En un Monumental que pasó de los silbidos a los aplausos, Colidio tuvo su revancha y le dio la victoria a River frente a Atlético Tucumán

Ese zurdazo de afuera del área de Facundo Colidio que a los 33 minutos del segundo tiempo se clava contra el palo izquierdo de Tomás Durso alivió las tensiones. Ese grito de gol significó un desahogo Núñez. No solo porque la pelota no entraba, sino por la angustia acumulada en las últimas horas tras la decepción con Talleres en la Supercopa Internacional y un arranque de año para el olvido. River sufrió para ganarle a Atlético Tucumán pero mereció hacerlo por mucho más que un gol ya que jugó su mejor partido hasta ahora desde el inicio del 2025, hizo un golpe de timón y el Monumental pasó de los silbidos de la previa al aliento y a cantar por el campeonato.

Justo Colidio, uno de los más chiflados y apuntados por los hinchas, hizo el gol del triunfo. El ex Tigre venía de malograr el penal que pudo haberle dado el título a River en Asunción, pero mostró actitud para dar la cara en el momento en el que el equipo de Núñez no podía con Tomás Durso. Es que el arquero de Atlético Tucumán se agigantó en Udaondo y Figueroa Alcorta y fue el responsable de que los tucumanos no se fueran con más goles en contra y por él estuvieron cerca de llevarse un punto.

Después de mucho tiempo, River se fue aplaudido. Más allá del resultado, por el juego, en la mejor producción futbolística del conjunto de Marcelo Gallardo desde que arrancó el año. Los hinchas esta vez se vieron reflejados e identificados con un equipo que se pareció bastante al del primer ciclo del Muñeco.

River fue intenso, dinámico, profundo y vertical. Manejó bien la pelota, hubo triangulaciones, desbordes, buscó por afuera, también por adentro y creó muchísimas situaciones de gol, convirtiendo en figura a Durso. Pero las manos del arquero de Atlético Tucumán, la poca fortuna en algunos momentos y la ineficacia de Miguel Borja que contó con al menos ocho situaciones, padeció hasta el final.

La tensión se sentía en el Monumental por los chiflidos a varios jugadores cuando la voz del estadio pronunció la formación, mientras los futbolistas hacían los movimientos precompetitivos en el campo de juego. Pero desde el momento en el que salió el equipo a la cancha, los hinchas dejaron la bronca de lado por la derrota ante Talleres y se dedicaron a alentar. Y sobre el césped, los jugadores mostraron otra actitud. Desde ese lugar, hubo un golpe de timón, tal como manifestó Gallardo en la semana.

El técnico también había dicho que si tenía que cambiar lo iba a hacer. Sin embargo, con cuatro jugadores lesionados, más uno suspendido (Enzo Pérez), no tuvo mucho margen para meter mano.

Igualmente, hubo cuatro cambios con respecto al equipo que salió a jugar con Talleres. Y donde más se sintió fue en el mediocampo. La presencia de Aliendro, en lugar de Simón, mejoró esa zona. ¿Habrá influido también la ausencia de Enzo Pérez? Tampoco es que Kranevitter lo hizo olvidar pero el juego fluyó más en la mitad de la cancha. Maxi Meza también estuvo muy activo y Franco Mastantuono, arrancando más adelantado desde la derecha, se hizo cargo de la conducción. Los laterales también pasaron con criterio para darle más dinámica al juego riverplatense, sobre todo Gonzalo Montiel, que terminó siendo puntero derecho.

Pero, faltaba el gol. Y eso que tuvo chances muy claritas. Tanto en el primero como en el segundo tiempo. River pateó 38 veces y 13 de esos remates fueron a los tres palos. Pero entre Durso y la ineficacia de Borja, el tanto no llegaba.

Eso sí, así como atacó muy bien, por momentos sufrió desacoples del medio hacia atrás que casi son aprovechados por Atlético Tucumán, que, aunque no hizo pie en el Monumnetal, pudo haber dado el golpe, pero Armani lo desactivó y Ruiz Rodríguez desperdició con una resolución insólita un mano a mano.

Tan conforme estaba Gallardo con el equipo que no hacía cambios (los primeros fueron recién a los 35 minutos del segundo tiempo). Hasta que llegó el ansiado gol con ese remate de Colidio y después de no poder liquidarlo, y de la expulsión de Simón, el alivio se consumó con el pitazo final. Y en las tribunas hubo muchos aplausos y se fueron cantando que “esta hinchada se merece ser campeón”.

Es que el camino a seguir por River es el de este partido. Si continúa jugando así, seguramente ganará más de lo que perderá.

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