Un llamado clave y un viaje trunco, lo último del acuerdo con el FMI

A Abrazarse a Donald Trump paga. Al menos en el Fondo Monetario Internacional, (FMI) la Argentina está empezando a saborear las mieles de la buena relación que el presidente Javier Milei está sabiendo tejer con su par norteamericano. Tres fuentes con acceso al board del organismo reconocen que la semana pasada finalmente llegó la orden del secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Scott Bessent, para intentar acelerar el acuerdo con la Argentina. Hasta ahora, la política del principal accionista dentro del organismo de crédito (Estados Unidos tiene 16% de los votos y es el único con poder de veto) no se había modificado con respecto a la que rigió durante la gestión de Joe Biden. En ese entonces, si bien la orden era la de acompañar a la Argentina, también se mantenía una posición más bien exigente.

“La presión de Bessent aumentó mucho”, reconoce un hombre del mundo diplomático. “Ya hay un buen apoyo de países como Francia, Gran Bretaña y China. Pero la política del FMI suele estar en gran medida definida por Estados Unidos. Y cuando eso sucede, no es habitual que surja mucha oposición”, continuó. “Creo que el calendario de un acuerdo cerrado en abril es bien realista”, completó otra fuente. Ayer, en un encuentro en Mendoza, el ministro Luis Caputo, aseguró que “en abril, tendremos un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional”. Están cerca.

Hasta esta semana, sin embargo, al acuerdo todavía le faltaban muchos puntos por negociar. Entre su viaje al G20, en Sudáfrica, la semana pasada, y su participación el lunes último en una cumbre minera en Canadá –la PDAC, el evento minero más importante del mundo–, el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, intentó hacer una escala en Washington, que el Ministerio de Economía se ocupó de no hacer trascender, pero la suerte le jugó en contra. Tras ocho horas de vuelo, por un problema de un pasajero, tuvo que volver a Ciudad del Cabo. Las negociaciones debieron seguir virtuales. Para el gobierno de Milei es importante que el Congreso trate en estos dos meses el DNU que este jueves comunicó que le enviará –aunque no contenga especificaciones técnicas del acuerdo–, ya que reconocen que a medida que avance el año, toda la agenda legislativa se teñirá del cronograma electoral, y será cada vez más difícil sumar los votos para cualquier iniciativa.

En principio, según trascendió en reuniones informales del staff con el board, el acuerdo de la Argentina contendría una suerte de hoja de ruta para que, eventualmente, el país termine alcanzando un esquema de tipo de cambio flotante. Sería un plan por etapas, entre las cuales, en el medio se establecerían bandas de flotación. Aunque no está claro que las bandas se hagan públicas. En acuerdos pasados, nunca se hicieron. Qué se publica y qué es otro punto de discusión entre las partes.

También es materia de negociación qué proporción de los fondos que lleguen a las reservas del Banco Central (BCRA) podrán usarse para intervenir en el mercado cambiario. “Caputo –explica una fuente– quiere evitar la volatilidad, pero el FMI no quiere que se rifen las reservas”. Aquí uno de los puntos que al FMI le gustaría que queden por escrito y a la vista de todos. Y es que en este punto, la Argentina, y en especial, el ministro Caputo, no tienen el mejor track record ante el FMI. Todavía muchos dentro del organismo recuerdan que fue su decisión de desobedecer al FMI y usar el dinero de las reservas para contener una corrida cambiaria lo que, durante su paso por el Banco Central, allá por septiembre de 2018, terminó marcando su salida del gabinete macrista.

El monto de dinero adicional que podría dar el FMI oscila entre US$12.000 millones y US$ 15.000 millones. Pero resta definir qué proporción se entegará no bien se selle el acuerdo. “Para el FMI, que este año tiene pocos vencimientos con la Argentina, es más atractivo que la mayoría de los desembolsos fuertes se dé a partir de 2026, que es cuando debiera el gobierno de Milei empezar a pagar la deuda contraída en el acuerdo anterior. Pero no es lo que conviene tanto a la Argentina”, explica una de las fuentes consultadas. Aquí de nuevo, el historial de la Argentina como incumplidor serial pesa en las negociaciones. El Fondo desea ir atando la mayor cantidad de desembolsos posibles al cumplimiento, por parte del país, de las distintas etapas cambiarias y monetarias. Mientras, el Gobierno desea un desembolso inicial fuerte para poder acelerar el levantamiento parcial del cepo. También se habla de que las restricciones cambiarias se irán levantando por etapas, tal cual vino haciendo el equipo económico hasta ahora. “Todo lo que sea dividendos y deudas antiguas quedará para el final”, adelantan. La realidad es que lo mismo sucedió en el gobierno de Mauricio Macri; en rigor, el cepo tampoco en 2015 desapareció en un solo día.

