Un documental recupera la historia de las primeras mujeres que ingresaron al Colegio NacionalPor Ariana Budasoff
“El Colegio Nacional de Buenos Aires, uno de los más antiguos del país. Todavía lo pensamos como el colegio de los próceres, los padres de la patria, los Premios Nobel”.
La voz de la periodista Marina Abiuso se escucha mientras la mirada recorre las imágenes en la pantalla: las aulas, los pupitres, la escalinata, las columnas, la luz arremetiendo por los ventanales.
“Imaginá ahora 25 chicas, 12 y 13 años” —dice y el film muestra fotos en blanco y negro de un grupo de exalumnos, varones de traje, mujeres de vestidos formales, perlas al cuello, peinados cortos y vaporosos—. Están por cruzar las puertas para convertirse en las primeras alumnas del Nacional. No fue hace tanto, pero ya son parte de la historia”.
“¿Cómo es entrar con doce años a un lugar en el que no te esperan? Un lugar que no está ediliciamente preparado para darte un baño o un vestuario. ¿Qué vínculos se construyen con los otros: los adultos, los compañeros, las compañeras? ¿Qué idea hay sobre las mujeres en ese lugar?”.
Estas preguntas son algunas de las que se hicieron desde la Oficina de Graduados —el área del Buenos Aires que desarrolla las políticas para sus egresados— que dirige Diego García (promoción 2001) y coordina Flavia De Micheli (promoción 2007), guionista y productora del documental —en el que también trabajaron Lucía Bravo Lerner (promoción 2016), Florencia González Aragón y Manuel Fernández Lorea.
Todo comenzó cuando relevando las respuestas de una encuesta de satisfacción sobre un programa de orientación vocacional que realizan entre estudiantes y graduados, en el año 2022, descubrieron el mensaje de una mujer que decía que formaba parte de la primera promoción de mujeres.
—En lo personal fue muy sorprendente porque provengo de una familia de muchos egresados del Buenos Aires, entre los cuales se encuentra mi tía que terminó en 1968. Por eso, para mí, pensar en un colegio con mujeres siempre había sido lo natural. Me impactó darme cuenta de que, en verdad, esta historia era más reciente de lo que imaginaba. Desde hace varios años en la Oficina intentamos cambiar “la imagen de bronce” de los graduados del Buenos Aires, es decir, destacar que no solo pasaron próceres, Premios Nobel y varones encumbrados. Entendemos que somos una gran comunidad, de más de treinta mil nombres, con un vínculo positivo con el conocimiento, con un gran interés por la historia, el presente y el futuro de la institución y, sobre todo, con ganas de devolver. Y también, que en el Buenos Aires, como en todos lados, hay historias que permanecen en el margen y que vale la pena traer al centro —dice De Micheli.
Por ese motivo, al encontrarse con ese mensaje inesperado se contactó con su autora para saber más. Esta entrevista telefónica le reveló detalles sobre los primeros años de las mujeres en el Buenos Aires. Cuando a fines de 2023 planificaban el año siguiente, en el que la primera promoción de mujeres cumplía 60 años de graduadas, decidieron hacerles un reconocimiento. Al comienzo, como funciona la escena pública hoy día, fue un posteo en redes para el 8 de marzo. Luego, una foto del brindis por el aniversario de egreso. El algoritmo le dio pulgar arriba: la repercusión de esas publicaciones superó la usual y así decidieron hacer una serie de entrevistas a algunas de las primeras graduadas para que contaran cómo vivieron su paso inaugural por el colegio emblema.
—La imagen que nos guiaba para iniciar la investigación era la de niñas ingresando a esa escuela-palacio que es el edificio del Colegio. En ese momento, tuvimos la idea y la gran suerte de poder incorporar a Marina Abiuso, también egresada, periodista dedicada a temáticas de género, que aportó todo su capital y experiencia para que pudiéramos ordenar estas ideas. Luego de las entrevistas, nos dimos cuenta de que teníamos mucho material y que había una diversidad de miradas que debían entrelazarse para construir un panorama completo —cuenta la productora y guionista.

Marta Litter —doctora en Química, estadía postdoctoral en la Universidad de Arizona, investigadora superior del CONICET— recorre las filas de bancos, los toca. Escribe su nombre. “A mi papá y a mi mamá les avisó Florencio Escardó, que fue el que movió toda la entrada de las chicas al Nacional. Y, por supuesto, mis padres dijeron que sí, entonces si ellos consideraban que yo tenía que ir al Buenos Aires, fui al Buenos Aires, y con mucho gusto”.
Shila Petroni —profesora de Castellano, Literatura y Latín, escritora— dibuja su nombre con tiza en una cursiva delicada. “Y en la familia apareció esa noticia de que yo podía ir a un colegio, que era el Nacional Buenos Aires, y yo no tenía ni la menor idea de qué se trataba. Pero entre los adultos fue muy convulsionante la noticia”.
Florencio Escardó era mendocino, pediatra. Había cursado sus estudios secundarios en el Buenos Aires, se había convertido en médico en la UBA, graduándose en 1929. Hizo su especialización en Francia e Italia. Cuando volvió a la Argentina comenzó a trabajar en el Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez. Por 45 años se desempeñó en diversos puestos y llegó a ser su director. Desde ese cargo introdujo una reforma en pos de mejorar la recuperación de los niños hospitalizados: las madres podrían internarse con sus hijos para ayudarlos a sanar desde el afecto y el amor. Hasta ese momento solo podían visitarlos en un rango de dos horas al día.
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