Una campaña reivindica el Operativo Independencia: réplica de un gobierno constitucional al desafío de la guerrilla en TucumánPor Claudia Peiró

Se presentan como “patriotas del Movimiento Nacional” y lanzaron una campaña de afiches y un video de reivindicación del Operativo Independencia, iniciado hace 50 años, el 5 de febrero de 1975 “por orden de la presidente María Estela Martínez de Perón, contra el intento secesionista de la subversión apátrida”.

En un comunicado recuerdan que en aquel entonces en el país “se vivía un clima de extrema violencia por parte de organizaciones guerrilleras” y que “fue en ese contexto que Isabel Perón firma el decreto 261/75 facultando al ejército para ejecutar las operaciones militares que sean necesarias a efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de elementos subversivos que actuaban en al provincia de Tucumán”.

También recuerdan que “el ERP [Ejército Revolucionario del Pueblo, trotskista] formó la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez, con un planteo foquista: bajar desde el monte tucumano hacia la ciudad y ahí tomar el control de toda la provincia, reclamar el reconocimiento internacional, para luego avanzar sobre el resto del país”.

En las últimas dos décadas se ha instalado un relato sobre esa etapa de la historia argentina que ha sacrificado buena parte de la verdad en aras del revanchismo, instalando una reivindicación acrítica de los movimientos armados de los años 70, que antes que resistir a la dictadura, desarrollaron lo principal de su accionar más violento en plena democracia.

Una romantización del accionar y los fines de la lucha armada lleva prácticamente a creer que formar una organización guerrillera y desafiar a un poder democrático y legal era un derecho ciudadano que no debía ser reprimido.

Se deslegitima de esta manera el derecho del Estado, ocupado en aquel momento por un gobierno democráticamente electo, de defenderse y reprimir una insurgencia.

Entrevistado en 1995, Italo Argentino Luder, que en su condición de titular del Senado ocupó la presidencia entre el 13 de septiembre y el 16 de octubre de 1975 -durante una licencia de Isabel Perón- señaló que, en 1975, “todos los gobernadores y los servicios de inteligencia del Estado señalaban que las fuerzas policiales estaban rebasadas, que no eran suficientes, que no tenían elementos, ni a veces estado físico, ni preparación, para una lucha de esa naturaleza”.

De hecho, recordó que fue él mismo quien dictó el decreto que extendía a todo el país “la orden de que las fuerzas armadas combatieran a la subversión”.

Otro detalle interesante que señala es que “muchos legisladores de la oposición reclamaban medidas más enérgicas contra la subversión, y tenían razón porque las fuerzas policiales estaban rebasadas”.

El ERP, brazo armado del trotskista Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), se proponía desde el comienzo abrir un foco insurgente en Tucumán, provincia cuya situación geográfica les evocaba una suerte de Sierra Maestra, escenario de la Revolución Cubana, o una selva vietnamita, dos de los procesos que inspiraban sus proyectos de toma del poder en la Argentina.

Y no se puede entender esto sin el impulso que recibían desde afuera en el contexto de la Guerra Fría, durante la cual las dos potencias en pugna se hacían la guerra en sus respectivos patios traseros a través de otros actores.

En 1970, el ERP planeaba una “primera etapa”, en la que “la lucha armada se reducirá a Tucumán, pero posteriormente se irá extendiendo por todo el Norte hasta llegar a enlazar geográficamente áreas cercanas a regiones urbanas como Córdoba, Rosario, Santiago del Estero, Catamarca, Chaco, Formosa, norte de Santa Fe, etc”. Desde 1972, iniciaron tareas de reconocimiento de la zona con el fin de instalar una unidad de monte y abrir un frente rural para iniciar las acciones de una guerra de guerrillas.

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