Las métricas del GPS, el nuevo petróleo del fútbol: por qué son vitales en el mercado y el caso paradigmático de Alexis Mac Allister


Videos con los goles, compactos de jugadas y también datos. Datos duros, certeros y precisos; con mapa de calor, autonomía aeróbica, recuperación cardíaca, fatiga muscular y cualquier otra interpretación que surja del historial de mediciones que captura el GPS. Un perfil de futbolista ya no está completo sin esa información.

Existe un caso paradigmático. Cuando Brighton vino a Buenos Aires para llevarse a Alexis Mac Allister, el presidente de Argentinos Juniors, Cristian Malaspina, vio cómo se le escurría la venta, que parecía un hecho hasta que los ingleses accedieron a las métricas del mediocampista. Le explicaron que el chico cumplía con todos los requerimientos para ser uno de los internos en sus sistema de juego, excepto por las métricas: no llegaban al mínimo que la dirección deportiva recomendaba.

Así se dio el paso previo por Boca: el club inglés lo compraría si se cumplía una meta, que no era ni la cantidad de partidos o minutos jugados, goles esperados o precisión de los pases. Para pasar a la Premier League, Mac Allister debía mejorar los kilómetros recorridos en su mapa de calor. Recién en 2020 hizo las valijas rumbo a lo, ahora, conocido. Figura de Liverpool y de la Selección Argentina campeona del mundo y bicampeona de América.

Pero el futuro llegó hace rato y el GPS ya no es lo que más se usa en Europa. Lo último es el trackeo óptico -con las cámaras tomando de manera cenital todo el perímetros de juego- y el LPS: Local Position System, según las siglas en inglés, que achica el margen de error de 30 al 10 por ciento del Global Positioning System (GPS) que lleva más de 20 años de desarrollo en el deporte. Lo que sigue son chips más chicos dentro de la camiseta.

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