Nicolás Maduro recibió al enviado de Donald Trump bajo una fuerte presión para que libere a estadounidenses presos
La televisión estatal venezolana transmitió la imagen este viernes después del mediodía: Nicolás Maduro estrechó la mano de un enviado especial de Donald Trump en el palacio de Miraflores de Caracas y se registró así el primer contacto personal entre un funcionario del nuevo gobierno de Estados Unidos con el líder del régimen de Venezuela que es rechazado por buena parte del mundo.
Maduro celebró la visita como “un nuevo comienzo en las relaciones bilaterales”.
El enviado especial, Richard Grenell, y Maduro mantuvieron un encuentro privado del que se supo muy poco. Antes de que se concretara, en Washington señalaron que Grenell le exigiría aceptar las condiciones para la repatriación de “criminales y pandilleros venezolanos” del Tren de Aragua (una organización que Trump consideró como terrorista en un decreto) y que si no lo hacía habría “consecuencias”. Y también pediría la liberación de los estadounidenses presos en Venezuela.
La visita sorprendió a los venezolanos que esperaban que Trump continuara con la presión contra el dictador venezolano que había ejercido el republicano durante su primer mandato, con sanciones económicas y el aval a Juan Guaidó como presidente interino que finalmente fracasó en sus intenciones de llegar al poder.
La reunión sucede a menos de un mes de que Maduro haya firmado el 10 de enero su tercer mandato de seis años, a pesar de las múltiples evidencias de que había perdido por paliza ante Edmundo González. Los comicios fraudulentos fueron denunciados por organismos internacionales y decenas de países, entre ellos Estados Unidos, no reconocen la victoria de Maduro.
«Queremos hacer algo con Venezuela (…) ahora queremos ver qué podemos hacer para que la gente regrese a su país de manera segura y libre», explicó Trump desde el Salón Oval.
Los planes de Donald Trump hacia Venezuela
Consultada la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, sobre si la visita a Venezuela de Grenell significaba un reconocimiento como presidente para Maduro, dijo “absolutamente no”.
Leavitt insistió en que el objetivo de la visita de Grenell es lograr que Venezuela, que no tiene relaciones diplomáticas con Estados Unidos, acepte vuelos de deportación de migrantes indocumentados y conseguir la liberación de ciudadanos estadounidenses detenidos en el país.
Mauricio Claver Carone, el enviado especial para América latina del Departamento de Estado, dio una conferencia con algunos periodistas, en la que confirmó la visita y adelantó que «el presidente Trump espera que Nicolás Maduro recupere a todos los criminales y pandilleros venezolanos que han sido exportados a Estados Unidos, y que lo haga de manera inequívoca y sin condiciones». “De lo contrario habrá consecuencias», porque «no es una negociación a cambio de algo», advirtió.
Según Claver, Grenell también tenía previsto tratar con Maduro los casos de ocho estadounidenses presos en cárceles venezolanas a quien llamó “rehenes”. «Deben ser liberados de inmediato», dijo.
La respuesta de Nicolás Maduro
Después de la reunión, Maduro emitió un comunicado en el que manifestó su disposición a tener “canales diplomáticos abiertos” y propuso «un nuevo comienzo en las relaciones bilaterales» a la vez que «planteó la construcción» de una «agenda cero para un nuevo comienzo en las relaciones bilaterales», rotas desde 2019.
Sin embargo, Washington asegura que la misión de Grenell en Venezuela es «muy específica» y tiene el objetivo de lograr que Caracas acepte vuelos de deportación de migrantes indocumentados y conseguir la liberación de ciudadanos estadounidenses detenidos en cárceles venezolanas.
Estados Unidos asegura que la visita solo se enmarca en agilizar la política de deportación masiva que prometió Trump a sus votantes. El gobierno del magnate no solo considera «criminales» a los miembros de organizaciones como el Tren de Aragua, que tiene origen venezolano pero alcanza a varios países de América latina, sino también a cualquier migrante que haya entrado ilegalmente a Estados Unidos.
«Venezuela los tiene que aceptar, es su responsabilidad», recalcó Claver-Carone.
Trump también ha revocado esta semana un amparo migratorio conocido como TPS que evitaba a más de 600.000 venezolanos ser expulsados de Estados Unidos.
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