Brechas de género en la empleabilidad juvenil: un recorrido con avances y deudas pendientesOPINIONPor Florencia Segal

Desde hace años, el debate sobre las cuestiones de género atraviesa cada rincón de nuestra vida cotidiana. Lo vemos en las calles, en los espacios educativos, lo escuchamos en los medios, lo discutimos en nuestras casas y también en el trabajos.

En la Argentina, los avances han sido enormes: las mujeres ocupamos espacios que antes parecían inalcanzables, conquistamos derechos y cuestionamos aquello que durante mucho tiempo se dio por sentado. Sin embargo, en el ámbito laboral, las desigualdades persisten, y en el caso de las mujeres jóvenes, las barreras se amplifican aún más.

El acceso al empleo sigue siendo un desafío marcado por la brecha de género. En el sector juvenil, la tasa de desempleo es del 14% entre personas de 18 a 29 años, duplicando el promedio general, y se eleva al 16,5% en el caso de las mujeres. A esto se suman las barreras para el crecimiento profesional: el 72% de los cargos directivos son ocupados por varones, y las mujeres jóvenes ganan, en promedio, un 27% menos que sus pares masculinos.

Estas cifras reflejan una realidad estructural que limita las oportunidades y refuerza desigualdades históricas, haciendo evidente que aún queda mucho por transformar.

Si bien existen múltiples datos que evidencian esta problemática, es fundamental también comprender cómo esta realidad impacta en la manera en que las mujeres jóvenes se proyectan a sí mismas en el mundo del trabajo. En muchas ocasiones, sus puntos de partida están condicionados por obstáculos que no enfrentan en la misma medida sus pares varones.

Fundación Empujar trabaja con el objetivo de promover oportunidades para que mujeres y varones puedan acceder a un trabajo decente, con la meta, además, de reducir las brechas de género en el ámbito laboral. En 11 años, el recorrido de más de 5.000 jóvenes y cientos de sus testimonios, reflejan cómo estas desigualdades inciden en sus proyectos de vida.

Historias como la de Camila, que cuenta que no podía conseguir trabajo porque debía quedarse en casa para cuidar a su abuela, o la de Brenda, quien fue rechazada en varias entrevistas porque el puesto “demandaba demasiado esfuerzo físico para una mujer”, son solo algunos ejemplos de una realidad cotidiana. A pesar de su formación y su deseo de progresar, muchas jóvenes encuentran puertas cerradas antes incluso de poder demostrar sus capacidades.

Cientos de casos reflejan las barreras que enfrentan las mujeres jóvenes en su camino hacia la inserción laboral. Sin embargo, también dan cuenta del impacto positivo que tienen el acompañamiento, la formación y el compromiso del sector privado. Gracias al trabajo conjunto con empresas y personas voluntarias, más de 2.500 egresadas de la Fundación han logrado acceder a un empleo formal, dando un paso fundamental hacia su autonomía económica y su desarrollo profesional.

Abordar la brecha de género en el mundo del trabajo y generar oportunidades de acceso equitativo al empleo son desafíos que nos deben interpelar como sociedad y que requieren respuestas desde múltiples sectores. Al igual que el desempleo juvenil, esta problemática exige un abordaje integral que involucre al sector empresarial, a las organizaciones de la sociedad civil y al Estado.

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