La historia de Carlos Volante, el argentino que revolucionó el fútbol y le dio el apellido a su posiciónPor Emmanuel Baldo

Organización, rapidez mental, contención, distribuir el balón, recuperar, destruir el juego ofensivo rival, aportar claridad e inteligencia en el armado, enlazar el juego de defensa a ataque. Esas son algunas de las características principales que debe tener un mediocampista defensivo.

A la hora de repasar los nombres de los grandes volantes centrales que pasaron a lo largo de la historia del fútbol, rápidamente vienen a la memoria algunos como Lothar Mathaus, Ruud Gullit, Fernando Redondo, Andrea Pirlo, Steven Gerrard, Toni Kroos, Sergio Busquets o Xavi Hernández, entre otros, pero seguramente muy pocos ubicarían en esa lista a Carlos Martín Volante, el mediocampista que le dio su apellido a la posición.

El histórico jugador argentino es, sin dudas, una de las figuras más enigmáticas del fútbol sudamericano, ya que su legado en el fútbol no se debe a las estadísticas o los números de partidos jugados o títulos obtenidos a lo largo de su carrera, sino que su mayor hazaña fue haberle prestado su apellido a la posición que hoy se conoce como “volante”, un término que se ha extendido por toda América Latina y que define a los mediocampistas de contención en la cancha.

Nacido y criado en un ambiente futbolístico en el barrio de Lanús junto a sus seis hermanos, el protagonista de esta historia dio sus primeros pasos en el deporte al integrar las Divisiones Inferiores del Granate entre 1924 y 1926 con 21 años.

Sin embargo, su carrera dentro del país resultó breve en comparación con lo que se avecinaba. Para 1931 Volante ya emprendía su viaje a Europa, sin antes brillar en Platense, equipo en el que su rendimiento lo llevó a ser convocado a la selección argentina en dos partidos amistosos contra Uruguay (junio de 1929, 1-1) y Yugoslavia (agosto de 1930, 3-1).

A comienzos de la década del 30, Italia comenzaba a vivir el auge del profesionalismo en la Serie A y los clubes buscaban talento sudamericano para reforzar sus filas. Napoli fue su primer equipo en el viejo continente, luego pasó por el Livorno y el Torino. Posteriormente, Francia fue testigo de su talento en entidades como Rennes, Olympique de Lyon y Paris FC.

Pero su destino iba a cambiar por completo en 1938 cuando, por la situación y el clima político-social que atravesaba Europa con la Segunda Guerra Mundial a punto de estallar, se vio obligado a huir junto a su familia.

En un giro inesperado, Carlos Volante se encontró en la Copa del Mundo de Francia de 1938 como masajista de la selección de Brasil y su historia con el fútbol de ese país comenzó a florecer. Durante los entrenamientos, los jugadores y dirigentes lo invitaron a jugar y notaron su capacidad para destacarse como mediocampista central. Fue entonces cuando, tras acabar el Mundial, viajó a Sudamérica y Flamengo lo fichó, sin imaginar que iba a convertirse en una de sus grandes figuras.

Ya veterano, a sus 34 años, Volante se asentó en Río de Janeiro y se convirtió en el cerebro del mediocampo del Fla, formando parte de un equipo legendario junto a figuras como Domingos Da Guia y Leónidas. Su liderazgo y su inteligencia táctica fueron claves para la obtención de tres ediciones del Campeonato Carioca en 1939, 1942 y 1943.

Flavio Costa, entrenador en aquel momento, vio cómo su mediocampista estrella le decía adiós y, al analizar su plantel, encontró a su reemplazante en el paraguayo Modesto Bría. Fue entonces cuando lo miró fijamente y le dijo: “Quiero que juegues como Volante”, haciendo alusión a la forma de jugar aguerrida e inteligente de su ex figura.

Lejos de parecer una historia salida de un cuento, en diálogo con Infobae, el periodista y vicepresidente del Centro para la Investigación de la Historia del Fútbol (CIHF), Oscar Barnade confirmó lo ocurrido: “El puesto en un momento era half y luego midfield que significaba mediocampista. No se llamaba volante a los que jugaban en el medio. En esa época había mucha cantidad de jugadores argentinos en Brasil, pero a partir de ahí, por sus características, su apellido quedó instalado como un nombre de un puesto. Después esa referencia al puesto vino y comenzó a utilizarse acá (Argentina)”.

Incluso Néstor Daniel Bova, abogado egresado de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) y socio del Centro para la Investigación de la Historia del Fútbol (CIHF), hizo referencia al talentoso mediocampista en el libro “96 años de fútbol Granate”, un diccionario de historia grana en el que explicó que, “el mayor legado que ha dejado este excepcional futbolista fue haber sido utilizado su apellido para designar una forma de jugar: ‘Jugar de volante’ (…) Su particular forma de moverse en la cancha maravilló a muchos, cambiando un sistema que se venía utilizando en forma rígida desde la llegada del fútbol a estas tierras. Volante es el iniciador de una forma de jugar en el que el mediocampo se convertía en la zona de gestación del juego y no una mera zona de tránsito hacia el arco contrario”.

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