Los hinchas de los equipos de la Premier League están en llamas y se paran de manos contra los patrones de los clubes
En medio de las crisis económicas y deportivas que atraviesan varios clubes importantes de la Premier League, los hinchas protestaron por el manejo de los propietarios. «Devuelvan nuestro club» y «dejen de explotar la lealtad» fueron dos de las frases que más se podían ver en un Old Trafford transformado en el escenario de un funeral. La gran parte de los fanáticos del Manchester United vistieron de negro para protestar por la gestión en los últimos veinte años de la familia Glazer y más recientemente la de Jim Ratcliffe y su empresa INEOS. Y esta clase de actos ya son más una escena habitual que una rareza en la liga inglesa.
En las últimas semanas, las quejas se amplificaron entre los fanáticos que están hartos de que los mandatarios suban, por ejemplo, los precios de las entradas y los abonos, alegando las circunstancias económicas y la necesidad de ingresos extra, a la vez que estos cometen malas decisiones deportivas que son las que provocan los malos resultados.
Hace pocos días fueron cientos de personas las que se reunieron en los alrededores de Stamford Bridge para quejarse de la propiedad actual, la que está formada por un consorcio estadounidense y liderada, como cara más visible, por Todd Boehly. «Dejen de matar al Chelsea», escribieron en sus pancartas. «Fuera de nuestro club», repetían con cánticos.
Desde que este grupo, Clearlake Capital, se hizo con Chelsea en 2022, cuando Roman Abramovich tuvo que venderlo por su relación con la invasión de Rusia a Ucrania, el club gastó más de 1.000 millones de euros. Ya tuvo a un puñado de entrenadores, pero no consiguió ni un solo título.
Las protestas estuvieron también motivadas por el descubrimiento de que Boehly es además propietario de una de las páginas webs que revende entradas para eventos, incluidos los partidos de Premier League y, por consecuencia, los del Chelsea. Los precios en estas webs son desorbitados y se aprovechan de las escasez y la dificultad para acceder a tickets para explotar el dinero de los aficionados.
En el caso del Tottenham, las quejas son frecuentes. Es complicado acercarse un día de partido a los alrededores del Tottenham Hotspur Stadium y no encontrarse con alguna manifestación contra el INEC Group y particularmente, con la figura más pública del mismo, Daniel Levy.
«Es tiempo para un cambio» y «construyeron un negocio, mataron a un club de fútbol», reclamaron los aficionados de los Spurs, que están hartos de lo que ellos entienden una falta de inversión por parte de los propietarios que no está a la altura. Pese a tener uno de los estadios más modernos del mundo y recibir unos ingresos millonarios gracias a albergar grandes eventos, ese dinero no se reinvierte en el propio equipo.
Incluso el núcleo duro del vestuario lo cree así y hace un par de meses, Cristian Romero, uno de los capitanes, aseguró que siempre se culpa de la mala situación a los jugadores y al entrenador, pero nunca al verdadero culpable… Es decir, Levy. Mientras tanto, Tottenham no levanta un título desde 2008, cuando conquistó la Copa de la Liga.

Esta situación de inestabilidad no afecta solo a los grandes clubes y es incluso más sangrante en divisiones inferiores, como Reading, que hace no tanto estuvo en Premier League y ahora en tierra de nadie en Tercera División y con unos dueños endeudados. Lo mismo ocurre con Bury, que tras más de 120 años de existencia desapareció por problemas financieros.
Una de las principales quejas de los valor es el valor de las entradas, que aumentaron más de un 800% desde el inicio de la década de 1990 hasta ahora. Mientras que la Premier League limita el tope que un equipo puede cobrarles a los hinchas visitantes (39 dólares), para los locales hay mucha más libertad de precios.
Diecinueve de los 20 equipos de la Premier decidieron subir los valores antes de esta temporada. Es decir, todos a excepción de Crystal Palace. Varios de esos clubes, incluido Manchester United, quitaron los descuentos a personas mayores y jóvenes, mientras que otros, como Arsenal, anunciaron subas de cara a los precios de la próxima campaña.
La venta de entradas es un ingreso vital para los clubes, como se demostró durante la pandemia de Covid_19. La Premier League percibe por temporada más de 830 millones de libras (US$ 1.073M) por este rubro, muy por encima de otras ligas como LaLiga de España (GBP 481M; US$ 622M) y la Bundesliga alemana (GBP 430M; US$ 556M).

A esto hay que añadir lo poco que está gustando a las hinchadas como la del Manchester United que el club esté usando a los trabajadores como variable de ajuste para arreglar sus problemas financieros.
El United despidió a 450 personas en un año y recortó gastos como la pensión a leyendas como Sir Alex Ferguson, para tratar de compensar los cinco años de pérdidas que acumula. Sin embargo, decisiones como la de despedir a Erik Ten Hag meses después de renovarle y tener que pagarle una indemnización de 10 millones de libras (U$S 13M), o pagar más de 4 millones de libras (US$ 5,17) para tener a Dan Ashworth como director deportivo durante seis meses, no tuvieron consecuencias.
Todo esto ocurre además en un contexto en el que el gobierno británico trata de sacar adelante el regulador independiente del fútbol que tratará de ayudar a los fanáticos y darles más voz. La Premier League y sus equipos -en realidad, sus patrones- rechazan esta propuesta porque ven amenazado uno de los negocios más rentables y viables del mundo.
Los comentarios están cerrados.