El fútbol italiano se quedó sin otro gigante en la Champions League a manos de otro equipo neerlandés: Juventus, afuera de los octavos

Países Bajos se transformó en un karma para el fútbol italiano, que se quedó sin su otro gigante en la Champions League. A la eliminación del Milan del martes contra Feyenoord, se le sumó este miércoles la de Juventus, porque en el Philips Stadion de Eindhoven PSV -con una destacada actuación del arquero argentino Wálter Benítez- consiguió sobreponerse al resultado cosechado en la ida y remontó la serie (3-1, 4-3 global) para clasificarse a los octavos de final, hundiendo a Thiago Motta en la que era su primera gran noche como técnico de la Vecchia Signora.

Cuando mejor estuvo la Juve fue cuando se enfrentó de igual a igual al PSV. Tenía el partido ciertamente controlado en la primera mitad. Empezó entonces a especular con el empate, a jugar con fuego con el paso de los minutos, a dejar crecer a un PSV que acabó mereciendo el pase. Y volvió a decepcionar. El segundo tiempo fue nefasto. La prórroga, una consecuencia natural. La eliminación, otro desastre de Motta, en la que era la noche decisiva de su temporada.

Y eso que las dinámicas de ambos equipos antes del decisivo duelo fueron radicalmente opuestas. Mientras Juventus llegaba con confianza tras imponerse al Inter en el clásico italiano para sumar su cuarta victoria consecutiva, el PSV seguía sumido en una crisis después de desaprovechar con un empate la oportunidad de recuperar el liderato de la Eredivise.

El arquero argentino Wálter Benítez encabezó los festejos del PSV. REUTERS/Piroschka Van De Wouw

En esas se movió el partido en el inicio. Porque la Juve, pese a la lesión de Renato Veiga en el minuto 12 que obligó a cambiar la defensa, tenía todo lo controlado que se puede tener una eliminatoria con un solo gol de ventaja. Fue un equipo sólido en defensa, aunque no especialmente clínico en la zona de tres cuartos, donde los neerlandeses comenzaron a dejar cada vez más espacios, obligados a salir en busca del gol.

No duró demasiada esa sensación de control. Poco antes del descanso, comenzó el PSV a encontrar sus oportunidades con un Perisic estelar. Y la visita a jugar con fuego con tan solo un gol de ventaja. Su plan fue tornando poco a poco en uno de supervivencia, de empate a nada para que fueran pasando los minutos y celebrar sin demasiado trabajo, simplemente cumpliendo.

No le ha funcionado nunca mucho este plan. De hecho, le duró hasta el inicio del segundo acto, cuando pasó lo que habitualmente le pasa al combinado bianconero, al menos en los últimos años: que se vio al borde del acantilado. No es una situación nueva para los de Motta, pero no por ello menos desagradable.

Tuvo que ser, además, precisamente Ivan Perisic el jugador que pusiera contra las cuerdas a la Juve. Otra vez. Como en la ida. Un jugador muy conocido por la afición turinesa, con pasado en el Inter de Milán, el mayor rival de la Vecchia Signora en Italia. Seis años militó en el equipo ‘nerazzurro’, al que seguro dio una pequeña última alegría con un derechazo que regaló esperanza en Eindhoven y encarriló la remontada.

Llegó el tanto tras una gran salida del PSV, con una conducción y asistencia final perfectas de Lang al costado derecho, donde Perisic se sumó con inteligencia a la espalda de Nico González para fusilar a Di Gregorio.


Se encontró entonces el PSV el partido donde quería casi sin esperárselo. Y ahí comenzó verdaderamente el dominio neerlandés. Ocasiones constantes y peligro continuo durante 10 minutos de asedio que, sin embargo, acabaron con un golazo de Weah tan inesperado como poco merecido al ser en los mejores momentos del PSV.

Le cayó al estadounidense la pelota tras un saque de un lateral y no se lo pensó dos veces. De primeras, raso y pegado al palo. El VAR tuvo que revisar el gol por un posible fuera de juego posicional de Gatti, pero la Juve tomó algo de aire.

Fue un espejismo, en realidad. Porque en el minuto 74, tras varios minutos de nuevo de sometimiento absoluto, el PSV encontró el gol que llevó el partido a la prórroga. Un centro del omnipresente Perisic, un intento de remate de De Jong y una definición final de Saibari alargaron el partido.

La prórroga fue una continuación del mal segundo tiempo juventino. Y el desenlace, el más previsible. Control del PSV y gol de los neerlandeses en una jugada de pelota parada en la primera mitad de la prórroga. Bakayoko recogió una pelota solo al segundo palo, muy cómodo. Buscó centro y entre Gatti y Di Gregorio dejaron el balón muerto para que Flamingo sellara la remontada.

La Juve, que pudo irse con un 4-1 si Di Gregorio no hubiera salvado en el minuto 120 el tanto, se quemó en busca del empate. Solo un palo de Vlahovic en una jugada lateral dio esperanza de ir a los penales. Nada más. Motta se tambalea tras una noche decisiva. Y el PSV, que creyó en la remontada, estará en los octavos de final.

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