La lluvia afloja, pero Argentinos no tiene ninguna intención de bajar el ritmo. La pelota está en los pies de sus futbolistas hasta el último instante, cuando los fieles que desafiaron el clima desatan los aplausos. La función de los hombres de rojo y blanco no amerita menos. Se visten de gala para jugar y son protagonistas del mejor fútbol del Torneo Apertura. Por eso están encumbrados con Estudiantes y Tigre en la Zona A. Por eso Instituto se vuelve con una derrota y todas las preocupaciones a Córdoba.
Argentinos fue el dominador de punta a punta. Y si no pudo acertar al arco de Manuel Roffo en el primer tiempo se debió a su falta de justeza en la definición. Tuvo la pelota, la manejo en todo en el ancho de la cancha con los buenos pies de sus volantes y profundizó por los laterales. Sin embargo, y muy a pesar del buen trabajo de Tomás Molina como pivote para descargar de arriba y de abajo, no hubo goles en ese lapso.
Sin ir más lejos, las mejores situaciones llegaron de envíos aéreos. Un centro de Leandro Lozano desde la derecha que bajó Molina y no José Herrera, abajo del arco, punteó por encima del travesaño; y un córner de Nicolás Oroz que volvió a bajar Molinia y no fue gol porque la chilena de Alan Lescano se perdió apenas alta.
Hubo un buen trabajo de Instituto en la zona neurálgica. El doble cinco se encargó de asfixiar a los creativos. Gastón Lodico fue encima de Oroz y Francis Mac Allister sobre Lescano. En este contexto, el juego se volcaba a las bandas y aunque hubo algunas triangulaciones, no tuvo correlación frente a Roffo.
A los cordobeses les costó la recuperación y la única contra que pudieron meter, a través de Matías Godoy, terminó con un centro atrás y un gran cierre de Federico Fattori, siempre bien ubicado.
El diluvio que cayó en el final del primer tiempo y se prolongó durante la segunda etapa generó una cancha más pesada, pero Argentinos no dejó de hacer correr la pelota al ras del césped. Se liberó Lescano, más activo, y hubo más espacios porque Instituto nunca se replegó, más allá de su tendencia a jugar de contraataque.
Entonces, Alan Rodríguez se inspiró en el medio de la tormenta. Recibió de su compatriota Lozano, encaró hacia afuera, enganchó hacia adentro y sacudió de zurda con un remate que se clavó en el ángulo. Fue una extraordinaria definición del uruguayo.
Y si algún desprevenido creyó que Argentinos tenía pensado sacar el pie del acelerador, se equivocó. Fue por más. Y empezaron a fluir las sociedades. Creció aún más Lescano. Se enchufó Herrera. Pasó al frente Lozano, y metió un tiro en el palo. Hasta que Gonzalo Requena quemó los manuales. Con el campo anegado, quiso tocar atrás para Roffo. La pelota quedó muerta y Molina aprovechó para liquidar el partido con una gran frialdad.
Con los cambios, el partido se hizo de ida y vuelta. Instituto tuvo un par de chances que dejaron claro que Diego Rodríguez es un arquero de equipo grande. Tapó un mano a mano de Nicolás Cordero y un tiro de media distancia de Damián Batallini. Argentinos llegó hasta el área, pero no logró darle formato de goleada a este duelo. El tercero no hubiera estado de más para un equipo que disfrutan propios y extraños.
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