Qué piensan los que reivindican la represión durante la dictadura

Desde el fin de la dictadura hasta hoy, ningún gobierno había relativizado en forma tan directa como el de Javier Milei, la política criminal de los militares que tomaron el poder en 1976. En los últimos años, volvió al ruedo la teoría de los dos demonios, la postulación de una guerra y el eterno cuestionamiento del número de desaparecidos. Una estrategia que apunta a las organizaciones armadas e intenta bajar la intensidad al terrorismo de estado. Otro capítulo conflictivo de la batalla cultural del gobierno.

Dos historiadores e investigadores del CONICET, cuyo objeto de estudio son los años ’70, Hernán Confino y Rodrigo González Tizón, analizaron en toda su complejidad el tema en un libro llamado “Anatomía de una mentira. Quiénes y por qué justifican la represión de los setenta” (FCE). En él, repasan los diversos discursos que impugnan la política de memoria, verdad y justicia y sacan conclusiones muy interesantes. Primero, que a pesar de los cuestionamientos de la derecha, hay un gran consenso social en la Argentina en cuanto a la realidad del terrorismo de estado y sus víctimas. Y, en segundo lugar, señalan la utilización política, en el marco de la grieta, de esta relativización de la represión, como uno de los caminos más directos para pegarle al kirchnerismo.

Hernán Confino

Sobre Villaruel y Milei, la juventud maravillosa y los postulados de “memoria completa” hablamos, en profundidad, en esta entrevista.


NOTICIAS: “Negacionismo” es un término que nace en relación al Holocausto. ¿Es posible aplicarlo a la negación del terrorismo de estado, durante la dictaduta?

Hernán Confino: En la Argentina es muy difícil negar la existencia de desaparecidos producida por el estado. El entramado de la llamada “memoria completa” (la postura que sostiene, por ejemplo, Victoria Villaruel) no niega a los desaparecidos. Lo que hace es estirar tanto los procesos históricos, vaciar tanto los contextos políticos, que el efecto es exculpar a los perpetradores del terrorismo de estado.

NOTICIAS: Desde el fin de la dictadura, este es el primer momento político en que se impugna o se pone en duda, de manera muy directa, el terrorismo de estado.

Rodrigo González Tizón: Hay discursos que relativizan el terrorismo de estado, la cantidad de víctimas e incluso reivindican la represión; discursos que antes estaban más acotados a un círculo cercano a la familia militar. Pero también hay que decir que los consensos que se construyeron en estos 40 años están instalados. No es casual que hoy la organización más pujante en el ecosistema de la “memoria completa” sea el CELTYV (Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas, fundado por Victoria Villaruel) que es básicamente una copia del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). Tiene que imitar las categorías, los procedimientos y las figuras a partir de las cuales ha reclamado el movimiento de derechos humanos argentino, para poder seguir abonando la tesis de la “guerra”. Lo que hay que pensar es cuáles son las condiciones que han generado, en los últimos años, que esos discursos relativizadores ganen más espacio en el debate público. Y hay algo que es fundamental: la recuperación del pasado sirve para la disputa política del presente. Ir contra alguna de las banderas de la memoria, la verdad y la justicia se convirtió en un instrumento para pegarle a los gobiernos kirchneristas. Otro elemento para pensar es qué lugar ocupa hoy en el gobierno esta agenda “negacionista”. Y lo que parecía algo central en un momento, en el debate presidencial, se fue diluyendo y quedando más circunscripto a los que están más comprometidos con esa causa, como Victoria Villaruel.

Dictadura

NOTICIAS: La agenda de Milei, en relación a este tema, nunca fue tan clara y constante como la de Villarruel.

Confino: En La Libertad Avanza tenemos un polo como el de Villaruel, que podríamos caracterizar como un nacionalismo reaccionario y conservador. Y por el otro lado, una figura como la de Milei que sería extremadamente neoliberal, libertario. Para mí, ambas familias de las derechas argentinas tienen una posición análoga con respecto al pasado reciente. También la derecha liberal ha planteado que hubo una guerra en los ’70. Eso por un lado. Después podríamos ver también la cuestión de los grados de interés. Toda la carrera de Victoria Villaruel como activista política estuvo embanderada en la causa de la “memoria completa”, primero con Cecilia Pando defendiendo a los perpetradores del terrorismo de estado y, a partir del 2006, defendiendo a las víctimas de la violencia guerrillera. A ella la estructura esta causa. La pelea de Villaruel con Milei demostraría que él no la necesita para llevar adelante esa agenda, si quisiera.

