Qué es de la vida de Sue Ellen Carpenter, la enfermera que quiere olvidar a Diego Maradona y niega ser quien caminó de su mano el día que le “cortaron las piernas”

El 25 de junio de 1994 fue el último día anónimo de la enfermera que caminó de la mano con Diego Armando Maradona rumbo al control antidoping durante el Mundial de Estados Unidos de aquel año. Vivió de incógnito y no se supo su nombre hasta mucho tiempo después, pese a que en los últimos 30 años construyo una próspera y reconocida carrera en la medicina reproductiva. Jamás se refirió aquel momento efímero que dejó al capitán del Seleccionado sin piernas.

Los que presenciaron el momento, más allá de las imágenes que captaron la situación, vieron que Maradona le dejó un autógrafo a otra enfermera y que ella –algunos dicen que también tiene el suyo- exclamó “viva Maradona, viva Argentina” y que nunca más se volvieron a cruzar.

La enfermera parecía gigante junto a un Maradona que hacía tiempo no lucía en tan buen estado físico. Ella llevaba un exagerado moño verde en el pelo a tono con la cruz estampada en el remerón blanco y un distintivo rojo como el labial que le contorneaban los labios. La belleza de Diego contrastaba con la apariencia de una enfermera a la que nunca miraron tanto como aquel día, y en los sucesivos tras conocerse el dóping positivo.

Lo que pasó después con Maradona, se sabe. Al tiempo le crecieron las piernas y volvió a las canchas. De ella, poco y nada. El misterio de su identidad contribuyó a la idea de conspiración orquestada por Joao Havelange, entonces presidente de la FIFA. El primero en correrla de ese escenario fue el Diez. “Ella no tiene nada que ver”, la defendió incluso mientras vivía la injusticia -o la torpeza- más grande de su vida.

Muchos años después el médico Roberto Peidró, que entonces era parte del cuerpo médico del Seleccionado, confirmó lo que Diego dijo en el minuto cero. Contó que, cuando fueron notificados del control, fue él quien le dijo a la enfermera que lo buscara en el campo de juego para ganar fama mundial. Si Maradona entraba al vestuario antes, hubiese sido sancionado.

Sue Ellen Carpenter. Foto: Centro de Medicina Reproductiva de Atlanta

Y así fue. Como presagió Peidró, la enfermera quedó en la retina de todos. La que tomó a Maradona del brazo izquierdo en que llevaba la cinta de capitán después de sonreír en segundo plano mientras, ingenuo, Diego decía que se había sentido útil en la cancha y le dedicaba el triunfo ante Nigeria a todos los argentinos, y especialmente, a la Tota.

¿Quien era la enfermera? ¿Por qué desapareció? La siguiente vez que se la vio fue en otra competencia deportiva: Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996. Jefa de prensa y ya no era una simple enfermera: en el círculo de la medicina reproductiva empezaba a tener un nombre, el mismo que por primera vez se hacía público. Dos años después, cuando Maradona ya había cumplido su pena la enfermera tuvo nombre: Sue Ellen Carpenter.

Hoy Carpenter tiene 64 años y ya no usa ese desabrido y amorfo uniforme blanco. Es una señora elegante de pelo corto y bien peinado, con una sonrisa que la vuelve más agraciada que tres décadas atrás. Tiene su propio centro de fertilidad y fue reconocida como «Top Doctor» en 2019 y 2020 en Atlanta.

Brinda conferencias, publica libros y es miembro de la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva (ASRM) y nunca –a excepción de una única vez para un documental- habló de Diego Armando Maradona, el futbolista que le dio el reconocimiento popular que ni siquiera le otorgan sus títulos universitarios ni la cantidad de casos de éxito de personas que no podrían tener hijos naturalmente y lo logran con sus tratamientos.

El perfil de Linkedin de Sue Ellen Carpenter, la enfermera que retiró a Diego Maradona del Mundial 1994. Foto: Linkedin.El perfil de Linkedin de Sue Ellen Carpenter, la enfermera que retiró a Diego Maradona del Mundial 1994. Foto: Linkedin.

Tras las pasos de la doctora Carpenter

¿Por qué no quiere hablar de Maradona? Clarín se comunicó vía mail con el centro de fertilidad dirige para pedir una entrevista con ella y preguntárselo. La respuesta no tardó en llegar y fue alentadora: “Comuníquese telefónicamente y coordinamos 15 minutos con la doctora Carpenter”.

Sin desaprovechar la oportunidad, quien mejor dominaba el inglés a esa hora en la redacción de Deportes tomó el tubo y discó el prefijo internacional para desentrañar una incógnita instalada antes de su nacimiento. Del otro lado surgió el primer interrogante: ¿Qué le quieren preguntar a la doctora?

Mencionar a Maradona no hubiese abierto ninguna puerta. Una ambigua referencia a su trayectoria en fertilidad y sus apariciones en eventos deportivos fueron suficientes para que sonaran las alarmas que activaron el protocolo de rechazo.

“Si es por lo de Maradona, la doctora Sue Ellen Carpenter, no es la Sue Ellen Carpenter que están buscando. Lamentamos no poder ayudarlo, que tenga buenas tardes”, dijo su secretaria. Una evasiva, cómo diría el gran ausente, “más falsa que dólar celeste”.

Carpenter, que se dedica a darle hijos a quienes no pueden, niega ser la enfermera que llevó al doping a Maradona, que no necesitó tratamientos para tener los hijos que tuvo y que reconoció cuando pudo o quiso. Paradoja de por medio, sin que se sepa el por qué, la doctora parece desear no ser aquella que fue durante un instante.

Dificil culparla. Porque en definitiva, ¿Quien no querría borrar aquel episodio? Acaso Solamente los que no querían que la «tercera estrella» se bordara en Estados Unidos 1994. Y, vaya uno a saber porque, la doctora Carpenter también, claro.

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