Día Mundial del Abrazo: cómo el contacto físico reduce la ansiedad y brinda bienestar emocionalPor Silvia Pardo
El Día Mundial del Abrazo se celebra hoy por iniciativa del psicólogo Kevin Zaborney, de la Universidad de Michigan y máster en Teología de la Universidad de Boston. Esta idea surgió mientras trabajaba en un correccional de jóvenes en Michigan, donde observó que la sociedad estadounidense evitaba expresar sus sentimientos en público, incluso con familiares o personas cercanas. Por eso aseguró que, si las personas se abrazaran con mayor frecuencia, mejorarían su salud física, emocional y espiritual.
La doctora Laura Maffei, (MN 62441), endocrinóloga, especialista en estrés, directora de Maffei Centro Médico, explicó a Infobae: “Las expresiones de afecto, como abrazos, caricias, sonrisas y risas, son poderosos estímulos para diversas hormonas y neurotransmisores relacionados con el bienestar”.
Y agregó: “Actividades como el ejercicio físico y los gestos de complicidad refuerzan estas conexiones hormonales, fomentando estados de ánimo positivos y una mejor salud mental. El contacto físico y emocional, por pequeño que parezca, tiene un impacto profundo en nuestra calidad de vida al fortalecer tanto nuestro cuerpo como nuestra mente”.
Esta fecha se celebró por primera vez el 21 de enero de 1986 en el pueblo de Clio en Michigan y se popularizó en los Estados Unidos gracias al Calendario de eventos Chase, una publicación que presentaba todas las festividades locales. Ese año incluyó el Día Nacional del Abrazo y así nació la celebración. Tiempo más tarde cruzó fronteras, convirtiéndose en Día Internacional.
Y esto no fue todo: Zaborney consideró que la jornada ideal para celebrar el Día del Abrazo debía estar entre las fechas de Navidad y el Día de los Enamorados, buscando así promover un mayor acercamiento de la sociedad.
“La sensación agradable al tacto es muy importante en todos los mamíferos”, dijo el doctor Zhou-Feng Chen, director del Centro para el Estudio de los Trastornos Sensoriales de la Universidad de Washington, quien dirigió un estudio sobre el tema publicado en la revista Science.
“Una forma importante de nutrir a los bebés es a través del tacto. Sostener la mano de una persona que está muriendo es una fuerza reconfortante muy poderosa. Los animales se acicalan unos a otros. La gente se abraza y se da la mano. La terapia de masaje reduce el dolor y el estrés y puede brindar beneficios a los pacientes con trastornos psiquiátricos”, resumió sobre el poder del contacto humano.
De acuerdo a Robin Dunbar, profesor de Psicología Evolutiva del Departamento de Psicología Experimental, Universidad de Oxford, en un artículo publicado en The Conversation: “Los monos y los simios crean y mantienen sus amistades mediante el acicalamiento social. Por muy útil que pueda resultar el acicalamiento para eliminar los restos de la piel y el pelo, su verdadera eficacia surge de escudriñar lentamente mientras el ‘peluquero’ busca cuerpos extraños en el pelo. Todavía lo hacemos, hasta cierto punto, por ejemplo, cuando los padres ojean el pelo de sus hijos. Y, por supuesto, es por eso que encontramos tan relajantes las atenciones de nuestro peluquero”.
Y continuó: “Las caricias lentas que se dan durante el aseo estimulan un conjunto particular de nervios: las neuronas c-táctiles aferentes, que se encuentran solo en la piel con vello y son bastante diferentes de los nervios habituales que transmiten información sobre el tacto, el dolor y la presión. Estas neuronas responden solo a caricias suaves y lentas. Tienen una ruta directa al cerebro, donde desencadenan la liberación de endorfinas”.
Dunbar explicó que las endorfinas atenúan el dolor psicológico. “Por eso, un abrazo es reconfortante cuando alguien está llorando. Las endorfinas también activan regiones del cerebro asociadas con la recompensa, como la corteza orbitofrontal —justo encima de los ojos—, y es esto lo que nos hace querer repetir la experiencia”, señaló.
Por su parte, la doctora Maffei señaló: “El abrazo desencadena la liberación de una hormona llamada oxitocina, conocida como la “hormona del apego o del amor”, que desencadena o estimula la lactancia. Esta sustancia actúa como un contrapeso al cortisol, la hormona del estrés, y genera una sensación de calma y conexión emocional».
Y completó: “Por ejemplo, en situaciones estresantes como el parto, la oxitocina regula el estrés y fomenta el vínculo emocional entre la madre y el bebé“.
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