NOTICIAS: La cuestión del “numero” es una de las que más se han debatido y está ligada a esta suerte de relativización del terrorismo de estado.

González Tizón: Es un debate que viene desde hace más o menos 15 años. Y hay una gran heterogeneidad de voces que participan. Si armamos una dicotomía entre los que están a favor del número 30.000 y los que están en contra, estamos cerrando la cuestión. Porque estaríamos poniendo en la misma bolsa, por ejemplo, a Graciela Fernández Meijide y a Victoria Villaruel. Y son dos personalidades con trayectorias e intereses diferentes. Por un lado, dentro de quienes critican ese número, están quienes lo hacen con una voluntad de relativizar el terrorismo de estado y desprestigiar a las víctimas. Personajes como Victoria Villaruel, Nicolás Márquez y Agustín Laje tratan de trasladar la carga de la culpa de los perpetradores a las víctimas. Nos están queriendo hacer creer que las víctimas no son dignas de confianza y, lo peor de todo, que detrás de esa reconstrucción hay un interés financiero. Ese es un procedimiento que aparece también en el negacionismo del Holocausto. La idea era que se agrandaba el número de víctimas para justificar la existencia del Estado de Israel. Acá, la idea era que se agrandaba para cobrar subsidios internacionales y recibir reparaciones económicas en Argentina. Por otro lado, hay críticos como Graciela Fernández Mejide y otras voces que han formado parte del arco progresista, que alzaron la voz contra algunos procedimientos de reconstrucción que se llevaron adelante durante los gobiernos de los Kirchner. Si queremos hacer encajar ese debate dentro del esquema de la grieta, que es lo que le interesa a muchos para llevar agua para su molino, lo que hacemos es simplificarlo.

Desaparecidos

NOTICIAS: Las políticas de derechos humanos son atacadas hoy con el kirchnerismo en la mira, aunque otros espacios y partidos, como el radicalismo, hayan sido esenciales en el rescate de lo que pasó en la dictadura.

Confino: El ascenso de Milei no se entiende si no se considera el paupérrimo desempeño del gobierno anterior. La política de memoria, verdad y justicia tiene muchas cosas muy buenas y es muy amplia. Y los miembros del entramado de “memoria completa” quieren deslegitimarla. Pero es difícil que puedan deslegitimar, por ejemplo, la señalización de un centro clandestino de detención. Entonces, sus narrativas van a tratar de detectar los flancos débiles de la narrativa de los gobiernos kirchneristas. Y uno de ellos es la mistificación de la militancia revolucionaria. La incapacidad de pensar en determinadas responsabilidades, que son totalmente incomparables a las del estado, pero que existieron. Entonces, lo que no cuadraba con la imagen de la “juventud maravillosa” iba abajo de la alfombra. Bien sabemos que algunas discusiones que no se dieron porque “le hacían el juego a la derecha”. Y resultaron al contrario: fue el silencio el que le hizo el juego a la derecha.

ESMA

NOTICIAS: ¿Por qué creen que fue tan leido “La llamada” el libro de Leila Guerriero sobre la historia de Silvia Labayru, prisionera en la ESMA, en este contexto de “negación”?

González Tizón: El feminismo ha logrado que las mujeres que habían sido víctimas de abusos en centros clandestinos, pero que quizás no cuajaban en la representación arquetípica del abuso, fueran consideradas. Se trataba de un abuso de baja intensidad, que sucedía en el marco de un cautiverio y de la desestructuración subjetiva de una persona, como es el caso de la protagonista de “La llamada”. En otro momento, pudo generarse la idea de que había un consentimiento detrás de ese sometimiento. Esto produjo algo que Ana Longoni trabaja en su libro “Traiciones”: el silenciamiento social de algunos relatos en comparación con determinadas narrativas sobrevivientes que cuadraban con la idea del héroe o el mártir, sobre todo cuando ese héroe quedaba del lado de los desaparecidos. Se silenciaban muchos de los relatos de quienes habían atravesado estas situaciones más grises, con cautiverios muy largos y de enorme perversidad, como fue el caso de todo el grupo que hemos vinculado a montoneros, detenido en la Esma. Creo que un libro como “La llamada” hubiese sido imposible hace 20 años y ni hablar hace 40.

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