Durante la gestión macrista, fue Donald Trump el responsable de destrabar –contra la voluntad del staff del FMI– el millonario préstamo por US$50.000 millones que el organismo de crédito dio a la Argentina. Pero también fue el presidente republicano, que ahora está en su segundo mandato, quien amenazó con imponer aranceles al acero y al aluminio argentinos –al igual que ahora– y quien en 2018 aplicó aranceles de más del 180% al biodiésel argentino. Lo mismo durante su presidencia, en 2020, la Argentina quedó afuera del sistema general de preferencias (SGP), que le permitía a una gran cantidad de pymes locales llegar al mercado norteamericano con sus productos pagando cero arancel. Una de cal, y una de arena.

Ahora la administración Milei se ilusiona con que no sólo la amistad con Trump rinda en el FMI, sino también en materia comercial. En un encuentro cerrado con una cámara empresaria, la semana pasada, el canciller Gerardo Werthein, confió que están trabajando para que una misión vaya a los Estados Unidos entre abril y mayo con el borrador de un acuerdo marco de libre comercio o un acuerdo de complementación económica con la principal economía del mundo. La fecha exacta depende de que la administración Trump termine de designar funcionarios en el área comercial en varios puestos clave, que aun se encuentran vacantes. “Hay todavía muchas segundas y terceras líneas que no fueron designadas”, explican. La relación con Estados Unidos, aseguró a sus interlocutores, está hoy dada al máximo nivel y es prioritaria. Del encuentro, que se desarrolló en Cancillería, participaron además el secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Luis María Kreckler, y el subsecretario de Relaciones Internacionales, Roberto Salafia.

La apuesta de la Argentina es, en paralelo, empujar dentro del Mercosur la flexibilización de todas las normas que hoy traban el comercio con otros países. Si no se logra, tal como viene amenazando Milei, la idea es avanzar por fuera del bloque. Lo mismo, en el corto plazo, se espera conseguir en el Mercosur una rebaja de aranceles para las importaciones.

La amenaza de Trump de imponerles aranceles a sus principales socios comerciales está generando una fuerte reacción global, además de una gran incertidumbre en el mundo económico. Hay quienes creen, por caso, que México podría buscar colocar el excedente de producto que ya no sea competitivo para ingresar a los Estados Unidos en países como la Argentina. Es algo que tienen en cuenta quienes por estas horas negocian en nombre del Gobierno la renovación del Acuerdo de Complementación Económica 55 (ACE 55) con México, que vence el 18 de este mes, y por el cual se estableció en 2022 un cupo de importación de autos libre de aranceles de US$737 millones al año. Si se cae, a partir del 19 de marzo las automotrices que traen modelos fabricados en México –son los casos de Vento y Tiguan, de Volkswagen; de Maverick, Bronco y el Mustang eléctrico, de Ford; de Versa y Sentra, de Nissan– deberán pagar 35% de arancel. Los negociadores argentinos están presionando para que México incorpore más productos dentro del otro acuerdo bilateral vigente, ACE 6, a cambio de extender el acuerdo para la industria automotriz. Las negociaciones todavía están en curso.

En materia financiera, sin embargo, una vez que se se aplaque la espuma, hay quienes creen que la guerra comercial global podría resultar no del todo inconveniente para la Argentina. “Acá hay un reseteo económico por parte de Estados Unidos. Trump quiere aplicar algo parecido a lo que hizo Milei: una política fiscal contractiva y una monetaria expansiva. El mercado está ahora previendo que pueden bajar las tasas de interés en la Reserva Federal”, dice Leonardo Chialva, de Delphos Investments, y una de las voces más respetadas del sector bursátil. “Si bajan las tasas y se devalúa el dólar frente al resto de las monedas, como está pasando, entonces es posible que veamos una mejora en los precios de las commodities, cosa que todavía no sucedió”, apunta.

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