte del armado de los disturbios. “Tengo 250 mil protegidos (por los afiliados), si es por eso. Y también cuatro hijos y nueve nietos”, ironizó el gastronómico ante los suyos, cuando se enteró.
Después de haber auspiciado a Milei, Barrionuevo dejó el espacio cuando arribó Bullrich, con quien mantiene un viejo encono que persiste a lo largo de los años. En lo que parece ser una comedia de enredos, el líder sindical apuntado es socio en el sanatorio Güemes de un colega de la ministra en el gabinete: Mario Lugones.
En la Casa Rosada, sostienen que hay intenciones “desestabilizadoras” y se las adjudican al kirchnerismo. La reacción frente a ese escenario es siempre radicalizar la posición oficial, un sello de Milei. La complejidad es que si bien Cristina Kirchner aparece en el horizonte como la figura opositora con más peso, no maneja con un botón a los amplios sectores que están en contra del Gobierno (la izquierda, los gremios, grupos barrabravas, el PJ). Es decir, no hay una conducción política unificada ni su correlato en la conflictividad social. Esa dispersión a priori benefició a Milei, cuya imagen continúa siendo imbatible, pero la fragmentación da pie un proceso completamente anárquico.
¿Está preparado el Gobierno para la gimnasia de repeler constantes manifestaciones callejeras? “No queda otra”, dicen. Ceder implica mostrar debilidad y es una invitación a que “el enemigo” profundice ese camino. Sí es cierto que habrá un intento por mejorar operativamente la coordinación entre fuerzas, y también con el gobierno porteño.
No todos piensan lo mismo en las distintas vertientes del kirchnerismo/peronismo/massismo. “Nuestra autocrítica es no haber estado presentes en la marcha”, sostiene un dirigente del ala dura. Hay un debate sobre qué hacer para el próximo miércoles. Hasta ahora, anticiparon su apoyo a los jubilados las dos CTA y la CGT. Parte de la estructura militante de La Cámpora y de Axel Kicillof fue enviada a Bahía Blanca, por lo tanto, hay una complicación logística. Los intendentes del conurbano, aún analizan qué hacer. Es una situación aún en desarrollo.
La demostración de fuerza, hasta antes de los incidentes del Congreso, iba a ser para el 24 de marzo. Hay tratativas para que confluyan las distintas organizaciones de derechos humanos y también del arco político en una única peregrinación hacia Plaza de Mayo, algo que no suele ocurrir por las históricas diferencias internas. Esa convocatoria demandará recursos, con lo cual, no resulta tan fácil aceitar la estructura para dos manifestaciones en poco tiempo.
“Es un error pensar que Milei no tiene más oxígeno. Es cierto que lo perjudicó el escándalo de $LIBRA, pero la gente no quiere quilombo en la calle”, argumenta un sindicalista. De hecho, el anuncio de un paro de la CGT contra Milei es tomado –incluso por algunos que se suponen están a favor- como una medida pour la galerie.
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